LOS ANGELES – Comprobado. Si México habla en la cancha, #ElGrito enmudece.
La mejor retórica del Tri contra el aullido homofóbico (según FIFA) es la victoria.
Un 3-0 a Guatemala, un rival digno de acuerdo a las peripecias que ha vivido desde su sanción en FIFA y la forma en que fue reclutado intempestivamente para sustituir a Curazao, infectado del COVID-19.
Rogelio Funes Mori hizo dos goles (‘29 y ‘55). Orbelín Pineda cerró la cuenta (‘79). Ahora, ante El Salvador, México buscará clasificarse como primero del grupo.
Dos circunstancias marcaron la victoria de México: el trabajo arbitral del jamaicano Daneon Parchment y el desplome físico de los chapines y un hombre en especial impidió el escándalo en el marcador: el arquero Nicholas Hagen, quien al menos abortó tres remates a gol de México.
De entrada, Parchment perdonó una amarilla a Carlos Salcedo y una roja a Edson Álvarez, ambas agresiones con alevosía absoluta. Además, perdona un penalti al Tri, por un claro empujón del mismo Salcedo en el área.
El mensaje es ya inconfundible: hay que llevar en escrupuloso cortejo a la selección mexicana hasta la Final de la Copa Oro. Recuerde que el boletaje está agotado para la Final en Las Vegas y los mayores compradores son mexicanos.
Para el segundo tiempo, Guatemala paga las consecuencias de su fondo físico. Problemas identificado por el tipo de nutrición, de preparación y de formación y hábitos menguan su rendimiento, además de esa larga condena de aislamiento que dictó la FIFA.
Más allá de celebrar que esta vez la afición mexicana se olvidó de #ElGrito, la euforia en el Tri era haber encontrado el gol, sacar la victoria y recuperar las posibilidades absolutas de ir a la siguiente fase.
Luego de un retraso en el juego de una hora debido a una tormenta eléctrica, finalmente el juego pudo iniciar en el Cotton Bowl y un golazo de Funes Mori, de control, recorte y disparo impecablemente cruzado, terminó por exorcizar cualquier indeseable alarido en la tribuna, más allá de que se advirtió antes del juego que de presentarse cualquier agresión verbal, se vendría una cascada de repercusiones en detrimento del espectáculo y de los alborotadores.
Sufriendo en el primer tiempo a pesar de la ventaja del 1-0, fue hasta el complemento cuando México se apoderó del encuentro, reflejado en el 71 por ciento de posesión que no hinchó el marcador por las cinco intervenciones de Hagen.
Conforme avance el torneo, la preocupación de Gerardo Martino será contener la excesiva rudeza de Salcedo, especialmente cuando los arbitrajes sean más puntillosos, pues este miércoles por la noche, ni siquiera acudieron al VAR, donde la sorpresa fue un árbitro de Gambia, Bakary Gassama.
Por lo pronto, el Tri, la FMF y Martino deben haber identificado la fórmula para callar el grito y esa es ganar, gustar a medias al menos y golear. Insisto: ya cuando recurre a #ElGrito, la afición no se ensaña con el portero rival sino que la emprende contra su propia selección.
El Salvador llegará ante México como líder del grupo y perdería esa condición estrictamente con una derrota ante el Tri.