LOS ÁNGELES -- El realismo rebasa a la realidad: México es líder del Octagonal de Concacaf. Lo confirma imponiéndose 0-1 en Costa Rica. Nada excitante, nada exultante en 90 minutos, a no ser por dos despropósitos chuscos, chaplinescos, jocosos, de Funes Mori. La torpeza que despepita la carcajada.
Para el recuento, para ser estrictos, dos momentos que se originan a partir del penalti atropellado e irrefutable sobre Andrés Guardado. Lo sublime y lo ridículo en un solo personaje.
1.- Orbelín Pineda ejecuta a su izquierda, de manera impecable, suavecito, colocado, inmaculado, mientras Keylor Navas se zambulle en el ridículo, hacia el otro extremo, al tragarse el amague. Fue el epitafio: 0-1.
2.- ¿La segunda postal? El festejo del llamado “Mago de Coyuca de Benítez”. Un bailecito peculiar, como de tango para artríticos o reggaetón para electrocutados o vals de epilépticos. Ni Resortes ni Michael Jackson lo habrían apadrinado. Pero, ahí queda el meneadito, como sello de una festiva población de 14 mil habitantes en la costa de Guerrero.
Fue un juego soso. México hizo lo más intencionado de futbol, que en realidad fue muy poco. No era su responsabilidad. El dueño de casa organizó la fiesta y se olvidó de la música, hasta terminar, lúgubremente, silbando su propio funeral.
El Tri encaró a una Costa Rica que mostró la más pueril de sus versiones. Lo grave no fue su poquito futbol. Lo peor, lo alarmante para su marabunta roja, es que esa rabia, esa fuerza, esa testosterona, esa volcánica pasión, esa furia por jugar ante México, olisquea sólo a cenizas.
Otras versiones de Costa Rica protagonizaban la ecuación perfecta: futbol, personalidad, gallardía y ciertamente esa hosquedad en la marca. Antes eran filibusteros tras la pelota, pero este domingo vimos la versión Barbie de la selección tica. Una pena, para un equipo que muchas veces fue Pura Vida en la cancha.
Tratar de marcar la intención del juego de México es complicado. Tampoco se trata de decir que no juega a nada. Quien arguye esto, es que no tiene idea del juego, aunque a veces sí ocurra.
Pero, el Tri fue muy rústico. Tesonero, sin duda. Superior, a partir de que Andrés Guardado y sus centurias a cuestas, y la pujante Juventud de Carlos Rodríguez, ganaban siempre los balones en media cancha y evitaron los soponcios, con evidentes sobresaltos por imprecisiones de Edson Álvarez y Néstor Araujo, y precipitaciones del Cachorro Montes.
Destacable lo de Guardado, porque a pesar de la rebeldía de su físico cansado, y la artrosis en ambas rodillas, defendió orgulloso la imagen perenne de ser un caudillo del Tri, mientras que, en el otro extremo, Tecatito Corona volvió a la versión timorata, esa, la del jugador anestesiado, que ni intenta, ni crea, ni propone, ni genera, sólo transita en el anonimato y la indiferencia.
Cuidado: la superioridad evidente de México, tampoco es la referencia inequívoca de un nivel futbolístico de quilates. Absolutamente. Hizo lo necesario para ganar, más allá de que el silbante estadounidense, terminó estafando a los ticos, al no marcar una clara mano de Edson Álvarez.
El exjugador del Tri fue crìtico con el equipo dirigido por Gerardo Martino, a pesar de registrar su mejor inicio en tres procesos mundialistas.
Lamentable la lesión de Alexis Vega. Hasta este lunes se podrá determinar el deterioro en el tobillo derecho. El diagnóstico más reservado, a la entrega de este texto, habla de cuatro semanas, y que podría perderse incluso la Fecha FIFA de octubre.
En los movimientos, llegará el momento en que, finalmente, Gerardo Martino desde su convalecencia en México, tome la decisión de prescindir de Rogelio Funes Mori. Este domingo, desacertado de nuevo, con una oportunidad inmejorable ante Keylor Navas, el Mellizo se atolondró, se acalambró, tal y como las páginas negras de River Plate y Monterrey lo consignan.
En recuento de @golesycifras, la estadística se actualiza y enerva: Funes Mori ha marcado sólo cinco goles en los últimos 24 juegos con Rayados y la selección mexicana. Marcó tres en la Copa Oro: dos ante los vacacionistas arrejuntados de Guatemala, y uno ante la selección desmantelada de Honduras.
Curioso que la palabra que asustaba en la era de Juan Carlos Osorio, esa, la de “rotaciones”, se ha convertido en la mecánica de rescate de esta selección mexicana.
Ahora, el Tri viaja a Panamá, que aplastó a domicilio a Jamaica (0-3), la misma que terminó cayendo 2-1 en el Estadio Azteca.
Al final, la frase de Vince Lombardi es un himno para los conformistas: “Ganar no es lo más importante, es lo único importante”. Y la prole del Tata lleva números perfectos.
De momento México marcha de líder, con seis puntos, por cuatro de Panamá, mientras Honduras, Canadá, El Salvador y Estados Unidos, suman dos unidades; Costa Rica tiene un punto, y Jamaica, afectado por la ausencia de 12 jugadores por protocolo COVID-19, marcha al fondo sin unidades.