LOS ÁNGELES -- Sólo el pánico es más frío que el iglú de Edmonton. Ya lo sabe Gerardo Martino, quien eligió el suicidio lento, y Guillermo Ochoa le hizo dos nudos a la soga y se la pone de corbata. Canadá somete a México 2-1, con un final de histeria y delirio, y el arquero Milan Borjan como el héroe.
#FueraTata retintineó hasta la madrugada en Twitter. Pero, Yon de Luisa ya dejó en claro ante TUDN, que ante la reincidente tragedia él reacciona como los tres monos japoneses: Mizaru (“no oigo”), Kikazaru (“no veo”) e Iwazaru (“no hablo”).
El 2-1 alborota conciencias. “Gran reacción”, las voces del amo. “Perdieron, pero pelearon”, los conformistas. “Perder, es fracaso y fracaso es perder”, los tremendistas. La realidad es que los minutos finales de emoción, sólo maquillan peligrosamente la derrota. El 2-1 es una mentira de patas cortas.
De la cima a la sima. México alardeaba en el liderato antes de la Fecha FIFA. Hoy, despacha desde el tercer puesto, con los mismos 14 puntos que Panamá. Canadá al mando y Estados Unidos como lugarteniente.
Tata Martino comete una torpeza: juega con línea de cinco, pero no al escalonamiento, sino al amontonamiento. Y México se enredó con su propia maraña. Para ese ejercicio táctico, necesitaba dos maratonistas pensantes y verticales, y dos carrileros explosivos, pero los dos que tiene, son implosivos.
Para el cambio drástico de línea de cuatro a línea de cinco, es imprescindible el trabajo, la repetición, el oficio, y la convicción. Preciso trabajar en pizarrón y en cancha, y a falta de cancha por nevada, en la enorme área de convenciones del hotel. Nada se hizo. Martino hizo de su charla táctica, una sesión de Plaza Sésamo.
El Tata no debió ser claro, porque lo único que generó fue un dique confuso y confundido frente a su área. Y ni aun así, su equipo reducía espacios, ni hacía relevos. Entre sus propios defensas, había titubeos, desorden, sobre la marca y las coberturas. Caos, con el sello del Tata.
¿Un modelo de cómo jugar en línea de cinco, que el cuerpo técnico revise el video y observe algunos momentos de Canadá?
Encima, su hombre más robusto, se colapsó. Guillermo Ochoa se viste con la Piel de Judas. En el primer gol, el disparo lo rechaza en corto, por error técnico al ir sobre la pelota, y fusila Cyle Larin. En el 2-0, titubea, se petrifica, permite el viaje del balón, le flota en las narices, y Cyle Larin, nuevamente, empuja.
Faitelson considera que es momento de buscar otras opciones y renovar al 'Tri'
Cierto, en los dos goles un defensa central, y no una comparsa como Néstor Araujo, habría hecho algo más, muchísimo más. Pero entre sus neuronas, sus hormonas y sus músculos, tiene un retraso electromagnético letal. Apoplejía neuronal.
Finalmente, Gerardo Martino entendió la torpeza de recurrir a línea de cinco en el fondo, luego de haber instaurado, patentado, el 4-3-3 como forma de juego. Hizo cambios, tarde, como siempre. Hizo modificaciones tácticas, tarde, como siempre.
Y se vino un panorama engañoso. México hizo creer que dominaba, cuando Canadá, absurdamente, decide replegarse a su trinchera, encender las antorchas y sacar palas y picos, cuando tenía el control del juego y mucho tiempo por delante. No mandaba el Tri, se agazapaba el rival.
En la algidez de los últimos 15 minutos, se gestaron oportunidades y emociones. Fue entonces cuando Borjan se erigió como el guardián de lo imposible, con vuelos circenses, como trapecista de la hazaña, en una coreografía del rescate. ¿A qué le puede temer un sobreviviente de la guerra y de la Operación Tormenta de 1995 en territorio serbio-croata?
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Tarde entendió Canadá su equivocación. Ya con coherencia en la cancha, tras los primeros 45 minutos de delirium tremens de Martino, la selección mexicana encontró a un contrito y arrepentido Tecatito Corona, convertido en la catapulta de frágiles esperanzas, pero los remates de Alvarado y Jiménez salían desviados.
Perseverancia, y esa intensidad que lloriqueó El Tata ante Estados Unidos y en otros juegos, finalmente apareció. El heraldo de la fortuna llega al ’90, de nuevo Corona, el extraviado ante Estados Unidos, dispuesto a redimirse, mete un servicio exacto a la llegada, inusitada, oportuna, casi accidental y accidentada de Héctor Herrera, al minuto 90, para acercar al 2-1.
Taquicardias. Soponcios. Balones que mueren en la línea de gol. Gargantas ateridas y atragantadas de drama y de frío. Histeria congestionada de éxtasis. México da lengüetazos a la gloria, pero sin poseerla. El prodigioso Borjan, esta noche de martes, habría rescatado hasta al Titanic con todo y la orquesta. Por eso, con sus acrobacias y amuletos, terminó hundiendo al Tri-tanic.
2-1, el desenlace. La derrota cala, hiere, lacera, escuece. Habrá quien relama la herida ponderando y elogiando los minutos finales. El conformismo cobija a los mediocres. Lo cierto, es que México agitaba la bandera de Concacaf antes de la Fecha FIFA, y hoy apenas se acerca el asta.
#FueraTata retumba, reverbera, resuena, palpita. Pero, Mizaru (“no oigo”), Kikazaru (“no veo”) e Iwazaru (“no hablo”), adornan el contentillo de Yon de Luisa.