El domingo promete y promete en serio para el futbol mexicano. Quizá como nunca en la historia de las finales, tenemos un pronóstico reservado. ¿Rompe el Atlas la añeja sequía o establece el León su hegemonía como club de época? Los primeros 90 minutos fueron un indicio claro y contundente de lo que veremos en la cancha por otros 90 o 120 minutos. El Atlas sabe que tiene una oportunidad única y que no le puede desaprovechar. Y el León se sabe mejor, entiende que tiene el futbol y a los futbolistas para levantar nuevamente el trofeo. Nos espera una jornada bañada de gloria en el Coloso de la Calzada Independencia…
CIUDAD DE MEXICO.- El domingo promete… La cuestión es quién está más cerca de su cometido: el Atlas que ha esperado una oportunidad como este durante poco más de 70 años o el León, que demostró el jueves que, aún sin ofrecer su mejor exhibición, es capaz de salir con el pecho inflado y sacar el resultado favorable.
El Estadio Jalisco entregará, por primera vez un trofeo desde que Claudio Suárez lo elevó en todo lo alto durante aquella tarde dominical del verano de 1997, cuando las Chivas de Ferretti habían apabullado al Toros Neza de Mohamed y de Enrique Meza por un abultado marcador global de 7 goles a 2. ¿Qué sucederá esta vez? Estamos lejos, muy lejos de saberlo, a pesar de tener 90 minutos de historia de esta final.
En su juego de ida, la final del futbol mexicano ha tenido, justamente, de lo que careció el torneo regular. Intensidad, goles, emociones. Hay que agradecerle a León y al Atlas por los primeros 90 minutos y frotarse las manos por lo que va a venir a continuación. El tres goles por dos favorable al León podría, sin embargo, decir poco de lo que sucedió en el partido. Creo que el Atlas sorprendió durante los primeros 45 minutos “secando” casi por completo a los locales. El León no tuvo el balón ni el control del juego, pero cuando más lo necesitó, aparecieron sus grandes individualidades, uno de ellos, el chileno Dávila, el otro, el ecuatoriano Mena. El aporte de ellos maquilló la noche leonesa que bien pudo haber concluido en un empate y hasta si me apuran un poco, en un triunfo atlista.
El choque de este domingo está completamente abierto. El Atlas tendrá que remontar un marcador y tiene con qué hacerlo, sin duda. Y el León, más que conservar la ventaja, debe jugar como sabe y alcanzar un nivel que no encontró el jueves en su propio estadio. Y hablando de estadios, se espera que el Jalisco pese como nunca, luego de una espera y una oportunidad en más de setenta años de ver campeón a un club muy querido regionalmente pero que ha vivido bajo su propia sombra y bajo la sombra de su rival de la ciudad, las Chivas Rayadas del Guadalajara. Puede ser una jornada histórica.
Atlas o León. Me parece que, como pocas veces en la historia de las finales del futbol mexicano, la moneda está en el aire y puede ser “águila o sol”, rojinegra o verde esmeralda, puede acabar con una larga sequía o extender la hegemonía de época de un equipo. A frotarse las manos…