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Antuna, Córdova y Macías... Más cerca de la pesadilla que del ensueño

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Rodolfo Pizarro busca regresar a la Liga MX (0:54)

Óscar Gallardo con la información del futbolista mexicano y su acercamiento con Rayados. (0:54)

LOS ÁNGELES -- Uriel Antuna y sus aires de conquistador: “Prefiero jugar en Europa que ser campeón con Chivas”.

Rodolfo Pizarro y sus afanes de colonizador: “(David) Beckham me ha prometido llevarme a Europa”.

Sebastián Córdova y sus afanes de Marco Polo: “Mi fichaje a Europa llegará… y de la mejor forma”.

José Juan Macías y su brújula descompuesta: “Ser campeón con Chivas y después a Europa”

Son unos pocos ejemplos. Obvio, hay más, pululan, pero, de poca monta. Al final, para ir a Europa, con o sin pandemia, con o sin cubre bocas, el cual debieron usar antes de hablar, hay paquetes vacacionales que pueden costearse con sus generosos salarios.

No se trata de ir, sino de permanecer, de triunfar, de dejar una huella por los que lleguen detrás. El camino no es camino, sino trampa, si te lleva a un callejón sin salida.

El 2021 los colocó más cerca de la sima que de la cima; más cerca del abismo que de la cumbre. ¿Europa? Está más cerca en su retrovisor que en su horizonte. Mientras más cerca creen estar, más se alejan.

1. URIEL ANTUNA

Hoy, no alcanza ni como moneda de pago. Para ser un cheque válido, valioso y valedero, tiene que cargar con Alejandro Mayorga como aval, para que llegue Roberto Alvarado a Chivas. Él sólo, no llena los botines de otro jugador, también intermitente, como El Piojo. Prensar que estuvo en los archivos del Manchester City.

¿Europa? ¿Qué tal Polonia? Al menos encontrará el mejor vodka del mundo (Konik’s Tail), aunque ahí no lo pervierten con sabores a tamarindo.

2. RODOLFO PIZARRO

Inter Miami tiene las puertas abiertas. No recibió lo que esperaba, como tampoco ocurrió con Monterrey, y en Chivas fue un efecto óptico del trabajo del equipo. El club de Beckham dispuesto a negociar, pero no a ser esquilmado. El Guadalajara quiere que los miamenses paguen porcentaje del sueldo.

¿Europa? Seguramente David Beckham está más interesado en que se le honre como “Sir” por la realeza, que por el destino de Pizarro. Beckham fue marginado de ese honor debido a problemas fiscales, según reportes de The Sun y The Daily Mirror, pese incluso a ser uno de los más generosos y reconocidos filántropos y altruistas de la UNICEF. El piloto Lewis Hamilton ya recibió tal investidura hace una semana.

3. SEBASTIÁN CÓRDOVA

Él ya recibió el nombramiento de “Sir” en el América. Le entregaron el “10”, la camiseta sagrada, la de Cuauhtémoc Blanco. Y a partir de entonces, semejante armadura le pesó demasiado. Santiago Solari tiene sus motivos. En la Tribu del Indiecito, sólo hay un jefe: él. Indisciplinas, dentro y fuera de la cancha, orillaron al desencuentro. Pudo recalar en Chivas, que a pesar de prescindir de los dos salarios más elevados (Oribe Peralta y Uriel Antuna), no hizo contraoferta. ¿Tigres? Visto así, no cumple un sueño, escapa de una pesadilla.

¿Europa? En este momento, al igual que Antuna y Pizarro, ni siquiera tiene visa a Catar. No tienen reservación en la Troupé de Tata Martino. Y es, al igual que Uriel, uno de los huérfanos y damnificados del bronce en los Olímpicos de Tokio.

4. J.J. MACÍAS

Él esperaba una caravana llorosa y mortificada cuando emigrara a Europa, y la nación rojiblanca tristeando por su partida. Sólo recibió un portazo. No hubo pañuelos blancos en el andén, a no ser por el silencio del desdén. Denegó ir a Tokio, huyó de Chivas, y en el Getafe terminó en la lista de inventario de Quique Sánchez Flores, un técnico que podría rescatarlo por su apego al ser humano antes que al futbolista. Sin embargo, lo mejor de Macías es ser anécdota con el León de Nacho Ambriz en 2019.

¿Europa? Ya aterrizó. Y ha alineado, sin jugar. El documental de Chivas en Amazon Prime revela mucho sobre la emboscada que vivió en el Rebaño, montada, involuntariamente –es de suponerse--, por Amaury Vergara y Ricardo Peláez. Irónico: hoy, en redes sociales, se cotiza más entre la afición americanista que entre la rojiblanca.

Algo tienen en común estos cuatro jugadores: tremenda calidad. Incluso, por momentos, han demostrado esa personalidad que debería impedirles que se ahoguen en el pantano de la medianía. Ciertamente, los cuatro, y otros más, podrían consolidarse en Europa, claro, sin llegar a los escenarios sublimes de Hugo Sánchez y Rafa Márquez. No están hechos, ninguno, de esa arcilla.

Sería facilón y comodino decir que han sido notables futbolistas con técnicos equivocados. Los grandes jugadores rebasan, a veces, a sus propios entrenadores y sus esquemas, pero, ojo, sin rebelarse a ellos.

Sin embargo, aquí hay casos que requieren de un psiquiatra. Antuna y Macías culpan a Vucetich; Córdova puede quejarse de Solari, y Pizarro también navega bajo el trauma de sentirse incomprendido, no sólo por sus mentores, sino por sus directivos.

Ciertamente hay otros responsables: promotores farsantes. Engatusan al jugador, a la familia, a los directivos, y esos futbolistas que supuestamente serían reclutados por alguno de los grandes de Europa, terminan en el reverso de la hoja de convocatorias semana a semana.

Y claro, otros jugadores, que terminan encandilados, y al final, terminan como costal de cambio, en el tristón tianguis futbolero de México.

Obvio, sin tomar en cuenta a los dos únicos referentes, Hugo y Rafa Márquez, desde la intempestiva y sorpresiva contratación de Javier Hernández con el Manchester United, ¿qué otro jugador mexicano ha tomado por asalto las candilejas europeas? ¿Raúl Jiménez con el Atlético de Madrid? Sin embargo, su explosión como goleador llegó en el Wolverhampton.

Hay, ciertamente, una desesperación por irse. Y de eso hay ejemplos. Edson Álvarez, después del aciago Mundial en Rusia, aterrizó en el Ajax, donde hoy es parte medular de uno de los equipos que mejor juega –como casi siempre--, al futbol. ¿Diego Láinez? Precipitadamente llegó al Real Betis, donde aún sigue en gestación, con pocos minutos, y eventuales goles como al Talavera en la Copa del Rey.

En esa ansiedad, esa obsesión, esa desesperación casi histérica por integrarse al mejor futbol del mundo, el europeo, ocurre que varios jugadores terminan sacrificando madurez, mentalidad, educación deportiva, cultura futbolística, y llegan desnudos al gran reto.

Porque, al final, no se trata de ser sólo buenos futbolistas, sino de una preparación absoluta, integral, para ir y permanecer.

¿Recuerda la anécdota de ese jugador mexicano que estuvo en Inglaterra y duró semanas almorzando sólo en lugares de comida rápida pidiendo “combo number two” o “combo number three”, y así hasta que reciclaba el menú? ¿O el que sólo podía hablar con su entrenador con su propio promotor como traductor?

Totalmente entendible que Europa, para el futbolista, sea el atalaya de sus sueños. Pero debe evitar que sea un salto que puede terminar en violenta caída. A cambio, el jugador debe entender que es un largo proceso, lamentablemente, en un terreno agreste, infestado de carroñeros.

¿Antuna, Córdova y Macías están más cerca de la pesadilla que del ensueño? Este 2022 será el parteaguas, no solo para cumplir un anhelo, sino porque, lo saben, el Mundial de Catar está también de por medio.

Con su delicioso cinismo, Óscar Wilde enunciaba que “nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero, se les olvido mencionar que las pesadillas también son sueños”. Y ambos, sueños y pesadillas, andan el mismo camino.