LOS ÁNGELES -- 3-0, dos golazos, diez minutos esplendorosos al cerrar el primer tiempo, casi 90 minutos de dominio. Lo de Chivas es inobjetable. Claro, no es su culpa enfrentar a 11 muertos de Mazatlán, o doce, en realidad, si se agrega la pusilanimidad de su entrenador.
Guadalajara asumió todas sus responsabilidades. Jugando de local, y con el barullo morboso desatado más por sus contrataciones frustradas, que, por los agregados, se hizo cargo del encuentro.
¿Lo de Mazatlán? Una vergüenza. Salió vencido desde el vestidor y con poco futbol y menos aspiraciones. Vaya, cuando el mayor desecho tóxico del América, el colombiano Nico Benedetti, fue lo más rescatable de los visitantes, ya se tiene una idea de la mezquindad futbolística de su técnico Beñat San José, y de la mezquindad de temperamento de sus jugadores.
El 3-0 oculta dos detalles clave. Uno, que el marcador debió ser de escándalo. Y otro, que a excepción de los dos últimos goles, lo de Chivas volvió a ser ramplonamente efectivo, pero, insisto, el adversario debía renunciar al salario de esta semana, por falta de incapacidad, de inteligencia y de dignidad.
Hablar de dominio, se simplifica con un par de cifras. La posesión de Chivas fue del 71%, con ocho remates al arco, por uno del adversario.
Hay, sin embargo, un avance en el Guadalajara: vuelve a haber intensidad en sus jugadores. Ya no son los huérfanos de espíritu de los anteriores torneos. Compromiso, al menos, asoma. O al menos por estos 90 minutos, al ver a un famélico equipo, deshonrándose a sí mismo. Para su fortuna, le siguen Pachuca y Querétaro, de esos rivales que anduvieron lagrimando el torneo anterior.
El 1-0 es eficiencia de Ángel Zaldívar desde el manchón, pero los dos goles siguientes, en esos diez minutos finales de frenesí, fueron espectaculares. Valieron la pena los otros 80 minutos de bostezos, porque eso sí, hay enjundia, pero belleza, aún no.
El gol de Eduardo Torres, el del 2-0, apenas dos minutos después, merecía marcarlo en otro partido, y con estadio lleno. Un balón que le llega de frente, mientras él tiene complicado el perfil para el disparo, lo resuelve con altanería y altura de crack. Torres lo cachetea suavecito, con la parte externa, levantando una parábola exquisita que inutiliza a Vikonis. Guardando proporciones, claro, tuvo casi la perfección de la "folha seca" de Didí.
Los expertos hablan del debut con victoria de Guadalajara y opinan respecto a lo que se puede esperar del rebaño durante el Clausura 2022.
El 3-0 también fue seductor. Cobro de tiro libre. Miguel Ponce amaga con acribillar de izquierda. Sin vuelo y sin aspavientos, Alexis Vega cachetea suavecito el balón con la derecha, que logra apenas rebasar a una barrera que salta con la misma energía de una rana cuadripléjica.
Este gol trajo un alud de tranquilidades para Chivas. Fue la catarsis absoluta para el equipo y la afición.
1.- Sellaba el desenlace y marcaba el epitafio del muerto en vida llegado de Mazatlán.
2.- Implicaba la tranquilidad de un resultado que apaciguaba las tormentas en el Guadalajara, especialmente entre una afición voraz que mendigaba refuerzos.
3.- El compromiso de Alexis Vega. Con más fervor que nunca, besa el escudo del Guadalajara. Fue como un juramento, aunque el futbol mexicano está más lleno de perjuros que de lealtades.
El equipo de Michel Leaño consigue la victoria en el primer partido del 2022 tras vencer de manera contundente a Mazatlán.
¿Qué hizo diferente Chivas? Poco, en el acomodo y trámite del juego. Acaso, el reacomodo de César Huerta, quien tuvo el gol para abrir el marcador, pero remató deficientemente de cabeza. La media cancha, juvenil y de su propia incubadora rojiblanca, terminó por exterminar y fatigar a los pocos resueltos mazatlecos.
Por lo pronto, Marcelo Michel Leaño recibe una tregua de una semana, y aunque el Pachuca es menos peor en su actual versión, a lo visto el torneo anterior, le abre una pausa para poder hacer ajustes puntuales, especialmente cuando Conejito Brizuela intenta hacia adentro y termina congestionando el espacio.
Pero, al final, debe privar el equilibrio. El placer desbordado en la tribuna, tiene todo el derecho, porque la responsabilidad es púnicamente y únicamente de quienes salen a la cancha.
Que el marcador pues, ese 3-0, que no le apague el hambre a los jugadores, que la persistencia en movimientos colectivos de ataque sea más intensa, y, principalmente que el par de descarados, Torres y Vega, que no dejen de serlo.