LOS ÁNGELES -- Rubén Flores tuvo poca fortuna como futbolista profesional. El Atlante fue su mejor nicho, pero con pocas veladoras. No era ese su destino. Sí lo era la cancha y sí lo era el balón, pero desde fuera, desde ese contorno, desde ese perímetro donde también se escriben historias de futbol, pero, sobre todo, de vida.
Avecindado en Inglaterra, casado con una ex futbolista canadiense (Susan), hoy, Rubén Flores multiplica sus sueños de jugador en tres bendiciones de vida. Todas ellas, carne de su carne y sangre de su sangre. Marcelo juega en el Arsenal; Silvana en el Tottenham y Tatiana en el Chelsea, con el que acaba de marcar cuatro goles en 60 minutos, el fin de semana pasado.
En México, la atención se centra sobre Marcelo. Saltó de la Sub 18 a la Sub 23 y marcó dos veces este martes ante el Bournemouth, pero participó en los cuatro goles del Arsenal. Para los Gunners es un proyecto para forjarlo como al acero, pero también para cuidarlo como la seda.
Al igual que sus hermanas, Marcelo, o Chicho, como le llaman en la intimidad del clan familiar, tiene una baraja con tres cartas. Puede jugar para la selección nacional de Inglaterra, de Canadá o de México. Ha elegido al Tri, de momento. A sus 18 años, La Tierra le parece plana, finita, conquistable.
Marcelo Flores debutó con Gerardo Martino. Un 2-2 ante Chile, en amistoso celebrado en diciembre pasado. Entró al ’83 supliendo a Uriel Antuna. A los 18 años, aún puede elegir. La pasión familiar le inclina por México. Pero, la razón y el corazón aún deberán debatir su futuro. Cuando se habla de México, sobre su futbol, la gloria y el amor habitan en universos distintos.
Darle apenas unos minutos ante Chile, al jugador que la afición ya ve como el redentor de un futbol cuyo vía crucis cuatrienal siempre termina en la crucifixión del cuarto partido mundialista, levantó bayonetas contra 'El Tata' Martino.
Ciertamente el técnico argentino hizo lo correcto. Endulzó el paladar del jugador, aunque sólo dio un dedazo de atole a los aficionados mexicanos. A los 18 años, el universo de un futbolista se vuelve peligroso. Tan amenazadora es la exuberancia de los elogios, como la vileza de las críticas viscerales. 'El Tata' lo sabe.
Además, la historia demuestra que el futbol mexicano es capaz de tragarse, sin atragantarse, a sus propias crías. Es una historia tan gastada como referencial: las grandes promesas, campeonas de dos Copas del Mundo Sub 17, y las de los Juegos Olímpicos de Londres, terminaron en desilusiones. Los nombres ya Usted los conoce muy bien, con dos referentes tan fantásticos como dolorosos: Giovani dos Santos y Carlos Vela.
Marcelo Flores, hoy, a los 18 años, confrontando exitosamente a tipos de 23 años, ha puesto en alerta al Arsenal. Insisto: física y futbolísticamente debe bruñirlo como al acero para que haga un futbol sedoso, pero mentalmente debe manejarlo como a la seda para templar un temperamento de acero. El Limbo del futbol está lleno de almas en pena que pudieron haber sido y no fueron.
Ciertamente es un jugador diferente. Marcelo puede desempeñar, prácticamente, todas las posiciones de ataque. Tiene la definición para ser inclemente en el disparo final, pero tiene además visión para cómodamente moverse como media punta, o incluso, desde atrás vislumbrar avenidas, donde otros jugadores ven callejones sin salida. No le enfada jugar por los costados, como tampoco jugar de señuelo.
Entiéndase: Chicho es un jugador distinto, porque su formación como competidor, atleta, jugador, y persona, ha sido y estará siendo procesada, bajo formas de educación a las que normalmente no tiene acceso un jugador en México. Dicho está: en el futbol mexicano no hace falta talento, hacen falta talentosos formadores.
Y quede claro: por más prodigiosa, generosa y exitosa que sea la evolución de Marcelo, él sólo no va a cambiar la historia de selecciones nacionales en México. Pero, tal vez, una generación de futbolistas con un proceso de gestación similar, sí puedan hacerlo.
Sin embargo, ya se sabe, en un balompié en el que el amasiato delincuencial entre algunos directivos, algunos promotores y algunos entrenadores, perpetran la compra de extranjeros de medio pelo, seguirán escaseando las oportunidades, además de que, pocos equipos (Santos, Pachuca, Atlas, Chivas, América y ¡Necaxa!), se atreven a fortalecer sus estructuras de fuerzas básicas, y a depurar el nivel de sus formadores.
La mayor bendición de Marcelo está en su mentor principal: su padre. Habiendo sido jugador y siendo entrenador, aprendiendo entre las etapas de carencias y también de comodidades, entre la horca de la escasez y el oxígeno de los recursos, Rubén Flores ha puesto en evidencia que junto con su esposa Susan, sabe jugar los tres papeles complicados de tres vidas, que le ha entregado el destino.
A la distancia, por sus mismas declaraciones, y por las manifestaciones de Marcelo, Silvana y Tatiana, Rubén ha encontrado la capacidad de dirigirlos como padre, de dirigirse a ellos como entrenador, y, muy importante, de dejar de dirigirlos en sus grandes decisiones, aunque sin dejar de orientarlos.
Recordemos cómo, en muchísimos casos, el gran problema de prometedores futbolistas mexicanos, fueron las decisiones de sus propios padres, obviamente no originadas por mala fe, sino por la confusión desenfrenada entre el amor y el desconocimiento.
Recuérdense los casos de César Villaluz, de Luis Landín, de los hermanos Dos Santos, de Marco Fabián, entre tantísimos otros. Todos hijos de la fábula de Papá Cuervo.
Por lo pronto, este jueves, Gerardo Martino debe anunciar la convocatoria para juegos cruciales en su gestión: visita a Jamaica, y recibe a Costa Rica y a Panamá. Está en situación crítica. Marcha tercero en la Tabla, y sólo un gol de diferencia lo coloca sobre Panamá, que se atrinchera en zona del repechaje contra Oceanía, pero ansiosa de subir ese escalón.
¿Debe convocar a Marcelo Flores? Sin duda. Y no necesariamente para hacerlo jugar ante adversarios que pondrán a crujir los huesos de sus rivales, sino para incorporarlo, gestarlo, acostumbrarlo, a ese útero tan especial e intenso que es la selección nacional. Educación extracurricular, que le vendría bien al jugador, al Arsenal y al mismo Tri. Además, claro, con un minuto de juego en esos escenarios oficiales y premundialistas, estaría amarrando, tentativamente, el reclutamiento del méxico-inglés-canadiense, conforme al reglamento de FIFA.
Recuerdo que antes del Mundial de Alemania, insistía, estérilmente, en que Ricardo LaVolpe debía llevar a la cita a Giovani dos Santos y a Carlos Vela, un año después de ser campeones del mundo, en lugar de llevar a su yerno, el Chiquis García, que se dedicó, primordialmente, a ser el niñero oficial de los nietos del técnico argentino.
¿Habría madurado ese ambiente mundialista en Alemania a Gio y a Vela, a los 18 años, como para saber enfrentar los desafíos inmediatos que se les venían con el Barcelona y el Arsenal? Sin duda. Pero, obviamente el nepotismo de LaVolpe pudo más.
Por lo pronto, lo mejor que le puede seguir pasando a Marcelo Flores es que se le siga templando en la fragua paciente y enérgica del Arsenal, para forjar un mejor acero, dentro y fuera de la cancha.