ESPNdeportes.comEl león, la leona y el búfalo africano están listos para ser enviados a México

JOHANNESBURGO -- He visto mucha gente sonreir en Sudáfrica, pero ninguna sonrisa fue tan amplia como la de Samuelson, un vendedor que me atendió en un mercado africano rumbo a Rustemburg, cuando escuchó que era mexicano.

--"Bienvenido Messico"--, me dijo feliz y no era para menos, pues la semana previa había realizado la mejor venta de su vida y fue precisamente con un mexicano, quien pagó casi medio millón de rands, unos 70 mil dólares en unos minutos.

En realidad yo sólo pensaba regatear por algunos collares y otras baratijas, nada comparado con lo que me iban a mostrar.

--"Ven, te enseño--, agregó el vendedor mientras me pedía que lo acompañara a la parte posterior del enorme local en donde podías encontrar infinidad de artículos africanos desde tambores, hasta enormes máscaras, collares, pulseras, fundas para cojines, y mil cosas más, algunas tan inútiles como lo que me mostraría más tarde.

La parte trasera del local era digna de mención, de unos 30 metros de ancho por 20 de fondo y en el que podías ver todas las paredes cubiertas por cabezas de animales africanos. La lista es interminable, desde impalas, ciervos, ñus, el famoso springbok que es el símbolo de Sudáfrica.

ESPNdeportes.comEl mercado de cabezas de caza sigue vigente

En realidad necesitaría una enciclopedia de la fauna africana para poder identificar a todos. Pero había varios inconfundibles, como los grandes mamiferos.

"Este león se lo vendí a un mexicano"-- me mostró el orgulloso Samuelson. Pero la venta no paraba ahí, el león disecado de los 130,000 rands (unos 20,000 dólares) no era la única compra. Aquí debo confesar que dudé de la autenticidad de las piezas de caza. De hecho me asome a la boca y los colmillos si lucen naturales, mientras que toda la garganta estaba rellena con una pasta rojiza.

Junto al león, que estaba montado en una base con una gacela en los pies, estaba otra leona también en su base y a su lado una enorme cabeza de búfalo africano y si... Samuelson me decía orgulloso que las compró el mismo mexicano.

Pero el día de shopping no terminaba ahí. Del otro lado del enorme salón había una jirafa, bueno desde donde inicia el cuello y también tenía la etiqueta de "Ignacio, México".

La compra en total superó el medio millón de rands y quedó pagada por algún mexicano que la verdad prefiero no saber quién era, ni en dónde vive. Tampoco quise saber los detalles de a donde serán embarcados los animales, ni qué casas "adornarán".

La verdad me conformé con inventar que era amigo de ese mexicano y conseguí que en los dos collares y cinco llaveros me hicieran un descuento de 50 rands porque les convencí que muy pronto les enviaría a otro paisano para comprarles otros leones africanos.

GettyJohannesburgo nunca podrá desligar su presente de sus zonas marginales

JOHANNESBURGO -- La frase de Emilio, un compañero argentino que tiene 31 años viviendo en Sudáfrica es contundente: "El apartheid desapareció sólo en las leyes, en las calles sigue vigente".

Sudáfrica anunció al mundo en 1994 que finalmente daba vuelta a su historia. El Congreso Nacional Africano tomaba parte en unas elecciones en el país y su mayoría lograba imponerse para terminar con los gobiernos blancos y terminar con sus leyes.

A partir de ese momento con Nelson Mandela al frente del país, Sudáfrica se anunció como una nación arcoiris, en donde todos tenían los mismos derechos y el mismo respeto.

Así se ve en la película Invictus. Así me lo han vendido durante 15 años. Así pensé que podría ser antes de viajar a Sudáfrica... pero nada de eso existe.

"Aunque los blancos son minoría siguen teniendo el control y el poder económico de la nación", me comenta Emilio mientras recorremos el centro de Johannesburgo, una zona de viejas edificicaciones, de ventas en las calles, de puestos de comida, de pobreza aunque no extrema.

Y no tiene que decirme que, pese a no tener el control en el gobierno, los afrikans siguen manejando el país.

GettyEl fútbol trajo alegría pero no terminó con los problemas

He visto muchos eventos interraciales, pero ninguno tan marcado como el que ocurrió al dejar la zona de Soccer City en un autobús de la FIFA conducido por un afrikans de complexión robusta y una enorme barba blanca.

Al rodear el estadio se habían colocado unos conos para agilizar la llegada de aficionados y el autobús invadió por unos 50 metros el carril de contrasentido. Al llegar a la esquina un policía negro de tránsito se acercó a la ventanilla y le dijo "aquí no es Estados Unidos, se maneja por la izquierda".

En México el conductor seguramente le habría gritado que quitaran sus conos y no habría pasado de un, "me saludas a la tuya".

>En Johannesburgo no ocurre así. El conductor saltó de su asiento como con resorte y se bajó del autobús, lanzándose sobre el policía en un claro intento por golpearlo. Pese a su "autoridad" el policía no reclamaba, no se defendía y sus compañeros intentaban tranquilizar al indignado afrikan, quien regresaba a su sitio y marcaba por su celular, vociferaba, gritaba y no le importaban las protestas de la gente en el autobús. El tenía que limpiar esa afrenta.

"Eso lo he visto tantas veces. En cualquier esquina alguien puede morir por un incidente similar", añade el reportero de una agencia internacional, quien entró a Sudáfrica por Ciudad del Cabo, una sitio que desde principio del siglo XIX aceptó a la mayoría negra pues hubo una clara división de ideologías entre los ingleses y los holandes colonizadores.

Hoy Sudáfrica anuncia al mundo que no existen leyes de segregación y es cierto. Aunque en la práctica siguen tan vigentes que da tristeza encontrarte con gente tan amable que sin embargo tiembla o te pide perdón mil veces si al atenderte en un restaurant se le llegan a regar unas gotas de vino sobre el mantel blanco mientras sirve tu copa.

Sala de Prensa
Enrique Vega/ESPNdeportes.comToda una odisea entrar sin acreditación
PRETORIA -- Recorrer las calles de Sudáfrica sin pasaporte es algo normal, de hecho es hasta lógico para evitar perderlo o que te lo roben, porque además la acreditación de FIFA es casi un salvoconducto o el reconocimiento de tu personalidad ante cualquier autoridad sudafricana.

Pero qué pasa si un día pierdes la acreditación o simplemente olvidas en el hotel ese cuadro amarillo con tu foto que durante semanas has llevado colgado del cuello. Bueno... ese día te pones a sufrir porque no tenerla es provocar que en automático se te cierren las puertas, o al menos así debería ser.

Este martes no perdí la acreditación, pero sí la olvidé y me di cuenta cuando íbamos rumbo a Pretoria para el partido Paraguay-Japón y ya no había tiempo para regresarnos. Así que no había de otra, era quedarme muchas horas sentado en la banqueta o intentar burlar la seguridad sudafricana.

Mis compañeros me dieron confianza, además de que en principio lo más difìcil era llegar primero a la sala de prensa a recoger el boleto, porque sí estaba autorizado.

Y antes de la sala de prensa había que pasar cuatro retenes. El primero fue sencillo, mientras el responsable de seguridad checaba una foto en una credencial, yo pasé por atrás y quedé adelante en la fila.

El segundo parecía más complicado, había que librar al menos a cinco policías y su supervisora, además de que tenía que cruzar el arco para metales y meter mi mochila por el detector de rayos x. El movimiento fue rápido, deposite todo en la back pack, teléfono, monedas, cualquier cosa que pudiera activar el detector y cuando sonó el arco y un policía detenía al que iba frente a mí, alcancé a escabullirme, tomar la maleta y salir rápido hacia la sala de prensa.

El ingreso tampoco era sencillo, pues estas enormes carpas blancas tienen doble puerta y en cada una hay elementos de seguridad. El primero lo pasé atrás de un reportero que se puso en el ángulo de visión del policía y el segundo me agaché como a recoger un papel y no alcanzaron a ver si traía la acreditación colgando.

Ya en la sala de prensa un compañero retiró mi boleto y me preparé para la segunda etapa, llegar al estadio y fue sencillo pasar los otros tres retenes de seguridad en donde sólo se permite cruzar con la acreditación.

El sitio en el estadio estaba garantizado pero no el regreso al centro de prensa y la noche y el nutrido grupo de periodistas que regresaban rápidamente a escribir me ayudó para ir pasando una a una las revisiones mientras observaban a los que iban al frente.

Al final del día se pudo cumplir la labor, aunque debo confesar que tampoco tenté a mi suerte de probar burlar a los guardias de la puerta del baño, así que mejor me apuro para salir de la sala de prensa y regresar a las calles de Sudáfrica en donde la acreditación te permite que las autoridades te ayuden, pero si no la tienes tampoco te sentirás un criminal buscado por la justicia como ocurre cuando estás en zona FIFA, sin la venia de Joseph Blatter.

GettyLos aficionados africanos despidieron al Tricolor después de cuatro partidos
JOHANNESBURGO -- Luego de casi un mes en Sudáfrica pude despertar mucho más tarde de lo habitual. Las tres o cuatro horas de sueño diario se convirtieron en seis, todo un lujo. Pero no había motivos para sentirse bien, de hecho, es el día que menos descansé.

No, nunca me he cortado las venas cuando pierde la selección. De hecho, me he habituado a dejar la pasión de lado. Pero no deja de doler la derrota ante Argentina y molestar que después de tres semanas y dos días de correr cada mañana al Thaba Ya Batswana se rompió el ritmo y lo peor, aquella selección por la que tantas veces cruzaste la ciudad se fue sin siquiera dejar un mensaje colgado en las rejas del lujoso hotel ubicado en una solitaria carretera al sur de Johannnesburgo diciendo al menos: "Nos vemos en Brasil 2014".

GettyAguirre viajará al DF para hacer oficial su salida del Tricolor
Pero cómo esperar que se tuvieran alguna atención, si Aguirre y sus muchachos no fueron capaces ni siquiera de despedirse de maneraa oficial de la afición que los acompañó en sus cuatro partidos y menos aún de los millones que la siguieron desde sus hogares a través de la televisión.

En realidad lo que menos me importa es que se despidan, pero sí más de uno exige que den la cara, como el propio Aguirre lo aseguró el domingo: "No se robaron nada" y yo creo que mentía... pues se robaron las esperanzas de millones.

No sé que es más vergonzoso, si quedarse cuatro veces en la misma instancia, perder dos mundiales consecutivos contra el mismo rival o negarse a dar la cara.

"El problema es que México no tiene nadie que defina", me comentó esta mañana Carlos Bianchi. "Así no se puede ganar nunca".

Cualquiera diría que escribo después de "comer con el enemigo", pero la realidad es que Bianchi analiza al Tricolor de una manera imparcial y no deja dudas sobre las fallas del equipo de Aguirre y su gran problema, aunque tampoco quiere hacer públicos sus comentarios.

"Tocan el balón, se adueñan, pero no tienen definición", me señaló.

Hoy Johannesburgo lucía diferente. Ya no había camisetas verdes en las calles. Los pocos mexicanos que dejarán el país entre lunes y martes aparecían en los centros comerciales y restaurantes con camisetas de Brasil, porque a fin de cuentas es esta selección a la que los mexicanos han adoptado desde 1970.

Los mexicanos en Sudáfrica a fin de cuentas siguen soñando con alzar la Copa FIFA y su favorito sigue en el camino. Mientras que les queda la esperanza que Alemania elimine el sábado a Argentina para que los teutones salven la afrenta porque los discípulos de Aguirre no pudieron alcanzar la revancha.

GettyLos niños de Sudáfrica dejan volar sus sueños de ser un día bafana bafana
JOHANNESBURGO -- Después de tres semanas en Johannesburgo las experiencias son muchas y las conclusiones interesantes, luego de que en la ronda de grupos la Copa Mundial de Sudáfrica dejó en el camino al campeón y al subcampeón de la edición previa, clasificó a todos los equipos de América menos uno, y puso a sufrir a todos los favoritos.

Primera conclusión: Los equipos americanos han crecido y los europeos no llegaron en su mejor momento. Sí, lo sé, no se necesita ser un genio para escribirlo.

Pero más allá del desarrollo futbolístico de América, pesa la adaptación en Sudáfrica. El jugar en escenarios hermosos y recién construidos, pero vivir un entorno muy diferente al que se encontraba en Alemania, Japón, Corea, Francia, Estados Unidos, Italia.

En Sudáfrica las selecciones sí ven a la gente --por muy alejadas que se encuentren en costosos hoteles protegidos como en una cárcel de alta seguridad--. Ver en su trayecto rumbo al estadio a niños pobres pateando pelotas a la orilla de la carretera debe ser algo que mueve el sentimiento de más de un seleccionado americano que puede verse reflejado. Porque más de uno ha surgido de barrios pobres y encontraron en el fútbol una forma de vivir en la bonanza.

GettyLos niños son la esperanza de la FIFA
Y no es cuestión de hacer análisis antropológicos, sino de realidades. Sudáfrica es diferente y contrastante. Junto a algunos de los estadios más modernos del mundo aparecen zonas de pobreza que sería imposible no ver, por más concentrados que viajen en sus autobuses mientras escuchan su música.

Ninguno lo aceptaría abiertamente, pero no es lo mismo cruzar por barrios alemanes viendo sólo a sus aficionados, que encontrarse a su paso con niños que se sueñan dentro de esos autobuses, recorriendo el mundo, saliendo de su pobreza.

Sudáfrica es diferente para todos. Desde aficionados hasta jugadores. Pero no tanto para directivos, pues ellos siempre estarán en el mundo de la opulencia.

Para los dirigentes no hay carencias y seguro que ellos no ven niños pobres pateando pelotas de trapo, ni se topan con gente local que te da un abrazo y siempre te quedará la duda si era realmente de corazón o alguno buscaba sacarte la cartera.

No, los dirigientes son una élite que ve Sudáfrica desde las suites de lujosos hoteles. Que lo mismo se hospedan en el Hotel Michelangelo junto a Mandela Square, en donde a la puerta puedes encontrar los autos más caros del planeta.

Así en una tarde cualquiera puedes toparte frente a su hotel los Rolls Royce, los Lamborghinis, los Ferraris, los Aston Martin, o Porsches. Los BMW o Mercedes son demasiado austeros, aún en sus versiones más costosos.

Y en una noche cualquiera también encontrarás en el lobby al menos a una docena de hermosas mujeres negras que a cada huesped del hotel le ofrecen acompañarlo a su cuarto.

Los directivos no se conmoverán por lo que ven. Pues a ellos sólo pueden verlos otros dirigentes. No verán niños a la orilla del camino, aunque sí se enterarán que la FIFA y el Comité Organizador realizan donaciones para apoyar el desarrollo del fútbol infantil en África.

No, ellos no comerán con prisas ni tendrán que soportar el frío. Porque en su Mundial todo es bello, todo es alegría, todo es bonanza. Ellos alabarán a Sudáfrica por haber organizado la mejor Copa de la historia, felicitarán a su gente por su comportamiento, es más, la calificarán como la mejor afición.

Y después volverán a sus palacios, ya sea en Lausana, en Londres, en París, en Madrid, en Tokio, en México. Y seguirán planeando, satisfechos por haber llevado el fútbol al punto más sureño del continente africano. Mientras Sudáfrica vivirá la cruda mundialista y empezará a pagar cuentas y a pensar qué hacer con sus estadios cuando los Messi, los Kaka, los Villa y tantos más los hayan abandonado.

APNo todo es glamour en las zonas aledañas a los estadios en Sudáfrica
JOHANNESBURGO -- El campeón Italia dijo adiós y de qué forma, terminando como el peor equipo del Grupo F con apenas dos puntos y decidió despedirse justo en Ellis Park, el estadio más representativo de Sudáfrica, por toda la historia que lo rodea.

Recuerdo hace un par de meses cuando el viaje al Mundial empezaba a tomar forma y durante una agradable velada en casa veía un reportaje de la BBC, en donde mostraban todos los riegos de estar en Sudáfrica.

Aquel reporte de una hora metía miedo. El conductor Louis Theroux había decidido visitar la ciudad sudafricana y presentaba imágenes aterradoras. Barrios con viviendas demolidas, gente viviendo en edificios abandonados, ejércitos privados de guardias armados y violentos, asaltantes que por 500 rands (como 80 dólares) podían matar a quien les dijeras.

Además, la cámara de la BBC recorría las zonas marginales. Ciudades perdidas con casas de cartón y habitantes dispuestos a sepultar a pedradas a quien se robara un teléfono celular.

La situación de verdad era para preocuparse. Estaba preparando un viaje a un lugar para asustar a cualquiera. Parecía más peligroso que pasear por el Eje 1 Norte frente a Tepito en un BMW una noche de viernes de quincena y con los vidrios abajo.

Mi primera impresión al llegar a Johannesburgo no cambiaba mucho el panorama. Mi conductor me llevó por la zona de Alexandra y era justo como lo pintaba la BBC. Barrios marginales con montañas y gente viviendo en medio de los desechos.

Después de tres semanas en Joburg he descubierto una cara muy diferente de Sudáfrica, aunque el sitio que visitó Louis Theroux sí existe y está a unos pasos del Ellis Park, el mismo estadio en donde Italia se despidió de la Copa.

APAbundan los indigentes cerca de Elllis Park
Johannesburgo se divide en Regiones y la zona cercana al Ellis Park era conocida como la Región 8 y fue la zona de mayor bonanza entre 1990 y 1996. Durante esos seis años fue considerado el corazón económico de este país.

Pero a raíz de la desaparición del Apartheid los dueños de las empresas cerraron sus oficinas y dejaron decenas de edificios abandonados, los cuales fueron tomados por nigerianos, por desempleados, por vagos, por vendedores de drogas y los convirtieron en una de las zonas más peligrosas de la ciudad.

En la actualidad la policía sudafricana acepta que en cualquier esquina en el barrio de Bertrams puedes adquirir todo tipo de droga, o puedes toparte con un asaltante --como ya le paso a varios periodistas que intentaban llegar a Ellis Park-- pero ni siquiera los policías se atreven a entrar.

"Estábamos en la esquina esperando la luz verde cuando un negro nos rompió la ventana y se metió todo el cuerpo, yo aventé el celular al suelo", relató en la sala de prensa un periodista hindú, quien perdió su mochila con la computadora. "Era un chico como de unos 18 años o menos".

Da miedo caminar por Bertrams rumbo a Ellis Park, y eso que en los últimos tres años el gobierno sudafricano gastó dos billones de rands para mejorar el entorno. Restauró las fachadas de los edificios abandonados que en realidad son multifamiliares; arregló la Derby Road, la principal calle aledaña al estadio; instaló algunos comercios que hasta hoy todavía funcionan; y la Terrace Road Mansions fue convertida en una zona habitacional de bajo costo.

Los cambios acentuaron los contraste, pues a un lado del Ellis Park hay dos restaurantes de franquicia estadounidense de gran lujo y se ve que tienen pocos días de funcionamiento. Pero justo frente a ellos, hay unos pequeños locales comerciales de escasos cinco metros cuadrados, con tremendas rejas, y en donde venden fruta colocada en el suelo.

Hoy La zona de Ellis Park intenta ocultar su realidad bajo las banderitas de plástico que cuelgan en las esquinas. Pero es un maquillaje superficial que no cubre sus cicatrices y que no curará las heridas.

Porque el rencor que se siente en estas calles tiene cientos de años acumulándose y no basta un mes de fútbol para cambiar el sentir de los habitantes de estas zonas más que marginales, que siguen viendo a los blancos con recelo y que buscan cualquier forma de revancha, aunque sus víctimas sean extranjeros que no tengan la menor idea de que Bertrams fue un barrio de ricos que un día salieron huyendo y convirtieron esta zona en una tierra de nadie.

JOHANNESBURGO -- La visita a Rustenburg no dejó muy buenos recuerdos. Dos días consecutivos de perder horas en la carretera y al final la estadística sólo registrará que México perdió 1-0 contra Uruguay y que clasificó de lástima a octavos de final de la Copa Mundial de Sudáfrica 2010.

Al final, esa comunidad minera que posee la más extensa riqueza de platino en el mundo no recordará como corean un gol los mexicanos, sólo sabrá que estuvieron por ahí cuando escuché el grito de "puuuuuuuuuuuu..." que se ha hecho famoso y ahora lo repiten incluso los aficionados sudafricanos, aunque no sepan qué significa.

Regresar en las noches desde Rustenburg ofreció panoramas africanos, de estrechas carreteras de dos carrilles, totalmente solas, en donde aparecía el temor pues no habría nadie a quien pedir ayuda en caso de alguna ponchadura o accidente.

Afortunadamente no sucedió nada, aunque en los regresos siempre buscamos evitar una de las zonas más marginales en las afueras de Johannesburgo, que en el día ya lucían peligrosas y en la noche... mejor ni investigarlos.

El pase por la Ciudad Rural de Johannesburgo fue una más de las bromas del GPS porque nunca como en Sudáfrica había encontrado un navegador satelital que encontrara las rutas más extrañas y complicadas.

De por sí el ir al lado derecho en el volante ya ha provocado algunos problemas en los enviados. Una llanta rota por golpear la banqueta del lado izquierdo es el menor de los ejemplos. Pero si a eso se le agrega un GPS que no ayuda, entonces recorrer Sudáfrica se convierte en un safari diario en donde no sabes qué sorpresas puedes encontrar.

Enrique VegaBienvenidos a Royal Bafokeng
RUSTENBURG -- ¿A qué huele Sudáfrica...? Bueno, no sé todo el país, pero sí sé a que huele Rustenburg: huele a humo de fogata, como cualquier pueblo de México.

¿Y cómo luce Rustenburg...? Podría decirles que tambien luce familiar. De hecho llegar a esta comunidad rural en donde se encuentra el estadio Royal Bafokeng me recordó mucho cuando conocí Chachalacas en Veracruz. Calles de arena hasta llegar al estacionamiento de prensa y montones de gallinas dándonos la bienvenida.

De todas las sedes que he visitado, Rustenburg es la más africana. Tiene un estadio de primer mundo construido en medio de la nada; con modernas avenidas que conducen al escenario mundialista, aunque no hay zonas habitacionales en muchos kilómetros a la redonda.

Frente al Royal Bafokeng sólo hay algunas casas salpicando el paisaje y poniéndole colorido, pues son ellos los propietarios de las gallinas negras que eran las encargadas de dar la bienvenida en este pintoresco lugar.

Enrique VegaLos Rayos X tienen otra utilidad en Rustenburg

Y vaya que es singular, pues aqui los scaners de rayos X sirven para guardar la fruta de los guardias, y que se mantenga fresca y fuera del alcance de los insectos.

Pero en contraste, es el único estadio que sí tiene una área de reposo construida de definitiva y no una zona prefabricada dentro de la carpas de trabajo de la prensa.

Si Polokwane era una "ciudad" con 50,000 habitantes, Rustenburg es apenas una reducida comunidad minera pero que tiene un gran potencial económico, pues bajo su suelo está la mayor reserva de platino en el mundo.

Aunque los Bafokeng, dueños de la tierra, nunca han sido ricos. De hecho, están muy lejos de recibir beneficios del costoso mineral, pues han pasado más tiempo defendiendo su tierra que obteniendo beneficios.

Los Royal Bafokeng llegaron a este sitio, de acuerdo con la leyenda, huyendo de Lesotho y después de Botswana y decidieron instalarse en donde encontraron los lagartos les marcaron el camino, algo así como la leyenda de los aztecas al llegar al Valle de Anahuac, sólo que aquí no había águila devorando una serpiente, sino nidos de kwena como llaman al cocodrilo.

Pese a que nadie sabe en qué fecha llegaron a estas tierras y las han habitado desde épocas remotas, los Bafokeng tuvieron que comprar sus propias tierras en el siglo XIX siguiendo una iniciativa de su Rey Kgosi Mokgatle, quien pensó que de esta forma los respetarían los Boers, los colonos blancos de la República.

La ironía es que los Bafokeng se empleaban en las minas trabajando casi como esclavos y con sus ingresos iban comprando su propia tierra. Hasta adquirir 1,400 kilómetros cuadrados ubicados entre la Reserva Natural de Magaliesberg, Rustenburg, Sun City y la Reserva de Vaalkop. en donde en la actualidad viven 300,000 personas quienes forman la Royal Bafokeng Nation (RBN).

Hoy los Royal Bafokeng reciben regalías mínimas por el plátino, pero rompieron su tradicional calma por la visita de miles de mexicanos que al grito de chiquitibum irrumpieron en su calles de tierra roja, que sin pedir permiso tomaron su banquetas para estacionar y que a cambio regalaron máscaras de luchadores que los niños ahora visten felices.

Rustenburg nunca había alterado su ritmo hasta hoy, cuando la esperanza Tricolor pintó esta comunidad de verde blanco y rojo, borrando prácticamente a los aficionas charrúas.

La esperanza Tricolor iluminó el estadio Royal Bafokeng, ahora sólo falta que los discípulos de Javier Aguirre respondan en la cancha.

Enrique VegaNi humo ni caos ni explosión
JOHANNESBURGO -- Tanta información sin duda genera desinformación como ocurrió este domingo en Soccer City, luego de que se escuchó una explosión que de inmediato quisieron asociar a un atentado contra la Copa Mundial. ¡Vaya forma de desinformar de algunos!

Para algunos 'enviados' la tentación de soltar primero un rumor de esta magnitud es mayor que cualquier ética de checar dos veces. "Explosión en Soccer City", era lo menos que podía verse en Twitter.

"Pánico en Johannesburgo", dijeron otros medios.

En México dirían: "Por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo".

Porque lo que se oyó fue simplemente una explosión programada en una mina cercana. Fue simplemente una prueba en la fábrica Maxam, ubicada en el barrio de Roodepoort, en donde se checa el material que será utilizado en la industria minera y en las canteras.

La realidad es que Soccer City se encuentra en la zona de Crown Mines, una de las minas de oro más antiguas de Sudáfrica. Es tan vieja que frente a todo Soccer City se aprecian unas montañas piramidales enormes, como de 500 metros de largo.

Su formación llama la atención por lo recto de sus líneas y es que son montículos que han ido formando a lo largo de los años, depositando ahí toda la arena que se retira del subsuelo sudafricano y que tampoco sirve para hacer los mosaicos para el piso, una de las industrias más prominentes en el país.

Enrique VegaLas nada misteriosas pirámides de Crown Mines

Así que esas gigantescas pirámides no son obra de egipcios que llegaron a conquistar la parte más baja del contintente. Tampoco son obra de extraterrestres que construyeron enormes pistas de aterrizaje para regresar a conquistar la tierra.

No. Las pirámides frente a Soccer City no esconden historias fantásticas. Tampoco las explosiones cercanas, aunque haya varios que piensen que vendiendo mentiras se puede tener la mejor cobertura del Mundial.

"Si pasara algo nosotros seríamos los primeros en saberlo", me comenta con calma la capitana Wolfaartd de la policía nacional sudafricana, una mujer de 1.70 de estatura, cabello rubio, ojos verdes, que lucía tranquila, serena mientras realizó un par de llamadas a su base para confirmar que todo había sido un rumor infundado.

UN GALLEGO EN SUDAFRICA
Después de dos semanas en Johannesburgo finalmente se empieza a agarrar el ritmo y se agradece cualquier momento amable para iniciar el día.

Así que viajar con dos compañeros de EFE al entrenamiento de México siempre será grato, sobre todo cuando José Antonio le dice a su fotógrafo Emilio: "Macho te voy a contar un chiste de gallegos". Y Emilio responde con rostro serio que él es gallego.

"Vale, entonces te lo cuento dos veces", responde José Antonio.

Las anécdotas diarias son interminables. Reporteros que han sido detenidos por la policía por manejar a exceso de velocidad, otros que se han enfermado por excederse en las comidas africanas, y unos más que ya quieren regresar a sus lugares de origen abrumados por la nostalgia.

Por donde se vea, la cobertura de una Copa Mundial es una experiencia inigualable en donde coinciden culturas, religiones y también estupideces.

Y hasta ahora una de las mejores la escuché de un reportero mexicano viendo a dos mujeres vestidas con burka, la tradicional vestimenta musulmana, quien dijo: "Y pensar que abajo de todo eso no traen nada".

Enrique VegaPolokwane mostró su mejor cara

JOHANNESBURGO -- En apenas 24 horas la selección mexicana dejó atrás Polokwane, pero esta pequeña ciudad ubicada al norte de Sudáfrica dejará muchos gratos recuerdos en los visitantes que ahí estuvimos, por su hospitalidad, por su hermoso estadio y por su temperatura que los periódicos reportan llegó a estar a menos 10 grados centígrados la noche del jueves.

El miércoles al abandonar el centro de prensa, Polokwane no ofrecía un rostro muy amable, la noche era increíblemente oscura. Y fueron momentos de tensión recorrer las solitarias calles buscando el Yellowstone Luxury, que por fuera era una casa tipo zona residencial de Cuernavaca.

Por dentro el hotel era un sitio decorado con motivos africanos de apenas 12 habitaciones, y la número 8 reservada a mi nombre ya estaba ocupada. El hombre de seguridad no comprendía cómo era posible que estuviera hablando con Enrique Vega, porque Enrique Vega ya había tomado la habitación.

Ante la duda llamó al propietario del hotel, quien explicó que un mexicano llegó temprano, mintió diciendo que era Enrique Vega y le dieron mi habitación. "Es un gran error, pero para poder reparar esta falla le ofrezco la suite Queen of Sheba". Por cierto, al otro mexicano me lo tope en el desayuno, como de unos 50 años, mandando mails desde su Mac, con aliento alcohólico y eso que todavía no se jugaba el partido. No valía la pena ni reclamarle.

Enrique VegaLa mejor cena de Sudáfrica

La amabilidad abrumaba. Despertó a la cocinera y me ofrecieron la mejor cena desde que llegué a Sudáfrica, muy lejana a la de cualquier hotel. Una crema de papa, una ensalada de verduras en vinagre, zanahorias cocidas y pimientos picados. Y como plato fuerte un pollo en una salsa blanca con un sabor de especias fuertes, con mucha pimienta, acompañado de papas en gajos, y lo que aquí llaman zanahoria dulce, que en realidad que es un tubérculo naranja muy rico. Incluso hubo postre, un pay de limón.

Para el jueves, día del partido, sí tenía una reservación en un hotel autorizado por ESPN, con un pequeño detalle, que al buscarlo resultó que estaba a casi tres horas de Polokwane, por lo cual había que encontrar otra opción mas cercana al estadio. Pero el Yellowstone Luxury ya estaba a su máxima capacidad.

Cual sería mi sorpresa que los propietarios del hotel Johan Groenewald y Albert Roux me ofrecieron una alternativa: Instalarme junto con mis dos compañeros reporteros mexicanos en la sala de su casa. Nos ofrecieron poner las camas, con baño independiente: "Y les dejamos el refrigerador para que coman lo que quieran cuando lleguen del estadio".

Increíble la amabilidad que puedes encontrar tan lejos de casa. Y más cuando en la mañana llegabas al comedor para encontrarte con Sarah, la cocinera, una enorme mujer negra que con una gran sonrisa te decía "bienvenido a casa".

Sin duda que lo mejor de Polokwane en lo deportivo fue el triunfo de México, pero de eso ya mucho se ha escrito y es justo recordar un pueblo de apenas 50,000 habitantes que son capaces de invitarte a su casa para hacerte sentirte cómodo en la noche que de acuerdo a los reportes de prensa local, se rompieron los récords de frío en el invierno sudafricano.

Enrique VegaEl centro de prensa se volvió de alta seguridad

CONEJOS EN JOHANNESBURGO
Polokwane quedó atrás y de regreso en la urbana Johannesburgo aparecieron las sorpresas en la enorme sala de prensa junto a Soccer City, pues este sábado ya no estaban los policía municipales que te permitían accesar sin ningunaa revisión.

En su lugar llegaron decenas de elementos de la Policía Nacional, algo así como una fuerza de elite que cubre el país en donde la mayoría de sus elementos son rubios y pasan de 1.75 metros.

Llegar a la zona de trabajo ya no es tan sencillo como sonreir y decir: "Hello bafana bafana". Ahora sí hay que mostrar que tienes en la mochila, enseñar la acreditación y no sonreir demasiado para no parecer sospechoso.

Adentro de la sala de prensa también hay nuevos rondines que inquietaban, pero la presencia de esta nueva policía obedece a dos motivos.

La primera, que los policías municipales realizan un paro exigiendo un aumento de salario o de lo contrario amenazan con boicotear el mundial, y eso es algo que el gobierno sudafricano no permitirá.

Y el motivo de los rondines internos es porque el viernes se robaron la primera lap top dentro de la sala de prensa, al sacarla de uno de los lockers, le cortaron el candado y se la llevaron con todo el equipo.

Así que ya no hay sitio seguro en Sudáfrica, pero bueno... tampoco es para alarmarse, al menos hasta hoy.

GettyEE.UU endurece las medidas de seguridad
JOHANNESBURGO -- Su sola presencia cambió las reglas del juego, al menos en lo que a la seguridad se refiere, pues la visita de EE.UU. a Ellis Park en esta ciudad, para enfrentar a Eslovenia, provocó que esta vez sí fueran estrictos los controles de seguridad y que los escaners de rayos X se utilizaran para lo que fueron creados.

Porque desde que inició el Mundial de Sudáfrica en prácticamente toda las sedes el paso por las barreras de seguridad es un simple trámite. Te piden que pases la mochila por los aparatos de rayos X, pero lo más comun es que mientras está cruzando frente a la cámara, los encargados de seguridad están platicando y no voltean a ver qué tienen en la pantalla.

Los arcos detectores de metales han sido otro gasto inútil en Sudáfrica, pues aunque al cruzar suena como trajeras encima una bomba atómica, los oficiales de seguridad te piden que sigas y en el mejor de los casos te pasan un detector de metales manual para dar una segunda revisada, pero siempre te dejan avanzar sin más trámite.

Pero la llegada de EEUU a una de las zonas de más alto riesgo en Johannesburgo provocó una movilización de seguridad diferente e incluso la llegada de la policía nacional, elementos mejor preparados que no descuidaban su puesto.

Usualmente basta con enseñar desde lejos el cartón de estacionamiento y los policías locales te abren todas las barreras. Te ceden el paso casi hasta la cancha.

Este viernes me sorprendió que al mostrar el pase de estacionamiento el policía se acercó a la ventana para preguntar por el engomado que debe entregar FIFA para cada partido.

Más adelante volvió a sorprenderme que esta vez las barreras que rodean al estadio sí estaban colocadas en su lugar.

Y lo que sí se salía de la normalidad era al llegar a los escaners y los arcos detectores de metales, pues al meter la mochila con la laptop, cámaras e infinidad de cables y adaptadores, uno de los policías de la guardia nacional se pegaba a la pantalla para revisar cuidadosamente qué había dentro de la bolsa.

En los arcos detectores de metales la revisión no era menos rigurosa e esta vez sí obligaban a sacar todo de los bolsillos hasta que no sonara.

Porque Estados Unidos no ha sido la mejor selección dentro de la cancha, pero si es la que cuenta con el mejor aparato de seguridad. Previo al arranque del Mundial fueron blanco de las amenazas de los grupos terroristas y aunque no ocurrió nada en el encuentro EE.UU.-Inglaterra, las autoridades policiales no han bajado la guardia.

Ellis Park se convirtió el viernes en una especie de Fort Knox en donde los estadounidenses depositaron sus joyas más preciadas, empezando por el diamante de la corona, Landon Donovan, el jugador que es capaz de cambiar la historia de un partido.

Estados Unidos estuvo abajo en la pizarra por 2-0 y parecía que Eslovenia conseguiría el primer boleto a la siguiente ronda en la Copa Mundial de Sudáfrica, pero el cuadro de las barras y las estrellas revivió de la mano de Donovan, quien acercó en la pizarra cuando su equipo ya parecía derrotado.

Donovan se escapó por la derecha, entró al área y sacó un disparo tan potente que el portero esloveno Samir Handanovic ni siquiera intentó meter las manos y apenas alcanzó a quitar la cara, o habría recibido una violenta rasurada.

El espíritu de Donovan levantó a su equipo y los enfiló al empate y quizá debería haber sido a la victoria, de no ser porque el árbitro les anuló de forma injustificada un gol legítimo.

Al final Estados Unidos rescató el empate y sigue en la pelea y ahora el operativo 'Fort Knox' se trasladará a el 23 de junio cuando se enfrenten a Argelia en el Loftus Versfeld Stadium, de Pretoria y que se antoja será otra alerta roja por el choque entre religiones y puntos de vista tan distanciados.

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