BEIJING -- Eric Shanteau, Natalie Du Toit, Maria Belén Dutto.

Sus historias, seguramente, serán conocidas por algunos y totalmente novedosas para otros. Historias mínimas y gigantes de Beijing 2008.


La historia de Natalie Du Toit

Hace poco menos de dos meses, en los Estados Unidos se realizaron las eliminatorias para conformar el equipo de natación que representaría al país en los Juegos Olímpicos. Por la calidad y la cantidad de los competidores, los trials son casi tan importantes como los juegos mismos.

Una semana antes de la competencia, Eric Shanteau, de 24 años, nacido en Atlanta, Georgia, y residente en Austin, Texas, quien participó del selectivo de los 200 metros pecho, recibió la dura noticia de que padece cáncer testicular.

Igualmente, Eric intervino en su competencia y logró, junto a Scott Spann, las dos plazas que había en juego, dejando en el camino a otros grandes favoritos, como Brendan Hansen, ex récordman mundial y medalla de bronce en Atenas 2004.

Los médicos le permitieron competir y retrasar el tratamiento para después de la competencia, asegurándole que no habría riesgo hacerlo y que a la menor sospecha de algún peligro, regresaría a casa para comenzarlo.

Pero Eric llegó a Beijing, compitió en su eliminatoria, en la que fue segundo, y se clasificó para las semifinales. El sexto puesto que logró en una de ellas no le permitió estar entre los ocho finalistas.

Según dijeron los otros integrantes del equipo, Eric fue una inmensa fuente de inspiración para todos ellos, y así se lo hicieron notar el día de las semifinales, cuando le brindaron un gran aliento, al igual que todo el público presente en el Cubo de Agua, que lo despidió con una sentida ovación.

"El cáncer es mucho más grande que los Juegos Olímpicos y me ha ayudado, pero yo sólo me centro en la natación. Estar aquí sirve para mostrar el lado positivo de la enfermedad", manifestó Shanteau.

En 2001, Natalie Du Toit era una de las grandes maravillas que la natación tenía para mostrar en el inicio del nuevo siglo, destacándose en las pruebas de velocidad y en las de especialidad pecho.

Allí, en Ciudad del Cabo, donde nació el 29 de enero de 1984, regresaba a su casa de un entrenamiento manejando un scooter, cuando fue atropellada por un auto. Las lesiones que sufrió en la pierna izquierda provocaron que una semana después de la tragedia, y pese al desesperado trabajo del equipo médico, debieran amputársela por encima de la rodilla.

Tres meses después estaba otra vez en el agua. A raíz de su minusvalía, debió dejar las pruebas de pecho, porque "patear con solo una pierna sólo me hacía dar vueltas en círculo", define ahora con una sonrisa.

Menos de un año más tarde, se clasificó para la prueba de 800 metros de los Juegos de la Commonwealth, en Manchester, donde culminó octava.

Los Juegos Paralímpicos de Atenas la tuvieron como una de las grandes estrellas, donde ganó seis medallas: cinco de oro y una de plata.

Pero su enorme sueño era estar en Beijing. Para ello, debió cambiar todas sus rutinas, porque la prueba que consideró la ideal para lograrlo era la maratón de 10 km de aguas abiertas, que durante estos juegos debutaba como prueba olímpica.

Natalie se clasificó en el mundial de Sevilla, que se realizó en mayo de 2008, al terminar cuarta, sólo cinco segundos detrás de la extraordinaria rusa Larisa Ilckenko, que acaba de ganar también la medalla de oro olímpica.

En Beijing, Natalie terminó en el puesto 16 y se convirtió en la primera mujer discapacitada motriz que participa de un Juego Olímpico.

El Comité Olímpico de Sudáfrica la premió de una manera que no olvidará nunca: el 8 de agosto fue la abanderada de la delegación de su país en la ceremonia de apertura de los Juegos.

La prueba de bicicross, al igual que la de aguas abiertas en la que participó Natalie, debutó en el programa de estos Juegos Olímpicos.

Maria Belén Dutto tiene como ejemplo a Gabriela Díaz, compañera de equipo de la delegación argentina, cordobesa como ella, actual subcampeona mundial y campeona mundial en los tres años anteriores, y por quien se dedicó a practicar este deporte tan especial.

¿Qué lo hace especial? La competencia de BMX, tal su nombre específico, dura menos de 40 segundos, tiempo durante el cual los ciclistas recorren un circuito sinuoso, deben sortear obstáculos de tierra y en menos de un suspiro termina.

Una buena largada es fundamental. La misma se realiza con el disparo electrónico. Maria Belén suele ser siempre la última en largar, y descontar esa ventaja en tan poco tiempo la obliga a un desgaste supremo.

Maria Belén Dutto tiene 98 por ciento de hipoacusia bilateral profunda. Al poseer un índice tan elevado, los médicos la consideran sorda.

En algunas pruebas, como ocurrió en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, le permitieron a su padre colocarse detrás de ella y darle la orden de partir, tocándole la espalda. Pero aquí está sin su familia y un voluntario le indica cuándo hacerlo. No es lo mismo.

Maria Belén tiene sólo 21 años y hace más de diez que practica bicicross. En la mañana de este viernes en Beijing, competirá en las semifinales de su prueba, buscando un lugar entre las ocho que, un rato después, disputarán la final.

Ella, como Eric, como Natalie, no necesita ninguna medalla en el pecho para sentirse una auténtica campeona.

BEIJING -- Los chinos le desarrollan al extranjero el hábito de la paciencia. Provoca cierto fastidio seguirles el ritmo, porque cualquier decisión que deban tomar la consultan con otro, hasta las más nimias, como responder si le parece que está lindo el día.

Pedirle a un voluntario que le diga al taxista nuestro destino demandará otros tres pasos: la convocatoria a otros voluntarios, la informacion al taxista y detener a otro taxi para que el taxista vuelva a consultar, aunque el viaje sea de diez cuadras.

Somos extranjeros,estamos en su país, que no es como estar en cualquier país, y toda insensibilidad cultural es culpa de nosotros. Es una situacion compleja de explicar y de aceptar, porque uno no puede ponerse todo el tiempo a reformular la historia ante cada chino con quien se cruce, pero el verticalismo de tantos años de prohibiciones es muy sencillo de comprobar rápidamente.

Una imagen del subte de Beijing, donde miles de personas viajan a diario(AP)

Están habituados al "game face", una costumbre de ensalzar, con supuestos comentarios agradables, al interlocutor. "Qué buena tu ropa, Argentina, qué lindo pais, fútbol, Maradona, Messi, Ginóbili". Es una forma de hacerte sentir bien. Pero a veces, esa rara constumbre no conoce límites accesibles a nuestro entendimiento. A una alemana le dijeron: "Los alemanes son todos inteligentes porque Hitler mató a todos los tontos". Y lo dicen con una sonrisa.

Compartimos los valores familiares con ellos con una similitud como con pocas otras culturas, y cultivan el don de la amistad muy fuertemente, pero desde otra persepectiva.

No se saludan ni con un beso ni con la mano porque no hay contacto físico. El día que llegué a Beijing estuve unos 20 minutos junto a la entrada de una estacion de subte, en la cual cuatro teenagers chinas cumplían su turno de guardias de seguridad, revisando bolsos e indicándoles a los pasajeros por donde circular. Durante ese momento,eran las 2 de la tarde, se produjo el relevo: llegaron juntas otras cuatro, que venían del mismo subte, para tomar su posición. Las cuatro que estaban rápidamente dejaron su lugar, agarraron su bolso y se fueron, casi sin cruzar palabras, sólo un breve saludo de despedida. Muy distinto a lo que en nuestra cultura hubiese sido un entrecruce de abrazos, a la ida y a la vuelta, entre las ocho.

Tenemos una intensidad muy distinta para comunicar el afecto, y no sólo entre estas companeras de trabajo. Pude apreciarlo varias veces en parejas de novios que se saludan con un "hola" moviendo la mano.

Será por eso que me provocó tanto una tierna imagen de dos chicos muy jóvenes, 18, 19 años, no más, que viajaban juntos en el subte. Entraron tomados de la mano, estuvieron ambos parados, ella, suavemente, apoyó su mejilla izquierda sobre el hombro del chico y él, su cabeza sobre la de ella. Así quedaron, con los ojos cerrados y sin hablarse, un largo rato, hasta que sencillamente, se dieron un tierno beso, suave, pero beso enamorado. Y no recuerdo haber visto otro.

Me contaron que hace unos años, un taxista paró su vehículo ante dos extranjeros que estaban besándose y les gritó, en chino básico, que lo que estaban haciendo era una asquerosidad y un delito. Luego,subió su ventanilla y continuó su viaje, como si hubiere cumpliendo un deber ser.

También son distintos los espacios que manejan. Casi risueñamente, escribí hace unos días que los chinos daban alaridos en el partido de Argentina y Serbia ante cualquier jugador que corriera solo buscando un pase, aunque ese pase nunca llegara.

Les provoca cosa ver a alguien solo y eso debe ser por la inmensa cantidad que son. Decía que manejan espacios diferentes. Por ejemplo, si alguien está en la tribuna, o en el subte o en el colectivo, y no hay nadie a su alrededor, llega un chino y se le sienta al lado, cual conocido al que acaba de encontrar. Uno piensa "campeón, tenés 20 metros a la redonda en el tren y te sentás justo acá? En verdad, provoca un poco de irritación la primera vez, pero el chino reponderá con una sonrisa y uno estará salvaguardado para la próxima.

Si uno viaja parado en la escalera mecánica y no hay nadie alrededor, seguramente un chino que venga detrás las bajará adelantándose por los escalones, pero sólo hasta ponérsenos al lado, no para avanzarnos. Por el contrario, si uno entra a la escalera y hay un chino viajando, seguro que está parado y no la baja avanzando escalones. Pero si uno lo hace y lo supera, el chino se pegará a nuestras espaldas y tambien las bajará dando pasos.

Los jovenes no quieren ser occidentales en su interior, en su fuero íntimo. Pero exteriormente se aprecia una contaminacion visual muy contrastante con el modo del pensar y del ser chino, sobre todos en las más jóvenes, las menores de 25, que adoptaron las vestimentas, los cortes de pelos y los accesorios extranjeros y lucen muy europeizadas o americanistas.

El ser chino se observa en el patriotismo exacerbado. Para ellos, sólo cuenta "I love China", pero todo es muy nuevo. Menos de veinte años no es nada, más en la vida de un pueblo que tiene una antigüedad de 500.000. Pero el contraste no sólo es inmenso entre el aquí y el allá, tambien lo es interiormente.

Éste es el mismo pueblo que hasta hace un cuarto de siglo vivió los restos de las calamidades de la segunda guerra mundial; al que a una inmensa cantidad de sus ancianos les mataron a los padres delante de sus propios ojos durante la guerra con los japoneses; con muchos que estuvieron diez años picando piedras sólo porque a algún desquiciado, que bien podia ser su vecino, se le ocurrió decir que era antirrevolucionario; que tuvo una guerra civil que separó a China de Taiwan entre comunistas y nacionalistas; y un maoísmo, que más alla de la consolidacion nacional, de la que tanto se vanaglorian hoy en día los chinos, del Gran Salto Adelante de fines de los cincuentas y la revolucion cultural de los sesentas, económicamente fue desatrosísimo, con hambrunas que dejaron 30 millones de muertos.

En esa misma historia y ante esos protagonistas, tambien conviven otros. Son los jóvenes, alejados de esa cruda realidad que ya parece haber quedado en el pasado y a los que sólo se presentan ante sus ojos los autos de las mejores marcas que abarrotan las calles; los imponentes teléfonos celulares a los que sólo les falta comer; las consolas de videojuegos, que son viejas de un día para el otro; los imponentes supermerados de informática, que parecen procesiones de vendedores y de compradores; y los gigantescos mercados, abarrotados de extranjeros por estos días, pero de chinos durante todo el año, que se codean para comprar cualquier cosa que a uno se le pueda imaginar, pues si algo no comparten de sus ancestros es el culto al consumismo.

"La apertura ha hecho cosas increíbles", repiten algunos, sorprendidos ante la magnitud de Beijing o del rendimiento deportivo de China. Aquí, el mundo apareció en los noventas como si, hasta entonces, hubiese estado comprimido en unos de esos incienseros de bronce donde los idólatras del palacio imperial contenían el humo sagrado, que luego elevaban a los dioses del cielo, enviándoles los pedidos del pueblo.
BEIJING -- Allí va, con esa mezcla de emociones que se le escabullen del alma, sin poder definir de cuáles se tratan, si son propias o ajenas, si las lágrimas salen de sus ojos o de sus tripas.

Ahora corre, embanderada en los hombros, su vuelta olímpica inolvidable.

Con 5,05 la rusa quebró el récord mundial (AP)

Allí está, unos segundos antes, colgada del techo mismo de la historia. Se tomó casi el minuto entero para preparar ese fabuloso salto que la ratifica como la mejor atleta de todas, disciplina por discilplina, sin que nadie ose la idea de reformular el concepto.

Yelena Isinbayeva, 26 años, rusa, de Volgogrado, simpatiquísima, divina, diosa, reina ahora también en el cielo de Beijing. Ningún lugar más apropiado para su mejor vuelo que el Nido de Pájaros.

Yelena ganó la prueba de salto con pértiga con récord mundial de 5,05 metros, luego de haberse asegurado el triunfo dos rondas antes, aunque, en tren de ser sinceros, su victoria estaba firmada desde el día que pisó China.

La estadounidense Jennifer Stuczynski no pudo con la barrera de 4,90 y entonces la prueba estaba terminada, porque Yelena ya había puesto un registro de 4,85.

Intentó, en 4,95, dos veces el récord olímpico que había impuesto en Atenas con 4,91 y no pudo, pero lo consiguió en el tercero y fue directo al récord mundial, que por supuesto posee, desde hace 20 días, cuando en Atenas pasó los 5,04.

La varilla su ubicó en 5,05 y el estadio comenzó a vivir uno de esos momentos inolvidables, únicos e irrepetibles, como el que se vivió el sábado en la final de los 100 metros, porque Isinbayeva provoca no sólo la admiración por sus increíbles técnica, destreza o plasticidad. También lo hace por amabilidad, cortesía, carisma, belleza y esa sonrisa que no la abandona nunca y que las cámaras de televisión se devoran en primeros planos.

Otra vez no pudo en los dos primeros lances. Volvió por el tercero. Era el salto de su vida, ya no sólo por el récord que pulverizó 23 veces, sino por el marco, la instancia, los ojos avizores de 90 mil invitados y los de más de mil millones en todo el mundo.

En el momento de preparar el tercero, sus ojos despedían llamaradas. De sus labios, salían unas palabras que nadie escuchaba pero que se entendían en cualquier idioma.

Sus manos, ya negras por el fragor de la batalla y de tanta adrenalina mezclada con el mango de su elemento, asieron fuerte la garrocha.

Salió disparada, arqueó su cuerpo en una combinación fantástica de plasticidad y estética, se acostó apenas milímetros encima de la valla y, aunque por un instante fluyó la incertidumbre, otra vez se venció a sí misma.

Está peleando un lugar en la historia. Ella, como en su época Sergei Bubka, reinventó una especialidad del atletismo. Yelena Isinbayeva es una de las más grandes atletas de todos los tiempos y porqué no pensar que en unos pocos años pueda significar lo que él en el atletismo.

BEIJING -- Michael Phelps le deberá de por vida a Jason Lezak haberle permitido entrar en la historia. Lezak le arrebató a Alain Bernard, por el canto de una una, el ultimo relevo de la posta 4 x 100 para Estados unidos sobre Francia, el lunes 11,durante el tercer día de competencia de la natación, y con ese resultado, el mas complicado de conseguir hasta este sabado, Phelps mantuvo en pie su ilusion de ocho oros olímpicos. Pero en la final de los 100 mariposa, la septima que corrio en Beijing 2008, el Gran Pez obtuvo la victoria mas espectacular de toda su carrera.

Phelps igualó a su compatriota Spitz (Getty)

Reaccionó nada mas que regular en la largada (0,71 contra 0,73 de Ian Crocker y 0,76 del sorprendente serbio Milorad Cavic,que habia marcado el mejor tiempo en semifinales, con 50:92) pero en los primeros 25 metros todo parecio derrumbarse. Phelps fue arrollado por Cavic, Crocker, el australiano Lauterstein y el ucraniano Serdinov en la primera mitad y pasó séptimo en la pileta de ida, 64 centesimas detras del serbio (23:42 contra 24:04). Una distancia indescontable.

¿Indescontable? En la vuelta, Phelps produjo la mas grande reacción de la historia de la natación. Por las circunstancias, por el lugar, por el premio que había en juego, por el cometido que tenía que emprender, por la inmensa presión que tenía encima. Parece increíble, en este momento, estar escribiendo que ganó la carrera.

Los 50 finales tuvieron el dominio pleno y claro de Cavic, quien intento manejar la distancia que habia sacado al inicio, donde sólo Crocker lo aguanto bastante y llego apenas media brazada detras. Pero el recordman mundial se desifinfló en la vuelta y rapidamente dejó de ser rival para el serbio.

Phelps nadó como nunca. Era la carrera de su vida y asi se lo hizo saber a Cavic. Al cruce de los 60, estaba tres cuartos de cuerpo detras, a los 75, ya se le había puesto a menos de la mitad, y pese al claro descuento, quedó la sensacion de que era imposible que pudiera rebasarlo. Pero cinco metros antes lo tuvo a tiro y con un llamado de la historia, ante un Cubo de Agua a punto del paroxismo, el estadounidense limo el ultimo metro y con el serbio tocaron juntos. Y digo juntos porque es imposible determinar si uno u otro lo hizo antes. Hubo necesidad de todos de olvidarnos del agua y mirar el tablero electrónico.

¡La madre que te parió, muchacho! Phelps, 50:58, Cavic, 50:59, ¡una milesima!, y una carrera que nadie olvidará nunca. No hubo récord mundial, sí, record olimpico, y hasta una protesta del equipo serbio, alegando que Cavic habia tocado primero la pared de la piscina.

La junta arbitral de la FINA oficializó minutos despues que Phelps era el ganador .

Cavic ganó la carrera durante mas de 99 metros, pero, como si fuera el personaje en un cuento fantástico de Borges, al de Baltimore le bastó con liderar 30 centimetros.

Igualar el record de Spitz le demandó un trabajo descomunal. Nunca nadie en la historia olimpica nadó tanto como el durante un mismo juego, en pruebas que no incluyan las de mediofondo (800 y 1500). Cuando culmine el relevo de los 4 x 100 medley del domingo, habra recorrido 3600 metros. Ganó alguna por demolicion, otras, por poca distancia y dos carreras apenas por el designio de alguna divinidad china. Y aún le resta una para intentar quedarse con el record en solitario y ocho oros en su poder.

Ya está en lista de los mas grandes. Es el máximo ganador de oros de todos los tiempos con 13. Algunos, lo señalan como la máxima figura deportiva de la historia. Otros, juzgan sus siete oros en Beijing como la hazaña mas grande de todas.

Dicen que las comparaciones son odiosas. Pero mientras Mark Spitz tenía cuatro o cinco rivales de fuste en todas sus pruebas, Phelps tiene 40 o 50, porque muchos compiten en una o dos disciplinas y sus países no presentan equipos en los relevos, mientras que el lo hace en cinco individuales y tres postas.

Sea lo que fuere, ante él, sacarse el sombrero, por favor. Y alfombra roja.

El mundo cabe en la palma de tu mano, Phelps.

BEIJING -- Este jueves será el primer día que pueda ingresar al cubo de agua a presenciar la sesión matutina, cuando se disputan las finales de la natación.

No habrá oro para Phelps, sólo porque no esta en ninguna, pero no descartemos otro record porque disputara las semifinales de los 200 mariposa.


Beijing 2008: Joserra y Faitelson analizan el día 5

El miércoles que se fue marco un hito histórico de la natación olímpica: nunca se habían producido cinco récords mundiales en una misma jornada, y fueron casi una afrenta al sentido común y a las leyes de la física lo que hicieron Alain Bernard en la primera semifinal de los 100 libre, Federica Pellegrini en los 200 libre, Phelps en la final de los 200 libre, la australiana Stephanie Rice en los 200 combinados y la impactante posta estadounidense de 4x200, que le dio a Phelps su quinto record mundial entre otros tantos oros.

La jornada de la natación de este jueves tendrá muy atento al servicio medico de los juegos olímpicos. ¿Usted se acuerda de Eric Moussambani? ¿En serio no se acuerda? Bueno, le refresco la memoria.

En los juegos de Sidney 2000, haciendo uso del precepto de universalidad del deporte, el Comité Olímpico Internacional invito a participar en la prueba de natación a un representante de Guinea Ecuatorial, un pequeño y casi derruido país africano, que por primera vez competiría en la prueba acuática. Cuando digo por primera vez, es literal: Eric Moussambani, de el se trata jamás había corrido una carrera, ni visto una pileta olímpica, ni nadado mas de 20 metros.

Disputo la serie de los 100 metros ante dos nadadores, de Tayikistán y Níger, que estaban en su misma condición.

¿Que paso con ellos dos? Era tal el desconocimiento de las reglas básicas de competencia, que ambos se arrojaron al agua antes de tiempo y quedaron desclasificados. Desde la plataforma, casi en cuclillas, y meneando los brazos de un lado a otro, el africano observo la situación y afrontar la serie en soledad. Cuando se lanzo a la pileta, la gente no sabia si reírse, llorar, compadecerse, llamar a la ambulancia o convocar a alguna organización de derechos humanos para que alguien se encargare de castigar a los culpables de haber permitido una verdadera degradación de la especie humana.

Moussambani no se ahogo porque tuvo suerte, pero bien le podría haber ocurrido. Llego con la boca abierta, tragando agua y escupiendo al mismo tiempo, con los ojos fuera de orbita, clamando por un poco de aire y con los sentidos alterados, como no comprendiendo donde estaba ni que hacia, y quizás tampoco sin saber quien era.

Tardo 1 minuto, 52 segundos y 72 centésimas para recorrer los 100 metros, un minuto y cuatro segundos mas que Pieter Van der Hoogenband, el extraordinario holandés que gano la medalla de oro.

¿Por qué esta historia, a cuento de qué?

Pues a cuento de que este jueves comienzan las eliminatorias de los 50 metros libre.

En la primera serie correrán tres nadadores que llegan a los juegos sin ningún registro previo. No podremos abrir juicio porque no conocemos más que sus nombres: Omar Núñez, de Nicaragua, Alois Dansou, de Benin y Omar Jasim, de Barhein.

Pero en la segunda, lo hará el congoleño Stany Kempompo Ngangola.

Este buen hombre, de 34 anos, tiene un raro privilegio: seguramente nadie en la historia de la natación llego a una competencia de velocidad con un registro de clasificación de ¡¡1 minuto y 15 segundos!! Para recorrer 50 metros.

Si proyectamos el tiempo a los 100 metros, el congoleño tardaría casi tres minutos para completarlos. Eamon Sullivan tiene el record del mundo de la prueba con 21 segundos y 28 centésimos. En el mismo tiempo que Kempompo Ngangola recorrió 50 metros, al australiano le alcanzaría para nadar 175 metros aproximadamente, casi cuatro veces mas.

Al otro día de la prueba de Sidney, Moussambani era una estrella tan grande casi como Ian Thorpe. Contratos publicitarios, giras europeas, tapas de revistas, ciudadanos ilustre de su país y un nombre que quedo ligado a la historia del deporte luego de entrar por la puerta mas alejada de las grandes luces.

No me hubiera gustado ser Moussambani.

Tampoco me gustaría hoy ser Stany Kempompo Ngangola.

Lio Tse-tung

FECHA
13/08
2008
por Mauricio Giaconía
BEIJING -- Son los 54 de espalda. No crea que el programa olímpico de la natación ha modificado su organigrama histórico. No. Tampoco se trata de una nueva especialidad acuática. Es el grupo de policías chinos encargados de la seguridad adentro del Workers Stadium de Beijing.

Argentina chocará con Holanda en cuartos (Getty)

Están cómodamente sentados sobre la pista de atletismo, vestidos con un confortable uniforme de camisa color caqui, pantalón verde oliva y gorra blanca con visera.

Observan impávidos el espectáculo, sin que nada los distraiga ni los conmueva. ¿Están encantados con Lavezzi, esperan alguna genialidad de Buonanotte o miran embelesados hacia ese banco donde Messi y Riquelme esperan más aburridos de lo que generalmente están, que no es poco?

Nada de eso. Nuestros amigos le dan la espalda al fútbol, en el sentido literal de la palabra. Miran a las tribunas, a esos chinos tan inofensivos como una fiesta de bautismo. Hay uno cada menos de diez metros y bordean todo el perímetro exterior de la pista de atletismo.

Estuve durante buena parte del partido tratando de pescar a alguno in fraganti, esperando por algún osado que ya por un alarido, ya por el penal de Lavezzi, o por dolor de cintura nomás, estuviera tentado a girar su cabeza y ver alguna acción del partido.

Sospecho que de veras no entienden de qué se trata el juego. Y es lLa misma impresión que tengo de quienes miran el partido. Un serbio tira un pelotazo perdido desde 60 metros hacia el área argentina. Sergio Romero descuelga el tiro más sencillo que tuvo en su vida, pero los chinos ovacionan al arquero, cual si fuera la resurrección de algún dios sobre la Tierra.

Ni siquiera una pelota que quedó justo al lado del policía que tengo más cerca logró sacarlo de su impavidez.

Un serbio se acerca con su bandera nacional hacia la baranda y grita algo. El policía no se mueve pero el hincha logró un milagro: le sacó una sonrisa.

¡Beijing, Beijing! La fiesta montada por los chinos en el estadio de los Trabajadordes de Beijing tiene más de final superbowl o de continuo entretiempo de NBA que de partido de fútbol. Para cualquier cosa hay música: los goles se cantan, y no es una frase hecha.

Pero también, por más que resulte extraño a nuestro folclore futbolístico, los chinos le ponen el alma al espectáculo. En un momento, el estadio atruena, en una reverencia a esta ciudad majestuosa que, durante el verano boreal, es el corazón del mundo.

¡Beijing, Beijing!, y a uno que le dan ganas, por un rato, de que se le rasguen los ojos y gritar con ellos.

El locutor anuncia, con severidad de quien manda a un subordinado acatar una orden, que se adicionaron dos minutos. Ese mismo tono y esas palabras usan para comunicarle a un condenado a muerte su tiempo restante de vida.

Messi no jugó pero fue la gran atracción (Getty)

¡Messi, Messi! Su cara aparece en las pantallas y, aunque parezca una exageración, la única vez que lo mostraron durante el primer tiempo, el estadio gritó más que con el gol de Lavezzi. Saluda Messi, durante el entretiempo, mientras hace jueguitos con los otros suplentes. Ovación. Delirio. Messi esto. Messi lo otro. Messi. Messi. Messi trota para entrar en calor. Ovación. Messi levanta una rodilla y luego la otra. Histeria colectiva. ¡Viva Messi!

Kobe Bryant está en el estadio. "Quiere la camiseta de Messi ", miente alguien. Pero Messi le regala su camiseta, nomás. Los chinos claman, ruegan, imploran por Messi. De pronto una explosión. "Me perdí un gol ", pienso. No. Messi se levanta, también los otros suplentes, pero los chinos sólo ven a Messi. Se paró Messi.

Pocas veces en su vida volverán a tributarle esta muestra de adoración popular. Se ganó en buena ley lo que recibe. El día que anunció su presencia en los Juegos, sin importar la decisión del TAS, los chinos lo sentaron junto a Buda. La próxima serie de billetes de 100 yuanes tendrá su cara en lugar de la de Mao.

Un taco intrascendente es una fiesta, lo mismo que un pase en profundidad que se va muy lejos. ¿Por qué a los chinos les gusta que alguien corra solo? ¿Será porque son tantos que les resulta extraño que alguien no se choque con otro?

Faltan 10 minutos. Esto no lo vi nunca. Las cabeceras, que lucían espléndidas, se vaciaron. Está claro que no les va ni les viene el juego, que no les interesa en absoluto. Se cansaron de esperar por Lio, que ya está sentado de nuevo en el banco. En un momento gritan por Gago. Luego se ofuscan e insultan a Lautaro Acosta, que ingresó por Lavezzi, y los chinos que despotrican a los cuatro vientos porque no verán a Messi, por lo menos esta noche.

Se perdieron el segundo penal, atajado dos veces por Stojkovic a Di Maria, y el golazo de Buonanotte. No les importa. Se van. No corre aquello de te adoro sin esperar nada a cambio.

Batista no tuvo esa pizca de viveza que a otros entrenadores les sobra. ¿Tanto le costaba ponerlo aunque sea cinco minutos? ¿Qué queda para otros públicos si éste, casi rendido a los pies del ídolo, no pudo verlo ni un segundo? ¿O será que no importa el aliento, que da lo mismo que lo hagan por mí o por mi rival? ¿Será que no pensó el entrenador que el próximo rival en este estadio, si es que pasa a Holanda por los cuartos de final, puede ser nada menos que Brasil, que bien sabe como ganarse la simpatía de todos y que además tiene a un tal Ronaldihno para discutirle la idolatría a Messi?

BEIJING -- José Martín Meolans le está poniendo fin, no sólo a su carrera olímpica, como ya era sabido desde hace bastante tiempo, quizás también a más de 20 años dedicados día a día a ser un mejor nadador.

Su objetivo de estar en una final olímpica habrá quedado sólo en eso. Quedó quinto en la sexta serie que ganó el triniteño George Bovell. Aun tiene, en la mañana del jueves argentino, una nueva chance, casi imposible por cierto, de ser semifinalista de los 50 metros libre.

Meolans corrió su semifinal de los 100 metros libre en 49:50, mejor que su tiempo de clasificación (49:58) aunque lejos de su marca histórica (49:07). Pero su actuación estuvo en sus tiempos lógicos y no hay nada que reprocharle. Su objetivo estaba en bajar los 49 segundos, más por el anhelo personal de nadar bajo esa marca que por la posibilidad remota de estar en una de las semifinales.

Con su tiempo de la serie, el cordobés hubiese estado entre los 16 en los últimos cinco grandes torneos. En Sidney 2000, el último semifinalista marcó 49:83; en el mundial de Fukuoka 2001, 50:08; en el mundial de Barcelona 2003, 50:08; en Atenas 2004, 49:72 y en el mundial de Montreal 2005, 49:73. No sólo eso: los 49:50 de ayer, también lo habrían hecho finalista en Sidney, Fukuoka y Barcelona. Pero su registro en Beijing también lo hubiese eliminado en las semifinales de Fukuoka 2007, donde el peor tiempo de clasificación fue 49:48.

Estos números muestran el descomunal avance de los nadadores: en Beijing 2008, el suizo Dominik Meichtry fue el 16° semifinalista con un tiempo de 48:55, o sea ¡93 centésimas menos que el último tiempo del año pasado en Japón! Y un segundo y medio menos que el último de hace cinco años.

Meolans ya había avisado en Buenos Aires que sus tiempos no le permitirían hacer más de lo que hizo, por realidades propias y ajenas, y si bien él cumplió con su registro, la mejoría en conjunto del resto lo hizo retroceder a su peor puesto en un torneo de esta categoría: finalizó 35° entre 64 y sólo superó a seis de los 41 que nadaron bajo 50 segundos. Aunque hubo 64 competidores, el resto sólo cumplió con el objetivo de universalidad del COI.

No todo debería tomarse a la tremenda y bueno sería que se respeten los objetivos personales que cada competidor se impone, sea cual fuere su disciplina. Vale como ejemplo el venezolano Albert Subirats, bronce en el mundial Melbourne 2007 en 100 mariposa, que ayer en la eliminatoria de los 100 libre, estaba más que feliz porque batió el récord nacional de su país con una marca de 48:83. ¿Ganó su serie? No, fue segundo. ¿Se clasificó para las semifinales? No, culminó 22°.

Estos fríos números, puestos en el marco referencial de la competencia, la convierten en la mejor presentación de la natación en la historia. Además, por los nombres y la calidad de los competidores, deporte por deporte, kilo por kilo, en una emulación ligera al boxeo y mal que le pese a los chinos, la natación es y será por lejos el mejor deporte de Beijing 2008.

BEIJING -- En lo netamente deportivo, lo conocido: Las Leonas jugaron su segundo partido en los Juegos Olímpicos e igualaron 2-2 contra Gran Bretaña.

Merecieron un premio mayor al empate pero, aunque suene a contrasentido, el resultado es una ropa apropiada al juego. Mejoraron el corner corto, tan ineficaz y frustrante ante EE.UU., y acertaron dos de los cinco que generaron. Tuvieron puntería y cabeza en los 35 iniciales para pegar justo y mantener con tranquilidad la ventaja.

Sole García puso el primero y Alejandra Gulla el segundo. Gulla tiene instinto asesino de leona hambrienta: se ubica en un borbollón, a los dos segundos está sola y a los tres, sepultada en abrazos por sus compañeras.

El entretiempo tiene dos protagonistas: uno es el grupo de coristas, algo así como las jovencitas bailarinas que tanto ratoneaban a Kevin Spacey en Belleza Americana, pero con integrantes muy particulares: dos chinos. Nunca había visto a hombres en un grupo de este tipo de baile: se me hace que son dos que la organización de los Juegos no sabía dónde meterlos. Todos bailan dos enganchados "ochentosos" que terminan en una perfecta sincronización.

Momento decisivo: a Mariana González Oliva le sacan una poco entendible amarilla con el resultado 2 a 0. Cinco minutos más tarde, cuando regresa tras dejar con 10 al equipo, la ventaja ya se había esfumado.

Después, imprecisión, desaciertos varios y una cuota de suerte para que el empate quede en eso, tras tres córners cortos fallados por las británicas, uno de los fuertes de su juego. Una contra de Rosario Luchetti no pudo ser desviada por Soledad García en el último minuto.

Más allá del juego, también hay postales para destacar. Por ejemplo los chinos, estos chinos que ven Argentina y Gran Bretaña, a los que parece que los llevaron, los vistieron y hasta les dieron de comer. Pero ninguno sabe para qué fue.

El Beijing Olympic Green Hockey Stadium es un escenario temporal durante los juegos, pero de belleza, diseño y presentación que nada puede envidiarle a otros escenarios.

Está dentro del Olympic Green, el complejo que también cuenta con el Archery Field y el Tennis Center, ubicados los tres a poco menos de 500 metros de la Villa Olímpica y a dos kilómetros del National Stadium.

Tiene dos escenarios: el mayor cuenta con 12.000 butacas, las cuales están casi totalmente cubiertas, sobre todo por un imponente grupo de chinos ubicados en la principal tribuna norte. Están todos vestidos totalmente de amarillo y cada uno porta un par de una suerte de globos alargados rojos, que usan a modo de tambor batiente.

¿Cuándo lo usan? En cualquier momento y sin que las motivaciones sean muy evidentes. Que una jugadora corra sola por uno de los laterales, en busca de un pase profundo que nunca llegara, provoca alaridos, aplausos y hasta ovaciones. Pero que Lucha Aymar enganche, frene, haga pasar a una británica de largo y a otra le obsequie un caño fenomenal, a los chinos parece no despertarle la menor atención. Como si nada de esa magia entrara en la lógica de aquel que fue puesto para aplaudir la dicha en movimiento, aunque sea totalmente inútil al juego.

El otro invitado fue el sistema de riego: imponente, con una aspersión sobre el sintético verde césped, al que parecía iba a inundar. Faltaba un minuto y 49 segundos cuando dejaron de regarla. Pensé que entre la lluvia del domingo y semejante cantidad de agua arrojada durante esos 10 minutos, la suerte de alguna estaría echada, en esa laguna que se construyó bajo el sintético. En la reanudación, ni una gota, como si algún Buda subterráneo se hubiese tomado 10 mil litros de un trago.

Un grupo de argentinos rememora el deporte nacional de insultar cualquier vestigio británico. "El que no salta es un inglés", se escucha medio perdido en un sector de la platea sur. No parecen ganar la complicidad del resto. Menos si son chinos, que casi al mismo momento comienzan una desorganizada ola, con más ritmo en los gritos que en el movimiento.

Igual, todos aplauden.

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Podcast: Magdalena Aicega comenta el empate de Las Leonas