Rocky Falcao

FECHA
02/06
2014
por Damian Didonato
Rocky FalcaoIlustración Sebastián DomenechIgual que Balboa, Radamel perdió en su primera película. Pero espera tener revancha en Rusia

Rocky Balboa es un luchador. En el más amplio sentido de la palabra. Y digo es, en tiempo presente, porque su nobleza, bondad y coraje son muy fuertes como para morir en una simple historia cinematográfica. No es sólo un personaje de ficción, es un conjunto de ideales, una forma de plantarse ante la vida. Es conocer las limitaciones propias y pese a eso -y también por eso- encontrar la manera de salir adelante y triunfar. Pero no triunfar en tanto victoria o derrota, sino en tanto saber que se hizo todo lo posible por un objetivo.

Todo el mundo conoce la historia de Rocky, un boxeador de bajo perfil al que un día le sonríe el destino y le da una oportunidad de llegar a lo más alto. Sólo una. El muchacho pobre de Philadelphia de repente está ante la posibilidad de pelear por el título del mundo contra una estrella mundial. Nadie confía en él, sólo su entrenador y su amada. Con fuerza de voluntad, Rocky hace un gran papel pero pierde. Aunque aquella primera pelea contra Apollo es una derrota en las tarjetas, también es un triunfo indiscutible para su vida. Porque hizo lo máximo que podía y se derrotó a sí mismo.

La primera película de la saga de Rocky, escrita y protagonizada por Sylvester Stallone y dirigida por John G. Avildsen, fue estrenada en 1976 y ese año ganó el Oscar a mejor película. Luego, se produjeron cinco filmes más, que terminaron por instalar la figura de Rocky Balboa en el corazón de la gente. Nadie puede resistirse al Semental italiano, un hombre bonachón, incapaz de lastimar a nadie pero con una fortaleza extraordinaria.

Luego, Rocky se toma revancha de Apollo, derrota a Clubber Lang -ya con Apollo como su amigo y entrenador- y finalmente se mide a su oponente más despiadado: Iván Drago. En esta, la cuarta película de la saga, nos detendremos. El púgil soviético pelea contra Creed en el inicio del filme y lo asesina. Sí, en un combate de exhibición no tiene piedad y mata al amigo de Rocky. Nuestro héroe queda herido, destrozado. Y jura venganza. Pero no una venganza inescrupulusa y egoísta, sino una especie de revancha personal contra Drago y contra la vida. El final es conocido, Balboa gana porque tiene un corazón de hierro.

Radamel Falcao García se rompió los ligamentos de la rodilla izquierda hace poco más de cuatro meses, en enero de este año. El país entero lloró la caída del guerrero, pero mantuvo la esperanza hasta último momento: si había un hombre capaz de derrotar a los pronósticos médicos, ese hombre era Falcao. Hizo todo y tuvo una recuperación fabulosa, pero no alcanzó. Como Rocky en la primera película, perdió.

Fue el abanderado del resurgimiento del fútbol colombiano, el jugador que volvió a llevar esta camiseta a la cima del fútbol mundial. Con sus goles en Europa y también con grandes actuaciones en el Seleccionado, Falcao se convirtió en el símbolo de esta nueva era para Colombia. Por eso la nación lloró con él cuando se supo la gravedad de la lesión. Pero también tuvo su misma confianza tras la operación. "Voy a hacer lo imposible por llegar al Mundial", dijo Radamel. Y lo hizo.

Falcao deberá alentar a la Tricolor como un hincha más. Y comenzar a pensar en Rusia 2018. Sí, en Rusia, el mismo destino en el que Rocky ganó la pelea más importante de su vida. Una similitud más entre nuestros dos héroes. No es difícil imaginar a Falcao entrenándose con la canción "el ojo del tigre" ni a Rocky moviéndose como lo hizo Falcao en las últimas semanas. Ambos son el mismo corazón.

"¿Cómo que no puedes? No existe el no puedes, esa frase no existe". Rocky Falcao o Radamel Balboa.

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Episodio II

FECHA
03/06
2014
por Pablo Cheb Terrab
Spain WarsIlustración Sebastián DomenechEspaña, con Xavi Yoda y Obi Wan Alonso, va por su segundo título

Sudáfrica fue su batalla más exitosa. Una serie de enfrentamientos en los que supieron demostrar que la mente y el control resultan mucho más importantes que La Furia cuando uno busca una Copa del Mundo. Tanto Xavi Hernández como Xabi Alonso fueron una parte integral de aquella España campeona en 2010. Lejos del lado oscuro, los maestros Jedi de la Roja aprovecharon la Fuerza de la mejor manera.

El sabio veterano del Barcelona buscará dar otra lección a los jóvenes aprendices, muchas veces engreídos y con ínfulas de saber lo suficiente, que lo miran como si su mejor tiempo ya hubiera pasado. Como Yoda, su imagen puede ser engañosa. Aunque no parezca muy ágil, él sabe que puede marcar la diferencia con su experiencia y con su cabeza.

Alonso, en cambio, es una pieza de sacrificio. Dentro de la cancha podría morir por la causa, como Obi-Wan Kenobi. Y aunque sabe que nunca será un personaje principal, también tiene claro que su rol es central para que la trama llegue a buen puerto. Aunque no luzca. Aunque por momentos los espectadores se olviden de él. Su función está clara, él la cumple sin resistencias, desde un segundo plano, para que su país tenga una chance real en esta Guerra de las Galaxias futbolísticas.

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King Kun

FECHA
01/06
2014
por Damian Didonato
King KunIlustración Sebastián DomenechKing Kun quiere llegar a la cima de la Copa del Mundo

En la película original de 1933, un director de cine inquieto viaja junto a una bella actriz a la isla de "Calavera", un territorio semi-desconocido donde habita un gorila gigante llamado Kong. La idea del cineasta es realizar un filme mostrando a la bestia. Pero algo improvisto sucede: Kong se enamora de la actriz. Tras pasar por varios problemas en la isla, deciden trasladar al monstruo a Nueva York.

En la gran manzana se desarrolla una de las escenas más célebres de la historia del cine. King Kong subido a la cima del Empire State, luchando contra las aviones que buscan derribarlo y con su amada en una de sus gigantescas manos. El final no importa en este caso, sólo es relevante la historia de amor.

Sergio Agüero llega a la Copa del Mundo con un único objetivo, como toda la Selección Argentina: dar la vuelta olímpica. No será fácil, Brasil es un destino muy poco amigable para la Albiceleste y el equipo necesitará de mucho amor y coraje para llegar a la gran final del Maracaná.

King Kun es una metáfora. Es la posibilidad de llegar a la cima en un territorio "enemigo". El resultado final puede ser positivo o no, pero Agüero es el hombre indicado para intentar hacer todo lo posible por uno de los amores de su vida: la Copa del Mundo.

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Van PersieIlustración Sebastián DomenechRobin Van Persie, en el imaginario trazo del gran Vincent Van Gogh

El fútbol, desde siempre, es otra forma del arte. Y así como no hay nada más holandés en el arte que el famosísimo pintor Vincent Van Gogh, no hay nada más artístico dentro del fútbol que la Selección de Holanda. Desde Rinus Michels y Johan Cruyff hacia adelante, el conjunto naranja ha llevado a este deporte hasta el borde de su estética.

Pero claro, el fútbol total y el juego bello no siempre han tenido los mejores resultados para un país que se quedó en tres ocasiones en la puerta de levantar la Copa del Mundo. En Brasil, para lograr darle vida de una vez por todas a esa pintura con final feliz, estará Robben y estará Sneijder. Pero sobre todo, estará Robin Van Persie.

Artista por sus propios méritos, Van Persie tiene la ilusión de ser el protagonista central en el equipo de Van Gaal para lograr una gloria inédita, ésa que estuvo tan cerca en Sudáfrica. Ya supo lo que es vestirse de figura y llevar a un equipo candidato al título: lo hizo con el Manchester United hace un par de temporadas. La última no fue la más feliz para el talentoso Robin. Pero, con un poco de fortuna y un buen estado físico que acompañe, éste puede ser su Mundial.

Para ello, como Van Gogh, debe perfeccionar su autorretrato y encontrar la mejor versión de sí mismo en su obra, en la cancha. Nada de enloquecer y cortarse la oreja: su rol es ser certero, encontrar ritmo y goles. Lucirse en una estructura colectiva que promete dar mucho de sí.

Si eso sucede, puede llegar a ser también -y de una vez por todas- el Mundial de Holanda. El de un país que cuenta con un célebre incomprendido que pintaba como nunca nadie. Y que dejó en un lienzo , como puede dejar Van Persie, su sello estampado para la historia.

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Cavani es AvatarIlustración Sebastián DomenechEdinson Cavani, el celeste y la garra de la Selección uruguaya

El Celeste no es un color más si de fútbol estamos hablando. Es el color que pintó la hazaña más grande de la historia, el color que hizo posible lo imposible, el color del que están hechas las leyendas. La Selección uruguaya, vestida de celeste, hace 64 años le ganó a Brasil en el Maracaná y protagonizó el batacazo más resonante de todos los tiempos, un batacazo que quizás jamás sea superado. Por eso, el celeste no es un color más.

Celestes también son los Na'vi, la raza de extraterrestres que protagoniza la película Avatar, dirigida por James Cameron y estrenada en 2009. Estos humanoides habitan Pandora, una luna del planeta Polifemo, y en el año 2154 reciben la visita de una expedición de científicos de la tierra. Los humanos llegan a esta tierra desconocida en busca de un mineral muy valioso y es el marine Jake Sully, en el cuerpo de un Na'vi quien debe llegar al corazón mismo de Polifemo.

El desenlace de la película no será contado en esta ocasión, pero es necesario saber que se trata de una historia de amor. De amor entre un hombre y una mujer pero también de amor por los ideales. Allí es donde aparece la coincidencia con el fútbol uruguayo. La Celeste ha demostrado una y otra vez que para llegar a la gloria se necesita talento, corazón y, sobre todo, amor por el fútbol. Esa fue su receta.

Ante la inoportuna lesión de Luis Suárez, Edinson Cavani emerge como la principal carta de triunfo charrúa en la Copa del Mundo de Brasil 2014. Sí, Lucho ya dijo que llegará a tiempo, pero el delantero de PSG debe empezar a calzarse la ropa de estrella para liderar al equipo de Oscar Tabárez.

Alto, rápido, elegante, feroz. Cavani es un Avatar.

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David LuizIlustración Sebastián DomenechDavid Luiz "no está completo" sin la Copa del Mundo

"No estoy completo", solía decir Edward Manos-de-tijera en la película de Tim Burton. Como él, David Luiz parece no estar terminado.

Por su costumbre de gastar bromas a sus compañeros de equipos, por su afición por hacer el ridículo, por su sonrisa constante, su actitud de niño eterno, por todo eso, se podría pensar que le falta un tornillo, o una pieza de cordura.

Cuando comenzó a jugar en su primer club, Vitoria, a los 14 años lo hizo como volante central. No rindió y lo reconvirtieron en defensor central. Ahí se ganó su lugar entre los titulares y a los 18 fue el pilar del equipo que ganó el ascenso a la segunda de Brasil.

De ahí voló a Benfica, sin pasar por la elite brasileña. En Portugal sorprendió con su manejo de pelota, su dominio en el juego aéreo, su fortaleza y velocidad para tapar los huecos de un equipo que atacaba mucho y queda expuesto por los costados.

En poco tiempo llamó la atención de los grandes de Europa. Chelsea se lo llevó a Londres y ahí mostró que estaba para cosas importantes. En un equipo plagado de figuras, David Luiz se destacó por su versatilidad. Se completó tácticamente. Comenzó a alternar entre la zaga y la mitad del campo. Con buen pie y panorama, suele pisar con soltura cerca el área contraria sin dar esa la impresión que suelen mostrar los defensores, de que llegaron por error hasta ahí y que no saben bien cómo volver.

Los hinchas azules lo adoran, le cantaron que es el amor de sus vidas, que puede besar a sus mujeres y que quieren tener sus rulos (hay una cuestión de derechos pendiente sobre esa canción con Coloccini y Newcastle). Ahora, para sorpresa de muchos, Chelsea decidió vender al futbolistas más parecido a su mascota que nunca podrá tener. Antes de viajar a Brasil, David Luiz cerró su incorporación a PSG.

Con su selección, David Luiz se ha consolidado de la mano de Scolari. Completó su cuenta pendiente con el fútbol brasilero. El veterano entrenador organizó esta rejuvenecida selección alrededor de un firme bloque defensivo. El hombre de los rulos es clave en ese sistema. Desde ahí, con esa tranquilidad y pelota al pie, los cracks ofensivos de Brasil construyen las victorias.

Cuando arranque el Mundial, David Luiz seguirá siendo joven, divertido, alegre, tendrá un poco más de dinero en su cuenta bancaria, varios títulos europeos y un gran deseo para al fin sentirse completo: ser campeón del mundo en su país.

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Tony Ribery

FECHA
28/05
2014
por Damian Didonato
RiberyIlustración Sebastián DomenechFranck Ribery y toda su intensidad son propias del mejor Tony Montana pacinesco

Al Capone, Tony Camonte y Tony Montana son alter-egos de la misma persona. A los tres se los conoce como Scarface, Caracortada. El primero es el único que realmente existió y es el inspirador de los otros dos. Capone, nacido en Brooklyn en 1899, fue uno de los gángsters más poderosos de la primera parte del siglo XX y se convirtió en un símbolo del crimen organizado. Se ganó ese apodo porque tenía una gran cicatriz en su rostro. Como Franck Ribery, sí.

Tony Camonte y Tony Montana son los protagonistas de dos películas llamadas Scarface. La primera, dirigida por dirigida por Howard Hawks, fue estrenada en 1932 y la segunda, con una extraordinaria actuación de Al Pacino y con la dirección de Brian De Palma, es de 1983. Cuentan la vida de dos mafiosos, cada una con las particularidades de la época.

La mafia -sobre todo la Cosa Nostra- produce una fascinación casi inexplicable en muchas personas. En los protagonistas de las historias del crimen organizado conviven el delito con el honor y la falta de escrúpulos con el amor a la familia. Por eso, muchas veces son más que simples villanos, son hombres con defectos y virtudes con los que uno, a veces, se puede identificar.

Franck Ribery es Scarface no sólo por su cicatriz, sino por la forma en la que se ganó un lugar en el mundo del fútbol: a lo guapo, con talento pero también con esfuerzo. Le costó llegar a los primeros planos, debió luchar contra los perjuicios y sufrió. Pero lo logró y hoy es uno de los mejores futbolistas del planeta. Hoy el mundo es suyo.

Claro que el crack francés no terminará sus días como los mafiosos mencionados, nada de eso, las similitudes tienen un límite. Sin embargo, ya confirmó que el de Brasil 2014 será su último Mundial y no es difícil imaginar su última escena como la de Pacino, dejando todo en la cancha.

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Tiempos modernos

FECHA
25/05
2014
por Pablo Cheb Terrab
Iniesta Ilustración Sebastián DomenechLa elegancia de Andrés Iniesta es la misma que la de Charles Chaplin. Ambos geniales.

Los clásicos nunca mueren. Y, al igual que Charles Spencer Chaplin, ese muchachito inglés que hizo reír al mundo desde la pantalla a principios del siglo veinte, Andrés Iniesta está destinado a ser un nombre que perdure en el recuerdo. Pequeño bailarín de cine mudo, Iniesta prefiere cerrar la boca y moverse dentro de esa aventura picaresca que es para él el fútbol. Curioso: por contradicción, resulta el símbolo de una época: de esta época en la que se apuesta por el desarrollo físico y la inidividualidad bajo los reflectores.

Como Chaplin en la que fue quizá su película más célebre, el hombre de Fuentealbilla parece reírse de la fabricación en serie en favor de un oficio artesanal. Es único y destaca por contraste. Por su juego de pase y equipo, por su gracia, por su profundidad de pensamiento y su estampa de oficinista. Por la humildad querible de los genios que no precisan de la palabra. Es un héroe en blanco y negro en una era technicolor.

También es el autor del último gol que vimos en los Mundiales, ése que consagró a España por primera vez en una Copa del Mundo. Intentará defender el título tras una temporada decepcionante, según su propia declaración, con su club Barcelona. Tiene compañeros de categoría para acompañarlo en esa misión. Y un favoritismo que no le pesa porque, como si fuera sencillo, va llevando la vida con bombín, bastón y el movimiento de piernas que uno espera, pero que -de igual manera- despierta inevitablemente una sonrisa.

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