El béisbol goza de la mejor salud financiera de su historia, con ingresos anuales que superan los diez mil millones de dólares.

Sin embargo, la gente ha comenzado a alejarse de los estadios y la Serie Mundial, a pesar de tener como protagonistas a dos de los equipos más emblemáticos de todas las Grandes Ligas, como los Boston Red Sox y Los Angeles Dodgers, tuvo unos ratings televisivos bajos.

Voy a lanzarme a nadar contra la corriente y lo haré directo, sin pelos en la lengua: la sabermetría está acabando con el béisbol.

Esa nueva manera de ver el juego a través de la pantalla de una computadora está matando el espectáculo y es una de las principales causas por las que los fanáticos están mirando hacia otros lados.

Nunca me he escondido para expresar mi rechazo a esta filosofía que propugnan principalmente personas que no entienden la esencia del deporte y lo ven como si fuera una ciencia exacta, tan exacta que se atreven a cosas tan ridículas como pronosticar desde ya el rendimiento que tendrá Vladimir Guerrero Jr. por las próximas diez temporadas.

No digo que la nueva métrica no aporte algo al entendimiento del juego, sobre todo en el aspecto defensivo, pero esa imposición a ultranza de la sabermetría como criterio exclusivo es simplemente nociva, porque, entre otras cosas, busca borrar de golpe toda la historia estadística anterior.

Créanme que ya hay influyentes voces abogando por eliminar estadísticas tradicionales, como los errores a la defensiva o el promedio al bate.

Y hay que ver con qué vehemencia defienden su disparate, como si estuvieran hablando de la supervivencia de la especie humana.

La sabermetría es incomprensible para el aficionado común

El béisbol es un juego complejo de por sí, con una amplia serie de reglas y situaciones difíciles de entender para quienes no nacieron en la cultura de las bolas y los strikes.

Pero incluso para el fanático común, hay hechos y datos que no resultan de fácil entendimiento, pero aun así, prefieren pasar por alto esos detalles y seguir aferrados al deporte de su pasión.

Y ni hablar de los aficionados eventuales, esos que esperan a que lleguen los playoffs o la Serie Mundial para tomarse el béisbol más a pecho.

Entonces llegan estos académicos, muchos de ellos desconocedores de la esencia del juego, a reinventar abruptamente lo que lleva más de 100 años inventado y que las modificaciones que ha sufrido hasta llegar a nuestros días han sido graduales.

Si quieren encontrar un por qué a la caída en un cuatro por ciento de la asistencia a los estadios en el 2018, busquen, que por ahí estará la respuesta.

La gente va al parque a ver a los bateadores de .300 puntos de average, a los que conectan el palo a la hora buena, a los remolcadores de carrera, a los jonroneros.

Nadie va a aplaudir a hombres por debajo de la Línea Mendoza (menos de .200 de promedio) y con más ponches que hits, que desde que el mundo es mundo han sido considerados malos y de repente, por obra y gracia de la sabermetría, han cobrado valores en la pantalla de un ordenador porque tienen un WAR alto.

Eso es lo que no se explica la mayoría de los mortales, que prefieren las cosas simplificadas.

Es la naturaleza humana preferir la simplicidad y más en estos tiempos complejos. La gente no quiere complicarse la vida más de lo que está.

Si una actividad que es, por encima de todo, un entretenimiento, se vuelve demasiado enrevesada de entender, muchos optarán por pasar la página y buscar diversión en otro lado.

¿Cómo explicarle entonces a un aficionado promedio que Fulanito tiene un WAR mayor que Mengano, a pesar de que este último tiene mejor average y más jonrones e impulsadas?

En el 2018, la asistencia promedio a los parques de MLB cayó por primera vez por debajo de los 30 mil fanáticos, la peor desde el 2003, lo cual debería empezar a preocuparle al "innovador" Rob Manfred.

Las formaciones especiales atentan contra el espectáculo

Un resultado de la aplicación de la sabermetría es el shift, la formación especial a la defensiva que inventó en los años 40 Lou Boudreau para tratar de parar, sin éxito, a Ted Williams, "el bateador más grande que ha existido".

Pero ahora resulta que no hace falta llamarse Ted Williams para que le apliquen el shift.

Si bien los bateadores deberían ser más inteligentes y tratar de usar todo el campo para sus conexiones, lo cierto es que muy pocos se esfuerzan en hacerlo.

Con todos los defensores colocados de un solo lado del cuadro, es muy difícil pasar la pelota hacia los jardines y lo que es un aparente imparable se convierte en una rola de frente a un fildeador.

Así, de pronto desaparece en un buen número aquellas jugadas espectaculares al estilo de Omar Vizquel u Ozzie Smith, otro de los atractivos que llevaba gente al parque.

Lo que antes eran joyas defensivas ahora son jugadas de rutina, carentes de espectacularidad.

Entonces, los bateadores, por tratar de vencer al shift, buscan elevar más la pelota, con el consiguiente sacrificio en la capacidad de contacto y por ende, un aumento exagerado en la cifra de abanicados.

Por primera vez en la historia hubo más ponches (41,207) que imparables (41,019) y el average colectivo fue de .248, siete puntos menos que en el 2017 y el más bajo desde 1972.

Volvemos a lo mismo: la gente no va al estadio a ver cómo un bateador solamente tiene dos opciones, o jonrón o ponche. No, la gente quiere ver más que eso, porque el béisbol tiene otros ingredientes igualmente ricos.

La capacidad estratégica de los managers está limitada

Las orientaciones bajan desde la oficina hasta el dugout y los managers cada vez piensan menos.

Ya muchos mentores siquiera tienen poder de decisión en la conformación de las alineaciones y si acaso a algunos les dan la opción de escoger entre dos o tres variantes de lineups.

Y con tal de mantener sus empleos, la mayoría termina aceptando sin chistar, sin hacer valer su autoridad, aunque en las tribunas, los fanáticos se corten las venas tratando de entender por qué el manager de su equipo hizo cosas que van contra el ABC del juego.

El juego se ha hecho cada vez más previsible y mecánico, con menos táctica.

Jugadas clásicas como el toque de bola o la base robada, prácticamente han dejado de existir en la Liga Americana y de implantarse el bateador designado en la Nacional, lo veremos también en el viejo circuito.

Billetera mata a galán

La extensa duración de los partidos de béisbol también conspira en contra del espectáculo, aunque eso no es culpa de la sabermetría.

Manfred ha intentado algunas ideas para acortar el tiempo de los encuentros, como ordenar las bases intencionales con una simple seña, sin necesidad de lanzar las cuatro bolas, o limitar el número de visitas al montículo.

Pero la única manera real y efectiva de recortar el tiempo de los juegos NO va a aplicarse, porque implicaría la pérdida de grandes cantidades de dinero.

En un juego de Grandes Ligas se usan tres minutos entre innings para comerciales de televisión.

Eso significa en nueve episodios entre 50 y 54 minutos de tiempo muerto, que se suman a las dos horas de acción efectiva de un partido y termina promediando las tres horas de duración.

Si esos tres minutos entre episodios se bajaran a dos, el juego podría durar un cuarto de hora menos, pero ello implicaría unos 18 minutos menos de anuncios, entiéndase dinero.

Y como dice el refrán, billetera mata a galán. Por muy innovador que sea Manfred, a nadie le gusta que le toquen el bolsillo.

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Nueve días le duró a Manny Machado el récord del mayor contrato firmado por un agente libre en el béisbol.

Su pacto de 300 millones por diez años con los San Diego Padres, anunciado el pasado martes 19, fue eclipsado por los 330 millones que los Philadelphia Phillies le acaban de dar a Bryce Harper por 13 campañas.

Con este acuerdo, Harper no sólo supera a Machado, sino también a Giancarlo Stanton como el contrato de mayor dinero en la historia de las Grandes Ligas.

En el 2014, los Miami Marlins sorprendieron al mundo al darle a Stanton una extensión por 325 millones para los próximos 13 años, que en su momento significó el mayor contrato en cualquier deporte en el mundo.

Automáticamente, los Filis pasan a ser favoritos para ganar la que promete ser la división más competitiva de todo el béisbol.

Harper formará un temible dúo con Rhys Hoskins. Ambos jugadores dispararon 34 jonrones en el 2018 y de repetirlo en el 2019, se convertirían en la primera pareja de Filadelfia en superar la treintena de bambinazos desde que lo hicieran Jayson Werth y Raúl Ibáñez en el 2009.

Para el toletero zurdo, el Citizens Bank Park de Filadelfia le viene como anillo al dedo.

De hecho, es el estadio donde más vuelacercas ha conectado como visitante en su carrera, 14 en 179 turnos, lo que le da una frecuencia de un palo de vuelta entera por cada 12.7 viajes al plato, mucho mejor que su media de 17.9 en el resto de los parques en que ha jugado.

La contratación de Harper es la cereza en el pastel de un invierno muy activo para los Filis, que ya se habían reforzado, vía canjes, con el cátcher J.T. Realmuto y el campocorto dominicano Jean Segura, así como con la fima de agentes libres como el jardinero Andrew McCutchen y el relevista David Robertson.

Sin embargo, no deja de representar un riesgo para una franquicia que tiene demasiado fresco en su memoria el pésimo contrato de Ryan Howard de 125 millones que resultó ser un rotundo fiasco.

Probablemente Filadelfia recupere la inversión en los tres o cuatro primeros años del pacto, ya sea por venta de camisetas y otra memorabilia, así como en la asistencia al estadio que generará un equipo competitivo.

Pero el contrato, que tiene una cláusula de no cambio y no tiene la opción de salida después de cierto tiempo, como si tiene el de Machado con San Diego, mantendrá atado a Harper a los Filis hasta el 2031 y ya sabemos cuánto pesan en los años finales esos acuerdos a tan largo plazo.

Por cierto, cuatro años después de que Harper cobre su último cheque de este contrato, será cuando Bobby Bonilla finalmente reciba su pago final de un millón anual de los New York Mets.

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ORLANDO, Florida -- Mucho antes de que una disputa entre el presidente Donald Trump y el Congreso provocara el cierre parcial del gobierno más largo en la historia de Estados Unidos, el mercado del béisbol de las Grandes Ligas ya lidiaba con uno de sus peores apagones desde el nacimiento de la agencia libre hace un poco más de cuatro décadas.

Entrando formalmente a la segunda mitad de enero, y a menos de un mes para que arranquen los entrenamientos primaverales en Arizona y Florida, alrededor de 150 peloteros con experiencia en las ligas mayores siguen desempleados. El grupo incluye al jardinero Bryce Harper, el torpedero Manny Machado, el cerrador Craig Kimbrel y suficiente material para armar uno o dos equipos.

Desde que comenzó el periodo de agencia libre, la mayoría de jugadores que firmaron lo hicieron por acuerdos de uno o dos años. Los únicos que excedieron tres años garantizados en sus nuevos contratos fueron los lanzadores abridores Patrick Corbin (6 años con Washington Nationals) y Nathan Eovaldi (4 años con Boston Red Sox). Para muchos, una de las posibles razones para el apagón de este invierno en particular es el hecho de que no hayan firmado Harper y Machado, quienes entraron al mercado con la expectativa de romper el récord salarial de las ligas mayores (Alex Rodríguez firmó por 10 años y $275 millones con los New York Yankees como agente libre en diciembre de 2007, mientras que Giancarlo Stanton aceptó una extensión de los Miami Marlins por 13 años y $325 millones en noviembre de 2014 para evitar llegar al mercado).

En realidad, esa percepción es errada tomando en cuenta que ni Harper ni Machado tienen una fila de equipos interesados en sus servicios y que algunos de los clubes más ricos del béisbol no solamente no han corrido detrás de ellos, sino que además tampoco han hecho serios esfuerzos en mejorar sus evidentes debilidades. Básicamente, este invierno, los dos mejores agentes libres del béisbol en mucho tiempo han sido acorralados a tener que decidir entre dos ofertas cada uno y el resto ha sido ignorado olimpicamente.

Con la lista de los agentes libres que aún están disponibles, entrando a la segunda mitad de enero, este es nuestro equipo ideal de desempleados en las grandes ligas .

RECEPTOR: Martin Maldonado - El puertorriqueño de 32 años no ha sido una fuerza ofensiva en su carrera de ocho temporadas, pero es una garantía defensiva en una de las posiciones más difíciles del juego. Maldonado, quien ganó el Guante de Oro en el 2017, puso out al 49% de corredores que intentaron robarle la temporada pasada.

Otros disponibles: Nick Hundley, Matt Wieters, René Rivera y A.J. Ellis.

PRIMERA BASE: Wilmer Flores - Flores es un hombre joven (27 años) que ha pegado 68 jonrones en 1,866 turnos al bate en su carrera. Posiblemente lo que necesita es un equipo que le entregue la posición por 150 partidos y lo deje jugar en paz.

Otros disponibles: Logan Morrison, Mark Reynolds y Hanley Ramírez.

SEGUNDA BASE: Marwin González - Además de ser uno de los bateadores que logró más contactos fuertes en MLB en los últimos dos o tres años, González tiene la ventaja de poder jugar adecuadamente en varias posiciones. Incluso si jamás iguala su actuación del 2017 (.303, 90 CE, .907 OPS), en una situación normal debería estar recibiendo muchas ofertas de tres y cuatro años.

Otros disponibles: Asdrúbal Cabrera, Josh Harrison y Neil Walker.

CAMPOCORTO: Manny Machado - Uno de los mejores jugadores de MLB, dominicoamericano tiene cuatro visitas al Juego de Estrellas, dos Guantes de Oro y 175 jonrones en siete años. Machado puede jugar en tercera base y el campocorto, batear en medio del lineup y apenas tiene 26 años de edad.

Otros disponibles: José Iglesias, Alcides Escobar y Freddy Galvis.

TERCERA BASE: Mike Moustakas - Un tercera base que batea a la zurda y que pegó 66 jonrones en los dos años anteriores debería recibir más amor de los clubes. El año pasado, Moustakas fue forzado a tomar un contrato de $6,5 millones de dólares el 11 de marzo, pese a que venía de descargar 38 vuelacercas en el 2017.

Otros disponibles: Yangervis Solarte, Ryan Flaherty, Danny Valencia.

JARDINERO: Bryce Harper - Al igual que Machado, Harper es muy bueno y muy joven. Al igual que Machado, el retraso de su firma se debe más a sus altas expectativas económicas que a desinterés de los equipos. El Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 2015, promedia 32 jonrones y OPS de .900 por cada 162 juegos en su carrera.

JARDINERO: A.J. Pollock - Cuando está sano, Pollock es uno de los jugadores más completos del juego. El asunto es que estar saludable no ha sido fácil para Pollock, quien solamente ha podido jugar más de 130 partidos en una temporada dos veces en su carrera.

JARDINERO: Adam Jones - El cinco veces Todos Estrellas con cuatro Guantes de Oro ha visto pasar sus mejores años, pero Jones aún puede ayudar un equipo, especialmente uno con un roster adecuado para competir.

Otros disponibles: Carlos González, Nick Markakis, José Bautista, Curtis Granderson, Carlos Gómez, Gerardo Parra y Denard Spahn.

BATEADOR DESIGNADO: Evan Gattis - Excepto por el 2017, cuando fue limitado a 84 juegos por las lesiones, 'El Oso Blanco' ha sido bastante consistente. Todos saben que no bateará para alto promedio ni recibirá muchos boletos, pero en su carrera pega 32 jonrones y empuja 90 carreras por cada 162 juegos. Con 32 años de edad, Gattis es relativamente joven para el rol que juega.

ABRIDOR: Dallas Keuchel - Muchos equipos adorarían tener a Keuchel, pero no al precio que está pidiendo. Básicamente es lo mismo que ocurre con la mayoría de jugadores que pisaron la agencia libre en los últimos dos años. Keuchel no es el mismo que ganó el Cy Young de la Liga Americana en el 2015, pero viene de lanzar 200 entradas por tercera vez en cinco años y de liderar su liga con 34 aperturas.

Otros disponibles: Marco Estrada, Gio González, James Shields, Bartolo Colón, Yovani Gallardo y varias decenas.

RELEVISTA: Craig Kimbrel - Uno de los pocos relevistas de la actualidad que está tejiendo una carrera digna del del Salón de la Fama, Kimbrel es también uno de los pitchers más difíciles de batear en mucho tiempo. En su carrera de nueve años, Kimbrel tiene 333 salvamentos, efectividad de 1.91, 14.7 ponches por cada 9 innings y los bateadores promedian .154 en su contra.

Otros disponibles: Adam Ottavino, Cody Allen, Oliver Pérez, Sergio Romo, Tyler Clippard, A.J. Ramos, Ryan Madson, Bud Norris.

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La enseñanza que ha dejado hasta ahora el novelón de Bryce Harper y Manny Machado es que ni el primero vale los 400 millones que su agente Scott Boras decía que merecía, ni el segundo los más de 300 millones que buscaba su representante Dan Lozano.

Por muy jóvenes que hayan llegado a la agencia libre, ambos con 26 años, los equipos han aprendido las lecciones de exagerados contratos por diez o más temporadas, que en su mayoría terminan siendo cargas pesadas para sus finanzas.

Faltan 30 días para que abran los campos de entrenamientos y los dos agentes libres más cotizados mantienen trancado el mercado.

Se suponía que su disponibilidad provocaría una avalancha de equipos en pos de sus servicios.

Sin embargo, no llegan a diez (un 33 por ciento de todas las franquicias) las que han mostrado interés en los dos peloteros.

Ofertas ha habido, pero la demora de ambos para tomar una decisión ha obrado en su contra, pues varios de los interesados inicialmente, ante la duda, han sido llenando sus huecos con otras piezas menos costosas.

Así, los Yankees de New York descartaron finalmente a Machado, con las firmas del campocorto Troy Tulowitzki, a precio de pulguero, y del segunda base D.J. LeMahieu.

Fue una decisión sabia. Si bien cualquier equipo que firme a Machado va a ser automáticamente mejor de lo que es actualmente, los Yankees en realidad no lo necesitan.

Sería meterse en un pantanal de dinero, cuando ya tienen comprometidos más de 250 millones en Giancarlo Stanton y aún no han podido deshacerse de Jacoby Ellsbury, a quien le deben poco más de 42 millones.

Harper debería aceptar de una buena vez la oferta de su antiguo equipo, los Nacionales de Washington, y Machado los alrededor de 240 millones que le están brindando los Medias Blancas de Chicago por ocho campañas.

Esto está demasiado aburrido y hace falta que el mercado se destrabe y comience a moverse a un ritmo vertiginoso, para que se produzca el espero efecto dominó con los otros agentes libres.

Otro que está estancado es el cerrador Craig Kimbrel, quien pretende un contrato de al menos seis temporadas.

Nadie quiere arriesgarse a darle tanto tiempo a un cerrador, aunque se trate de un hombre con posibilidades de convertirse, si la salud lo acompaña, en el mejor en sus funciones en todos los tiempos.

Ahora los rumores que suenan es que retornará a los Boston Red Sox por un año y poco más de 18 millones, una cifra ligeramente superior a la oferta calificada que le hiciera el equipo al terminar la Serie Mundial.

Sería algo parecido a lo de Yasmani Grandal, que tras rechazar un pacto de cuatro campañas y más de 50 millones con los Mets de New York, terminó acordando por un año y 18.25 con los Milwaukee Brewers.

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Bryce Harper habría rechazado una oferta de 300 millones de los Nacionales de Washington para seguir en la capital del país por las próximas diez temporadas.

¡300 millones! Este mundo se ha vuelto loco.

Según el agente de Harper, el poderoso Scott Boras, su cliente andaría buscando un pacto de 400 millones y alrededor de 14 campañas.

¿Vale en realidad tanto dinero? Por ahora lo valdrá desde el momento en que un equipo tenga la necesidad imperiosa de contratarlo y la disposición de pagar semejante cifra.

No importa si los hechos demuestran que esos acuerdos por tanto tiempo terminan siendo a la larga un fardo demasiado pesado de cargar y que en muchos casos comprometen el futuro sostenible de la franquicia que los concede.

¿Recuerdan cuando los Vigilantes de Texas dispararon el mercado con aquellos 252 millones a Alex Rodríguez?

Al final tuvieron que canjearlo a los Yankees de Nueva York, que se hizo cargo del acuerdo, porque tenían tanto dinero comprometido en un solo pelotero, que no podían comprar las otras piezas que necesitaban para formar un equipo competitivo.

Durante los primeros años todo es luna de miel, pero basta con que el pelotero entre en su lógica curva de descenso para que empiece a doler cada cheque que hay que pagarle.

A esta hora, Angelinos de Los Angeles, los Tigres de Detroit y los Marineros de Seattle deben estar arrepentidísimos de los megacontratos que les dieron a Albert Pujols, Miguel Cabrera, Prince Fielder y Robinson Canó.

Sobre todo en el caso de Fielder, que tuvo que retirarse a los 31 años, cuando el cuerpo dijo no más y todavía le quedaban tres temporadas del contrato de 214 millones por nueve campañas que firmó en el 2012.

Lo mismo pasará con Giancarlo Stanton cuendo empiecen a caerle los años y las lesiones vengan con más frecuencia.

A favor de Harper está el hecho de que recién acaba de cumplir 26 años, mientras que los antes mencionados firmaron sus exagerados pactos cuando ya rondaban o incluso habían pasado de los 30.

En su contra está la inconsistencia de sus estadísticas, que un año son dignas de Jugador Más Valioso y al siguiente con comunes y corrientes.

Sólo una vez (2018) impulsó exactamente 100 carreras, mientras que en apenas dos ocasiones (2015 y 2018) ha superado la treintena de cuadrangulares.

Con el guante no es nada excepcional, más bien un defensor promedio, con un average de fildeo de .983 y ya ha comenzado a hablarse de la posibilidad de que deje los jardines para dedicarse a la primera base.

De momento, son varios los equipos que han expresado públicamente su interés en Harper, aunque algunos lo hace de dientes para afuera, pues todo el mundo sabe que no tienen la capacidad financiera para meterse en semejante aventura.

Los Philadelphia Phillies y los Medias Blancas de Chicago han ido más lejos, al afirmar que quieren no sólo a este, sino también a Manny Machado, con lo que estarían dispuestos a comprometer más de 700 millones en dos peloteros.

Los Yankees se han mencionado como posibles interesados, en uno u el otro, no en los dos juntos, aunque para ello tal vez buscarían sacarse la carga de Stanton, a quien se le deben aún unos 285 millones de dólares.

Supongamos que consigue los 400 millones que anda buscando para garantizar su empleo por las próximas 14 campañas.

Terminaría a los 40 años, si le da la gasolina para llegar hasta allá. Por cierto, en sus siete temporadas anteriores, solamente en dos se mantuvo lo suficientemente saludable como para participar en más de 150 juegos.

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Bryce Harper estaba listo para las cámaras.

Parado frente a su vestidor pocas horas antes del partido inaugural en casa de los Nacionales de Washington, rodeado por una marea de lentes y micrófonos, se asemejaba muchísimo a un hombre que entendía bien que estaría rodeado por una marea de lentes y micrófonos. A pesar de la hora tan temprana, su cabello estaba perfectamente peinado. Su rostro, aún bronceado luego de dos meses en el sol de la Florida, estaba relajado. Su pullover de satín azul (con las palabras "TEMOR A DIOS" tejidas en su espalda) brillaba en las luces que lo bañaban.

Esa escena fue un contraste total con lo vivido la mañana anterior, cuando Harper recorría el clubhouse de visitantes en Atlanta, aún medio dormido. Si bien su rostro mantenía el color bronce, su cabello estaba mucho más que despeinado. En vez del pullover de satín, vestía un monótono suéter de capota de los Nacionales de color gris. Al recorrer la habitación en dirección hacia su puesto, cantaba el coro del tema de Green Day "Wake Me Up When September Ends" ("Despiértenme cuando termine el mes de septiembre"). Quizás era un guiño que reconocía la diferencia entre un partido a principios de abril antes de emprender un viaje y un encuentro de playoffs en octubre escenificado en horario estelar.

Estos días, cuando se trata de lidiar con los medios, Harper, quien se encuentra en el año final de un contrato lo cual, debido a la mera naturaleza de su inminente vencimiento, lo convertirá en una de las personas seguidas más de cerca en el mundo del béisbol durante los próximos seis meses, habla de forma prudente. Habla cuando se espera que lo haga, cuando lo necesita. Así lo hizo durante los entrenamientos primaverales, cuando estuvo sentado en medio de una sala llena de periodistas y comenzó su discurso anual del "Estado de Bryce" al leer frases de aperturas preparadas cuidadosamente, concluyendo al decir que "saldría por esa puerta" si alguien se atrevía a formular una pregunta con respecto a su futuro más allá de la presente temporada. O tal como ocurrió el jueves pasado, cuando Washington acrecentó sus esfuerzos publicitarios al anunciar una extensión contractual al Gerente General Mike Rizzo horas apenas del primer duelo en el Nationals Park.

"Me gusta venir a casa", expresó Harper de forma tranquila al ser preguntado con respecto al debut de su equipo en la capital de Estados Unidos. "Disfruto jugando en el Nationals Park. Es mi casa. Es una parte de este equipo, forma parte de esta organización".

Habló durante cuatro minutos y dijo cero cosas controversiales. Se han acabado esos días en los cuales Harper desataba una tormenta al decir "¿Dónde está mi anillo?", como lo hizo al principio del Spring Training en 2015, poco después que los Nacionales agregaran al as Max Scherzer a una rotación ya repleta de talento. Han pasado los días en los cuales vestía una gorra de camionero con la frase "Hagamos al béisbol divertido otra vez", tal como lo hizo el ex Jugador Más Valioso al dirigirse a los medios tras el primer partido de la campaña 2016, en una clara alusión al eslogan de campaña electoral del hoy presidente de Estados Unidos Donald Trump.

Esta nueva fase de Harper no significa que él no tenga cosas con las que quisiera desahogarse, o que él no es precisamente uno de los atletas más conscientes en cuanto a mercadeo que existen en la actualidad, o que en algún momento no deje que su "agitador interno" suelte una de las suyas, al mejor estilo de "me iré por esa puerta". El caso es que, por estos días, el jardinero de 25 años (y además, hombre casado quien ya está en su séptima temporada en Grandes Ligas) estará más dispuesto a hacer saber su mensaje a través de redes sociales o de una vestimenta bien seleccionada y menos a hacerlo con frases y sonidos. Está dispuesto a dejar que su bate hable por él. Y no se confundan, su bate habla muy fuertemente.

A poco más de una semana de iniciarse el último año de su contrato, Harper se ha convertido en un símbolo ambulante de aquellos que hablan poco y cargan un gran madero. El sábado, en duelo ante los Mets, el primer seleccionado del draft 2010 la sacó del estadio contra el relevista Hansen Robles, un disparo por la barda opuesta de 405 pies que representó su quinto cuadrangular de la joven temporada, cifra líder en las Mayores. A pesar de ciertas dificultades recientes (bateando de 9-1 con cinco ponches en sus últimos tres compromisos), Harper ostentaba, antes de la jornada del domingo, un OPS de 1.043 que comanda la Liga Nacional. Ha duplicado su cifra de boletos con respecto a los ponches y, sin importar las precauciones sobre los pequeños muestreos, se encuentra encaminado a negociar 200 boletos. Incluso, sus outs han sido productivos, empatando el liderato del Viejo Circuito en elevados de sacrificio.

Empezar una temporada de forma encendida no es nada nuevo para Harper, quien, durante su joven carrera, ha elevado el "arranque a toda velocidad" de un pelotero a niveles de forma de arte. Según las cifras de Baseball-Reference.com, tiene OPS de por vida de 1.087 durante los meses de marzo y abril. Eso lo coloca en el tercer puesto de todos los tiempos entre aquellos que han jugado al menos 100 encuentros en sus carreras antes del mes de mayo. ¿Quiénes son los dos señores ubicados sobre él en dicha estadística? Dos tipos llamados Babe Ruth y Ted Williams.

La diferencia entre Harper y los dos miembros del Salón de la Fama mencionados arriba es que Ruth y Williams estaban siendo ellos mismos. Ruth terminó su carrera con un OPS de 1.164, el mejor en la historia de las Grandes Ligas. Williams, por su parte, ostenta OPS de por vida de 1.116, ubicándose así en el segundo puesto. En otras palabras, el OPS de Ruth de 1.089 entre marzo y abril fue realmente mediocre, considerando su producción. Se puede decir lo mismo de Williams y su OPS de 1.088. Harper, por otro lado, tiene OPS de .905 durante sus más de seis temporadas en las Mayores. Si bien no es una cifra para nada despreciable, se trata de un declive de 200 puntos con respecto a su marca en marzo y abril.

Entonces, ¿de qué se trata? ¿Qué hace que Harper se encuentre en una forma digna de mitad de temporada en una época del año en la cual se supone que los pitchers están en mejores condiciones que los bateadores y los campos de béisbol tienen la tendencia de asemejarse a pistas de hockey sobre hielo?

"Sólo intento tener buenos turnos", dijo Harper, casi susurrando, al preguntársele antes de iniciar su encuentro inaugural en Washington con respecto al por qué de su producción tan buena al arrancar la zafra. "Sólo veo muchos lanzamientos, trato de conseguir envíos que pasan sobre el plato y que puedo manejar. Trato de hacer lo mejor que pueda".

Es cierto que eso no suena muy distinto a lo que Harper o cualquier otro pelotero grandeliga se esfuerza en hacer regularmente, independientemente si se trata del Juego 1 o del Juego 162 o de cualquier otro partido entre ambos, es porque no lo es. Lo que sí es distinto, al menos, en el caso de Harper, es que éste se encuentra sano.

En 2015, la primera temporada en la cual Harper pudo lograr mantenerse en plenitud de condiciones de inicio a fin, terminó registrando OPS de 1.109 (convirtiéndose así en el Jugador Más Valioso designado de forma unánime a menor edad en la historia del béisbol). Siguió esa actuación sumando OPS de 1.121 en abril de 2016 (además alzándose con los honores al Jugador del Mes). Sin embargo, luego tuvo que lidiar con un misterioso y prolongado slump en el cual, aparentemente, las lesiones jugaron un rol fundamental. Durante la pasada zafra, antes de sufrir una espantosa lesión en su rodilla en agosto, tuvo OPS de 1.034 y parecía ser una buena opción para repetir como Más Valioso.

Para resumir: los números de Harper cuando está sano son muy similares a aquellos que suma cuando el calendario indica que estamos en los meses de marzo o abril. Todo esto nos indica que el secreto para sus encendidos arranques de temporada (incluyendo el actual, en el cual debe cargar en hombros el inmenso peso de representar el fin de su contrato) no es secreto en absoluto. Y él lo sabe bien.

"Si me mantengo sano", dijo Harper durante el Spring Training, "puedo ser uno de los mejores jugadores de este deporte".

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MESA, Ariz. - Steve Cishek subió al montículo para su primera sesión de práctica de bateo en vivo con su nuevo equipo a principios de esta semana. Mientras el relevista se paraba en la lomita contra la lista de bateadores de los Cachorros de Chicago: un exjugador más valioso (Kris Bryant), un candidato perenne al premio (Anthony Rizzo), un extitular en el Juego de Estrellas (Addison Russell) y un estrella emergente (Willson Contreras) - se dio cuenta de exactamente en lo que se metió cuando firmó como agente libre durante el invierno.

"Es ridículo", dijo el derecho ese mismo día. "Nuestra alineación está amontonada. Sé que es solo una práctica de bateo en vivo, pero las situaciones de juego no pueden ser divertidas enfrentando a esos tipos una y otra vez. Puede ser intimidante. ... Definitivamente es el mejor equipo del que he sido parte".

Es una noción que los recién llegados al cluhouse de los Cachorros han repetido a su llegada a Mesa, solo unos días después de que la oficina añadiera la última pieza de una ocupada temporada baja en el diestro Yu Darvish.

Los Cachorros son una fuerza una vez más, y ahora dejaron atrás sus temporadas de campeonato y resaca. Mientras que la retórica normal en la primavera es para aplacar las expectativas, los Cachorros ya pasaron ese punto. Westgate Las Vegas SuperBook tiene a Chicago en 7-1 para ganar su segunda Serie Mundial en tres años, y levantar ese segundo trofeo está en la mente de los integrantes de este equipo.

"Esa es una razón por la que todos firmamos aquí, sin duda", dijo otro recién llegado, el lanzador Tyler Chatwood. "Están diseñados para ganar por un tiempo, y me alegra ser parte de eso".

Desde la propiedad hacia abajo, a los Cachorros les gusta recordarles a todos que han ganado la mayoría de los juegos de postemporada y temporada regular en el béisbol en las últimas tres temporadas. Pero incluso por todo ese éxito, o tal vez por eso, el 2017 casi se sintió como decepción después de que los Cachorros tuvieron un comienzo lento y se retiraron de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional en cinco juegos.

"Siento que estamos todos por delante de donde estábamos el año pasado", dijo Bryant. "Será nuestro cuarto año juntos. El mismo núcleo. Es agradable salir con los mismos tipos que han estado contigo por tres, cuatro años".

Los Cachorros actualizaron su cuerpo de lanzadores pero mantuvieron intacta su base de jugadores de posición, recuperando la misma ofensiva que ocupó el segundo lugar en la Liga Nacional en carreras anotadas en cada una de las últimas dos temporadas y aún no ha alcanzado su potencial. Los Cachorros fueron terribles en bateo situacional, por lo que trajeron al veterano entrenador Chili Davis para abordar esa deficiencia. Una mejora en esa área podría traducirse en una temporada monstruosa para una alineación repleta de ex selecciones de primera ronda del draft.

"Seguro que espero que descubras el juego un poco más cada año y puedas aplicar eso", dijo Bryant, de 26 años. "Siento que. Todos nosotros aquí estamos listos para dar el siguiente paso".

Es un grupo que recién está entrando en su mejor momento, con una gran cantidad de experiencia en juegos importantes ya en su haber, pero la ofensiva ni siquiera podría ser la mayor razón para el optimismo.

La adición de Darvish hace que las personas en el juego vuelvan a pensar en 2016. La rotación de los Cachorros fue tan dominante esa temporada que el ganador de 15 juegos Jason Hammel no pudo oler los playoffs, y el grupo de abridores de este año podría ser igual de bueno. Chatwood y Darvish se unen a Jon Lester, Kyle Hendrick y José Quintana para formar el quinteto abridor más talentoso de la Liga Nacional.

"No me gusta hablar sobre otros equipos", dijo recientemente el mánager de los Indios Terry Francona. "Pero esos muchachos [la oficina principal de los Cachorros] siempre obtienen lo que necesitan. Esa es una buena rotación de cinco hombres. Me encantaría enfrentarlos nuevamente en la Serie Mundial".

La propiedad de los Cachorros no se está alejando de las altas expectativas. Firmaron el compromiso de $ 126 millones por Darvish y esperan un retorno de la inversión.

"En el papel, podría ser la rotación más fuerte que hayamos tenido", declaró el propietario, por lo general discreto, Tom Ricketts al abrir el campamento. "Tenemos un gran equipo".

Ricketts no llegó a calificar de fracaso a algo que no fuera una Serie Mundial, pero no hizo nada para disuadir a los fanáticos de las grandes aspiraciones.

"En este punto, con este equipo, ese es nuestro objetivo", dijo. "No los culpo. Deben tener altas expectativas".

¿Son estos Cubs un equipo de 103 victorias, como lo fueron en 2016? ¿Podrían ser aún mejores? Mucho de eso será decidido por la rotación y un bullpen renovado que incluye al nuevo taponero Brandon Morrow. Hay una ventaja adicional en el hecho de que Morrow y Darvish fueron sacados de un equipo de Dodgers de Los Ángeles que enfrentaron los Cachorros en cada uno de las últimas dos Series de Campeonato de la Liga Nacional.

"Tanto Yu como Morrow fueron clave para nuestro éxito, y les deseamos lo mejor", dijo el mánager de los Dodgers, Dave Roberts. "Va a ser una buena batalla con esos muchachos". Seis veces en la temporada regular y tal vez en otra ocasión en la postemporada. ¿Quién sabe?"

Aunque todavía faltan meses para que el encuentro de postemporada con los Dodgers tome forma, los Cachorros saben lo que tienen: un grupo muy talentoso con una motivación nueva y un hambre renovada.

"Nadie en esta sala dice: 'Fuimos ganadores de la división el año pasado'", dijo el veterano Ben Zobrist. "A nadie realmente le importa eso en este punto. Queremos ser campeones de la Serie Mundial de nuevo".

Si la reacción de los recién llegados es una indicación, hay suficiente talento en el club para que esto suceda.

"Es fácil de decir porque estoy aquí ahora, pero es la verdad", dijo Cishek. "De arriba hasta abajo de nuestra alineación, el bullpen y el equipo titular, es un equipo increíble".

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CHICAGO - Él estuvo ahí, aunque solo en espíritu.

El estelar jugador de los Nacionales de Washington Bryce Harper estuvo omnipresente en la recientemente completada convención de fanáticos de los Cachorros de Chicago simplemente porque hay un sentimiento creciente de que él podría estar en el equipo luego que llegue a la agencia libre en noviembre.

Su nombre fue mencionado en paneles formales de discusión todo el fin de semana y luego en algunas entrevistas informales con actuales miembros de los Cachorros, en especial su buen amigo Kris Bryant.

"Creo que lo único que puedo decir es que el nombre de su perro es Wrigley, así que supongo que le gustamos un poco", dijo Bryant con una sonrisa en su rostro en el fin de semana. "Me encantaría tenerlo, pero no quiero hablar eso con él porque es duro".

No ayuda a callar la conversación cuando Bryant y su esposa tuvieron una "noche de juegos" con Harper y su esposa, como hicieron temprano en esta temporada baja. Y entonces están todos los comentarios y rumores en las redes sociales sobre una alegada reunión entre ambos nativos de Las Vegas que se se llevó a cabo en los últimos 12 meses.

"Probablemente va a ser la agencia libre más emocionante de la historia", dijo Bryant. "Independiente de lo que él haga este año, la gente le va a pagar mucho dinero, y con toda razón".

El pagarle es una conversación diferente, pero la idea de tener a Bryant y Harper en la misma alineación, junto a Anthony Rizzo, tiene salivando a los fanáticos de los Cachorros.

"No hablamos mucho sobre esto", dijo Bryant de forma casual.

Eso está bien porque todo el mundo lo está haciendo. En uno de los primeros paneles de discusión, un fanático joven le preguntó al presidente del equipo Theo Epstein dónde podía conseguir la camiseta de Harper en los Cachorros.

"Necesitas preguntarle a Kris Bryant", respondió Epstein. "Parece que él tiene algunas".

El nombre de Harper incluso fue mencionado en un panel de "solo niños". Eventualmente, Rizzo tuvo que recordarle a la concurrencia que los Cachorros han llegado a la postemporada en tres años consecutivos sin Harper. Rizzo dijo en broma que los fanáticos "tienen problemas serios" si ellos ruegan por Harper luego de tres viajes seguidos a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

Además algo que está impulsando los rumores de Harper a los Cachorros en esta temporada baja es el traspaso de Giancarlo Stanton a los Yankees, lo que a juicio de muchos sacará a Nueva York de la contienda por Harper. Además está el hecho de los pocos gastos que se han registrado en todo el béisbol en esta temporada baja.

"Los equipos están intentando posicionarse a sí mismos de la mejor manera posible, probablemente al tener en su mira el mercado de agentes libres del año que viene e intentando poner su nómina donde ellos quieren que esté", dijo Epstein el viernes.

El dueño de los Cachorros Tom Ricketts añadió el sábado: "Lo que uno ve de los equipos allá afuera es que ellos prefieren tener polvo seca [dinero disponible] de aquí a un año".

Cuando Ricketts habla sobre otros equipos, él debería incluir a su organización. Los Cachorros han estado activos en este invierno pero no han invertido mucho. El acuerdo más grande que han concretado fue el de tres años que le dieron a Tyler Chatwood, que le pagará poco más de $13 millones por temporada. Eso es bastante lejano a los contratos que ellos dieron a jugadores tales como Jon Lester ($155 millones por seis años) y Jason Heyward ($184 millones por ocho años). Los Cachorros van a tener mucho "polvo seco" para el siguiente invierno.

Ahora mismo, no hay ninguna señal pública o privada de parte de los Cachorros que ellos vayan a gastar en Harper, quien podría costar entre $300 millones y $400 millones en el transcurso de su esperado contrato. Quizás más. Firmar a Harper podría significar un boleto de salida de la ciudad, eventualmente para Bryant o Rizzo. O para ambos.

Pero todo eso es para más tarde. Los Cachorros podrían presumir de una ofensiva increíble por al menos algunas temporadas.

"Cuando lo miras como jugador y lo que ha hecho, y lo joven que es, sería algo tonto no hacerlo", dijo Bryant. "Se encuentra en un buen punto ahora mismo".

La última vez que Bryant y Harper jugaron en el mismo equipo fue para una escuadra viajera de Las Vegas llamada los Nevada Wildcats cuando Bryce tenía 13 y Bryant tenía 14 años. Harper lanzó un partido de un hit, y conectó cuadrangular mientras Bryant también conectó jonrón en la victoria 2-1. ¿Cuántas veces podrían sacar la pelota, al estar uno junto al otro en la misma alineación, todos estos años después? Eso está en la mente de todos, incluso aunque la petición de Bryant en la agencia libre a Harper no se ha hecho - todavía.

"Quizás en la próxima temporada baja incrementemos eso más", dijo Bryant con una sonrisa enigmática, como si fuera un gato en búsqueda de cazar su presa. "Es divertido pensar en eso, pero yo no soy el que toma esas decisiones".

Si esa convención sirve de indicativo, los fanáticos de los Cachorros ya tomaron la suya.

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Bryce Harper no estará más en D.C. después del próximo año. O tal vez sí.

En este punto, la única persona que sabe la respuesta a esa interrogante es, bueno, nadie. Harper, quien podría ser agente libre luego de la temporada 2018, podría firmar con los Yankees de Nueva York. O los Dodgers de Los Angeles. O los Cachorros de Chicago o los Filis de Filadelfia o cualquier otro equipo dispuesto a abrir su billetera y pagar por los servicios del exJMV. O podría firmar de vuelta con los Nacionales de Washington, la única franquicia que ha conocido desde que fue seleccionado en el primer turno general del sorteo de 2010.

Siempre hay oportunidad de que Harper y los Nacionales acuerden una extensión de contrato a largo plazo en algún punto entre hoy y los siguientes 11 meses, cuando expirará su actual acuerdo. Pero dado el hecho que es representado por el agente Scott Boras, quien es conocido por llevar a sus clientes a cumplir la totalidad de sus acuerdos cuando se trata de irse a la agencia libre, las probabilidades no son buenas.

Hablando de probabilidades, asumiendo que Harper llegue al mercado de agentes libres el año que viene, los Yankees son los favoritos para firmarlo. Eso de acuerdo al corredor de apuestas Geoff Johnson del portal mytopsportsbooks.com, quien coloca a Nueva York 7-3, ligeramente por encima de Washington (5-2) y además mejor que Chicago (8-1) y Filadelfia (10-1).

Con esto no queremos decir que los días de Harper en el Distrito estén contados. Dado su historial con los Nacionales, y dada la relación del equipo con Boras (cinco de los siete jugadores mejores pagados en Washington son clientes de Boras), no sería una sorpresa si el toletero de 25 años se queda jugando en D.C. De todos modos, con las reuniones invernales pautadas para comenzar la semana que viene en Orlando, Florida, el gerente de los Nacionales Mike Rizzo necesita comenzar a planificar para la posibilidad muy real de que la cara de la franquicia salga de ahí - lo que quiere decir que él necesita saber cómo aprovechar al máximo lo que podría ser el año final de Harper en la capital de la nación.

He aquí cinco cosas que Rizzo necesita lograr en esta temporada baja para poder sacarle el máximo al año final de Harper:

1. Añadir otro brazo al bullpen reconstruido. En el invierno pasado, el bullpen de los Nacionales necesitaba una renovación completa. Un año después, un pequeño retoque podría ser todo lo que se necesite. El cerrador Sean Doolittle, adquirido en la fecha límite de cambios que ayudó a que el penoso bullpen de Washington diera una vuelta de 180 grados, sigue bajo contrato. Lo mismo aplica al preparador Ryan Madson, quien llegó de Oakland en el mismo acuerdo que trajo a Doolittle. Pero los siguientes tres relevistas más importantes de los campeones divisionales del año pasado -- Matt Albers, Brandon Kintzler y Oliver Pérez -- son agentes libres. Albers tuvo el mejor año de su carrera, Kintzler logró 29 rescates y Pérez lleva 15 años de carrera, así que se espera que los tres sean relativamente caros para un relevista intermedio. Eso sin mencionar que el veterano Shawn Kelley -- quien batalló con lesiones y su propia inefectividad el año pasado - se ganará $5.5 millones la próxima temporada. Así que Rizzo tendrá que ser un comprador astuto cuando se trata de agregar uno o dos brazos para darle respiro al resto del bullpen de Washington.

2. Encontrar un quinto abridor. Liderados por el as Max Scherzer, los primeros tres abridores de los Nacionales fueron tan buenos como cualquier otro trío en el béisbol. De hecho, Scherzer, Stephen Strasburg y Gio González terminaron entre los primeros seis en la votación del Cy Young de la Liga Nacional, siendo Scherzer el ganador por segunda temporada seguida. A pesar de tener un año por debjao de lo esperado, hace apenas una temporada que el cuarto abridor Tanner Roark llegó entre los primeros 10 en la votación del Cy Young. Así que, sí, esta rotación es muy buena. Pero eso no significa que no quede trabajo por hacer. Hace dos años como novato, Joe Ross lucía como el siguiente gran lanzador de los Nacionales. Pero desde ese entonces ha tenido problemas para mantenerse saludable, lo que ha convertido el puesto de quinto abridor en una incógnita. El prospecto A.J. Cole, quien abrió ocho partidos y tuvo efectividad por debajo de 4.00 la pasada temporada, podría ser la respuesta. Como también lo podría ser el ex seleccionado en la primera ronda Erick Fedde. Pero Rizzo - quien le lanzó $210 millones a Scherzer hace un par de años, aunque la rotación ya parecía sólida - no quiere dejar asuntos a la suerte cuando se trata de su precioso grupo de cinco abridores. Así que esperen que Washington sea un jugador importante en el mercado de lanzadores.

3. Reemplazar los bates perdidos en la banca. La banca fue un gran factor en ayudar a los Nacionales a conseguir su cuarto banderín divisional en seis años. Pero el bateador emergente supremo Adam Lind, cuya opción mutua fue declinada, es agente libre. Así como también es el seleccionado en la fecha límite Howie Kendrick y el jugador del cuadro Stephen Drew, los que ayudaron a Washington a sobrevivir lesiones de jugadores clave. Wilmer Difo, quien sustituyó de forma admirable en el campocorto a Trea Turner tras sufrir la rotura de su muñeca, sigue en los alrededores, pero podría encontrarse moviéndose a la segunda base si Daniel Murphy (rodilla) no está listo en abril. En otras palabras, los Nacionales podrían necesitar nuevos refuerzos en sus reservas.

4. Extender el contrato a la otra superestrella. Anthony Rendón no es un nombre tan conocido como Harper. No le encanta ser el centro de atención como Harper. Pero muchos dicen que es tan valioso como Harper. El antesalista de 27 años terminó sexto en la votación del JMV el año pasado, y su fWAR de 6.9 fue el mejor entre todos los jugadores de la Liga Nacional. A pesar que Rendón, al igual que Harper, es representado por Boras, su personalidad discreta y su fobia a la atención se parece mucho a la de Strasburg, otro representado por Boras quien acordó una extensión de contrato a largo plazo en mayo de 2016. Restándole menos de dos años al contrato de Rendón, ahora es el momento para que Rizzo lo asegure. Si tiene éxito, sería un gran avance para garantizar que Washington siga siendo un contendiente perenne más allá de la próxima temporada - con o sin Harper.

5. Ganar la Serie Mundial. Obviamente, esto no va a poder ocurrir en los próximos 300 días. Pero eso no significa que Rizzo y los Nacionales no puedan comenzar a pensar sobre la única cosa que hará que parezca correcto si Harper decide irse a otro lado. Ellos han estado en los playoffs cuatro veces con Harper, y en las cuatro ocasiones, han sido eliminados en la Serie Divisional de la Liga Nacional a pesar de ser el mejor sembrado. Si extienden su mala racha a 0-en-5, perder a Harper encima de eso sería un gran golpe. Sin embargo, si logran ganar cuatro partidos ante los campeones de la Liga Americana el año que viene, entonces perder a Harper no se sentiría tan doloroso. Y eso podría convencerlo de volver por más.

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¿Debería la MLB y la Asociación de Peloteros explorar la cuestión de que las bases puedan estar compuestas de mejores materiales?

Cal Ripken jugó cada partido de su equipo por más de 16 años, y uno de sus managers, Davey Johnson, reflexionó sobre cómo Ripken de alguna manera evitó lesiones graves a pesar de la gama de riesgos inherentes al juego: pelotazos en sus manos y muñecas, deslizamientos agresivos mientras defendía la segunda base. Y tal vez la amenaza más consistente a la racha de juegos, reflexionó Johnson en 1996, era el hábito de Ripken de delizarse en la primera base mientras corría por la línea a toda velocidad.

Si Ripken aterrizaba sobre la elevación de la base o en la parte posterior de la pierna del primera base, podía torcerse el tobillo, dijo Johnson, o romper su Aquiles, o recibir daño de alguna otra manera. Era la torpeza de los atletas de más de 200 libras corriendo a través de superficies planas cambiantes a lo que se refería Johnson.

Esto causa lesiones anualmente, con Bryce Harper el ejemplo más reciente y más prominente. En su esfuerzo por alcanzar un hit, se abalanzó a la primera base, y en condiciones húmedas, su pie se deslizó a través de la almohadilla, su rodilla se hiperextendió y luego se dobló. Por tal razón tuvo que ser ayudado a salir del campo. A principios de esta temporada, los Nacionales perdieron por todo el año a Adam Eaton por una lesión de rodilla y tobillo en una jugada parecida en la primera base; de manera similar, Mike Trout salió herido al deslizarse de manos en la segunda base, desgarrándose su pulgar.

Una pregunta que valdría la pena para MLB y el sindicato explorar: En tiempos de tecnología avanzada, ¿podría existir una composición mejor y más segura para las bases, especialmente la del primer cojín?

Es una pregunta tan simple y tan natural como si hay una máscara facial mejor para los receptores, o un mejor casco para los bateadores.

Algunos entrenadores han notado en los últimos años que las bases son más rígidas de lo que solían ser. Algunos equipos intercambian las bases durante el transcurso de la acción del juego y venden las viejas como ya utilizadas en el juego, quizás contribuyendo a que la flexibilidad de las mismas no disminuya.

¿Es real o es una percepción? Es difícil decirlo sin más examen.

La composición de las bases ha cambiado a través de los años, de los tipos más suaves que Ty Cobb usó para deslizarse al modelo que Rickey Henderson alzó después de romper el récord de Cobb de bases robadas -aparentemente más plano que las bases de hoy.

¿Podría encontrarse una superficie mejor en la parte superior de la base, que sea menos resbaladiza para evitar lo que le ocurrió a Harper en la noche del sábado? ¿Sería beneficioso si las bases fueran más planas y más bajas? ¿Se podría utilizar la electrónica de alguna manera, para reducir la necesidad de una base elevada? ¿Hay algo que podría mejorarse?

Estas son todas las preguntas que vale la pena explorar.

Cuando MLB presionó por un cambio en las reglas de colisión del receptor, esto alteró la forma en que se juega el béisbol, en nombre de la seguridad (protegiendo al mismo tiempo las inversiones financieras de los equipos en sus jugadores). Lo mismo ocurrió cuando se establecieron las nuevas reglas para proteger a los defensores de la intermedia (segunda y campocorto); ahora los jugadores realizan el doble play sin el temor de ser barridos por un corredor que se aproxima.

Pero simplemente alterar la composición de las bases no puede afectar la forma en que se juega el béisbol , y podría ayudar a mantener a jugadores como Eaton, Trout y Bryce Harper en el campo.

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