BOSTON - Si realmente lo piensan - y dada la opción, la mayoría de los jugadores de los Medias Rojas de Boston preferirían no hacerlo - el tono para el triste avance del año pasado hacia el banderín de la División Este de la Liga Americana quedó establecido con un deslizamiento en la segunda base en el 17º juego de la temporada y la reacción que provocó dos días después.

Así que cuando el torpedero Brock Holt recibió un golpe con los clavos de los zapatos en un deslizamiento de parte del bateador designado de los Yankees de Nueva York Tyler Austin en la tercera entrada del partido del miércoles en la noche y expresó su descontento, los Medias Rojas tuvieron su primera oportunidad real de probar con sus acciones que las cosas son diferentes ahora.

Y que no quede duda - estos no son los mismo Medias Rojas del 2017.

"Eso demuestra que nos cubrimos las espaldas unos a los otros", dijo Holt. "Esa fue una muy buena pelea, probablemente una de las mejores en las que haya participado. Intenté quedarme fuera de ella. Los Yankees tienen muchos jugadores grandes en el otro lado. Pero sí, eso demostró lo cercanos que nos sentimos aquí".

El receptor Christian Vázquez añadió: "Pienso que todo el mundo sabe que nos cubrimos las espaldas aquí. Somos una familia. Peleamos juntos, ganamos juntos, así que estamos en esto juntos".

La recta de 98 mph que Joe Kelly le colocó en las costillas a Austin fue una muestra de eso.

Kelly sostuvo que simplemente estaba intentando controlar la esquina de adentro porque, bueno, eso es lo que casi todos los lanzadores dicen luego de incitar a una pelea que provoca que se vacíen las bancas y el bullpen. Pero si escuchan con detenimiento los comentarios posteriores al partido, se obtiene un mensaje diferente.

Este no fue un intento a medias o equivocado de una represalia. Kelly, un veterano lanzador derecho conocido por sus excentricidades, bromeó diciendo que nunca había sido acusado de tener "el comando de Greg Maddux". Pero lanzó la pelota en el lugar exacto que un lanzador haría si intenta defender a un compañero.

Solo pregúntenle a Pedro Martínez. Luego del partido, el miembro del Salón de la Fama puso un mensaje en Twitter, "Deslizarse con los clavos hacia arriba es un gran no-no en el béisbol. ¡Eso significa pelea pelea pelea!"

Revisemos el incidente de la temporada pasada, en caso que lo hayan bloqueado de su memoria: El intermedista Dustin Pedroia fue golpeado por los clavos de los zapatos en su rodilla por la estrella de los Orioles de Baltimore Manny Machado en la octava entrada del partido del 21 de abril. Luego en la serie, el relevista Matt Barnes cobró venganza al lanzar una recta por detrás de la cabeza de Machado. Cuando Machado se quejó, una cámara de televisión captó a Pedroia gritándole a él, "No soy yo, son ellos", el equivalente verbal de poner en reversa el autobús.

En el mejor de los casos, se vio mal. En el peor de los casos, eso reveló un camerino que no estaba unido, con Pedroia jugando el rol de Fredo Corleone y tomando partido contra la familia. Y en los siguientes cinco meses, quedó claro que el caso Pedroia-Machado era emblemático de un problema mayor. Parecía como si los Medias Rojas estuvieran meramente en automático, sin disfrutar su juego como lo debería hacer un equipo que consiguió 93 victorias.

El miércoles, Austin golpeó el suelo con su bate, dio un paso al frente y lanzó al suelo su casco. Kelly hizo un movimiento lateral, e invitó a Austin a que viniera hacia él como se hace con los toros en Pamplona. Cualquier lector de labios aficionado podría descifrar lo que Kelly le gritó a Austin cuando este se acercó a él.

"¡Vamos allá!"

Se lanzaron algunos golpes. Kelly logró conectar algunos buenos cuando Austin estaba en el suelo, y cuando los equipos se unieron, Austin lanzó un barrecampos que logró conectarle al coach de tercera base de los Medias Rojas Carlos Febles. El toletero de los Yankees Aaron Judge hizo el papel de pacificador, colocando su cuerpo de 6 pies 7 pulgadas y 282 libras frente a Kelly, quien terminó con algunos rasguños en la cara y su camisa rota.

Fue la más reciente en una larga historia de confrontaciones entre Medias Rojas y Yankees, evocando recuerdos del choque en el plato de Lou Piniella con Carlton Fisk en 1976, Pedro Martínez cuando lanzó a Don Zimmer al césped del Fenway en la Serie de Campeonato de la Liga Americana en 2003, y Jason Varitek poniéndole su guante de receptor en la cara de Alex Rodríguez en 2004. Y la narrativa post juego más popular fue que la mejor rivalidad en el béisbol, en gran parte inactiva en los últimos años, había vuelto a su temperamento hirviente.

Pero teniendo en cuenta todo lo que pasó con los Medias Rojas la pasada temporada, esto significa mucho más. Aquí no estamos para condonar la violencia, pero en este caso, esto fue un acontecimiento positivo para los fanáticos de los Medias Rojas que se han estado preguntando si la atmósfera sería diferente alrededor de un equipo que trajo de vuelta casi el mismo roster de hace un año.

"Eso fue el año pasado. Esto es este juego", dijo Kelly en respuesta a la pregunta sobre la situación de Pedroia-Machado. "Es una de esas cosas: una noche fría, terminé golpeando al bateador. Nosotros somos un grupo muy unido, que estamos jugando bien al béisbol y esperamos seguir haciendo eso"

Juntos. Por un cambio.

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El mes final de la temporada 2016 de los Yankees de Nueva York será sobre algo que pocas, si alguna de las temporadas recientes de los Yankees han visto.

El futuro.

Una organización que ha sostenido famosamente que cualquier temporada que no termine con un desfile de campeones en la avenida Broadway a principios de noviembre es un fracaso está abrazando el futuro de una forma completamente diferente en esta temporada: como un medio para un fin.

Por eso es que los Yankees recortaron su roster, y su nómina, al salir de sus dos mejores cerradores, (Aroldis Chapman y Andrew Miller), el mejor bateador de su alineación (Carlos Beltrán) y un lanzador abridor perfectamente utilizable (Iván Nova) en la fecha límite de cambios, y poco después forzó a Alex Rodríguez a un retiro poco deseado, pero bien pagado.

Fue un despliegue poco usual de una bandera blanca por una organización que afirma nunca darse por vencida, y que fue hecho con el propósito inusual (para los Yankees) - de construir un equipo para ganar no este año y probablemente ni siquiera el que viene, pero sí en los siguientes años.

Es la manera normal en que operan la mayoría de los equipos de Grandes ligas. Pero como todos sabemos, los Yankees nunca han sido normales.

El hecho de que sigan en la contienda por uno de los comodines de la Liga Americana es un poco más que un espectáculo secundario en comparación con su objetivo real.

Lo que los Yankees intentarán hacer en septiembre es saber exactamente dónde están parados en cuanto a su sistema de fincas, lo que necesitan para mejorarlo y los elementos de los que pueden disponer.

Ellos buscarán saber si Gary Sánchez, quien se convirtió en el primer novato en ganar el premio de Jugador de la Semana en la Liga Americana en dos semanas consecutivas por su caliente arranque luego de ser ascendido el 3 de agosto, es su próximo Jorge Posada, o incluso un Yogi Berra.

Ellos buscarán saber si Aaron Judge, con su tamaño y su poder prodigioso, será el próximo Dave Winfield, o, con su tendencia a poncharse, el próximo Dave Kingman.

Ellos están preparando una buena competencia para la siguiente primavera entre Tyler Austin, que fue subido recientemente, y Greg Bird, quien se perdió toda la temporada 2016 por cirugía de hombro, para decidir quién se quedará en primera base tras el retiro de Mark Teixeira.

Y ellos tienen todo el derecho de estar emocionados por Luis Cessa y Chad Green, dos lanzadores apenas notables y que fueron adquiridos en un acuerdo en el invierno pasado por el zurdo situacional Justin Wilson quienes ahora son partes vitales de su diezmada rotación de abridores.

Y con esos cuatro cambios hechos en la fecha límite de traspasos, el gerente Brian Cashman y su cuerpo de trabajo han amasado una docena de prospectos adicionales que podrían desarrollarse en Nueva York, o ser agrupados y cambiados por talento listo para Grandes Ligas que podría ayudar a los Yankees en el 2017 y más allá.

Existe la remota oportunidad de que esta rara colección de chicos junto con los veteranos Brett Gardner, Jacoby Ellsbury, Brian McCann y Chase Headley puedan apoderarse del último puesto de comodines en la LA, ya que los Yankees han jugado mucho mejor desde la infusión de sangre joven a su cansado roster, y 22 de sus últimos 32 partidos son ante equipos por encima de ellos en la tabla de posiciones.

Así que, en muchos aspectos, su destino está en sus propias manos.

Pero como aprendieron el año pasado, un empuje decidido al final de la temporada para convertirse en el último equipo en entrar a los playoffs se convierte en muchas ocasiones en una salida temprana en octubre, y nadie parece creer que este equipo pueda llegar mucho más allá de esa etapa.

Al menos, no este año.

Así que hay mucho en juego para los Yankees en este septiembre, aunque probablemente no para esta temporada.

Este mes final les dará un vistazo a través de una ventana que apenas se han tomado la molestia de mirar - la que les muestra su futuro.

Por primera vez en muchos años, el equipo en el que siempre se trata de ganar ahora espera por conocer si ellos tienen las piezas para ganar mañana.

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