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Faitelson: América está herido de muerte

LOS ÁNGELES -- Parecería una sentencia de muerte. Marcador de 3-1 en contra, sin Pedro Aquino en el juego de vuelta, ante un Pachuca entero, espabilado y motivado, pero es el América y para administrarle los Santos Óleos, hay que asegurarse que no resuelle. A veces se levanta de la mesa de autopsias. Ni el certificado de defunción es una garantía.

Por eso, porque es el América, no hay que matarlo, hay que rematarlo, como lo hizo Chivas en el Torneo Guard1anes 2020.

El domingo, herido, pero de vuelta en casa, en su nido, El Nido, el Azteca, el #ÓdiameMás sacará todos sus rencores.

A golazos, dejó Pachuca maltrecho al América. Con esa mezcla de exquisitez y violencia, cazaron al avechucho de Coapa entre Erick Aguirre, Felipe Pardo y Luis Chávez y un ingrediente extra utilizó el Pachuca, un poderoso químico neuronal: dimensión del adversario y la dimensión de la proeza.

Es el mejor Pachuca, no sólo desde la llegada de Pezzolano sino tal vez de los últimos años: rabioso, enjundioso, implacable, roñoso, pero el domingo no puede ser de nuevo el América del primer tiempo: parco, desconcertado, maniatado, sin respuesta, ni futbolística ni espiritual. Abrumaba en el control del balón, pero no tenía el dominio del partido. Bailaba al ritmo que querían los Tuzos.

El América recibió un hálito de esperanza en tiempo de compensación. Zapatazo de Leo Suárez que rescató el 1-1 en el naufragio del primer tiempo. De esos goles que, a veces, cambian historias y actitudes.

En el segundo lapso, reaccionó el América. Apostó con Roger Martínez y su, en ocasiones, endiablada riqueza ofensiva, pero perdió lucha y sacrificio en zonas clave al salir Henry Martín, sin embargo, en general, el equipo empezó a meter la pierna, a ir con mayor intensidad sobre cada pelota, sobre cada rival y en cada jugada. Seguramente el sermón de “El Indiecito Solari” había estremecido conciencias y Pezzolano acertó en los movimientos. Metió a Romario Ibarra para cobrar las deudas que dejaba en la cancha Figueroa y después acomodó al laborioso Burrito Hernández por un Ismael Sosa caduco y el equilibrio que habían conseguido las Águilas lo interrumpe Felipe Pardo con un zapatazo brutal, elevado, cruzado, al ángulo, tras una cortesía de Roberto de la Rosa.

Era el segundo clavo en la cruz. Marcador de 2-1.

El forcejeo se mantuvo. De nuevo el América poseía el balón, pero los ajustes de Pezzolano le garantizaban el control del marcador a Tuzos, a excepción de un par de sustos para Óscar Ustari.

Entre los jaloneos, estalla la acción que condiciona el partido y que se pensaría puede condicionar la eliminatoria completa entre estos dos equipos. Aquino llega tarde y planta una plancha en zona de alto riesgo a la espinilla del Burrito, quien abandona la cancha entre aparatosos saltos. Roja tan expedita como inapelable.

Álvaro Fidalgo había aportado poco y nada. Era el sacrificado para que ingresara Santiago Naveda y con 10, el América monta su trinchera muy en el fondo.

Tras un parón por una falla en la electricidad y en el alumbrado, el árbitro entrega 10 minutos de alargue y esa fue la anunciación para Pezzolano, quien leyó la oportunidad que difícilmente se le presentaría. Mauro Quiroga entró a crear desorden y a obligar, al jugar entre los centrales, a que el América dejara zonas limpias para la llegada de compañeros y al minuto 94, Luis Chávez empuja, con un zurdazo, el tercer clavo sobre un ataúd que parece precipitado, frágil y en el que el Pachuca intentará mantener a las Águilas el próximo domingo.

Insisto, el 3-1 y la roja de Aquino parecen más un obituario, unas exequias, que un citatorio a la resurrección, pero Pachuca debe entender que es el América. No basta matarlo, hay que rematarlo. Como lo hizo Chivas en 2020.

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LOS ÁNGELES -- Se metió al Infierno, y ante el Diablo, Cruz Azul salió sin dos de sus escapularios: Jonathan Rodríguez y Orbelín Pineda. Y la penitencia fue la derrota. 2-1 en la Ida. ¿Harán en Toluca diabluras a domicilio? El sábado se sabrá.

Por eso el encabezado: ¿La #Cruzazuleaste, Juan Reynoso? ¡Juan Reynoso! ¡La #Cruzazuleaste! Pero, ¿qué maldita necesidad, Juan?

Ojo: el entrenador peruano nos está regalando una belleza para el Juego de Vuelta. Y hay que agradecérselo. ¡De verdad! “¡Gracias Juan!”, diremos algunos. “¿Gracias, Juan?”, inquirirá la afición del #Shinkansen celeste.

Este sábado sabremos realmente de qué esta hecho Cruz Azul. Este sábado sabremos si está para campeón de este Guard1anes 2021 o será, de nuevo, un delicioso espejismo.

Pero, ¿qué maldita necesidad, Juan? ¿Por qué y para qué enviar a estas almas atormentadas por aquel pasaje aterrador del 4-0 ante Pumas a otra vigilia pesarosa y perturbadora de 72 horas?

De cualquier manera, ¡gracias, Juan Reynoso! Este sábado, veremos debatirse a tu equipo entre la revelación y la epifanía de su verdadera integridad competitiva.

Tras la derrota en el Infierno -con un Judas arbitral incluido-, en el Nemesio Díez, Cruz Azul confronta ahora la más angustiosa espera. Se fueron a dormir, si pudieron, los jugadores de La Máquina, con una sensación de desazón que durará 72 horas. Se metieron a la cama con las arpías de la duda, de sus propias dudas. Insomnio total.

Pero, insisto, el escenario es tan dantesco como perfecto. ¡Gracias, Juan! Con una derrota parcial y mínima, Cruz Azul tiene el magnífico desafío de confirmar que está para vencer todo tipo de demonios, incluyendo a esos diantres escarlatas de Hernán Cristante y al satanás arbitral.

Y reitero: cargan el mayor reto posible estos jugadores. La expiación de todos sus pecados debe llegar el próximo sábado. Imagínese Usted esta vigilia angustiante de esperar 72 horas para revolcar el marcador y avanzar a Semifinales.

¿Se lo merecen estos jugadores que han sido leales, fieles, a los exitosos pero excéntricos caprichos tácticos de Juan Reynoso? Uno diría que no, que no merecen este purgatorio de 72 horas. Pero, es la magnífica oportunidad de que ellos mismos sepan de qué están hechos. ¡Gracias, Juan!

El mismo técnico peruano podrá calibrar puntualmente este sábado hasta dónde ha podido penetrar en los recovecos de esas cabecitas angustiadas, y convencerlos de que no están para arrimarse a la gloria, sino para, finalmente, poseerla.

En lo personal, creo que el #Shinkansen azul avanzará a Semifinales y ratificará sus condiciones futbolísticas, espirituales y animales, para coronarse campeón.

¿Por qué jugó sin el Cabecita Rodríguez y sin Orbelín Pineda? El mismo Reynoso pone la cara a los pastelazos furiosos de las críticas.

“Son decisiones técnicas. Lo decidimos pensando o visualizando un tipo de partido que creo que se dio como lo habíamos anticipado. (Sin embargo) Hay detalles que no podemos nosotros anticipar, ni resolver. En el análisis seguro reflexionaremos sobre las cosas que hicimos mal. El responsable soy yo y nosotros decidimos ese plan de juego”, subrayó.

Cierto, el arbitraje de Marco Antonio Ortiz estuvo a la altura de su propia carrera. Es decir, nefasto. Se equivoca en los penales, pero ¿negarse a acudir al VAR, especialmente en el segundo, cuando las repeticiones ratifican que ni siquiera tocan a Sambueza? Ese rechazo a revisar la jugada deja otra perspectiva. Ya no sólo se trata de cuestionar la visión y el criterio del silbante, sino sospechar de su honestidad. ¿Los tentáculos perversos de Billy Álvarez Cuevas desde la penumbra de la venganza?

¿En la cancha? Fue una belleza el despliegue de Toluca, más allá de esa aviesa complicidad arbitral. Hacen honor a su mote. Son unos Diablos. Jugadores gitanos, bohemios, enamorados de su oficio, y comprometidos... cierto, cuando quieren.

En este Toluca, la palabra sacrificio es un insulto. El dolor los nutre. Se divierten, saborean esa lucha rutinaria y cuerpo a cuerpo para recuperar el balón, y después, hay una alianza poderosa, sólida, para intentar hacer daño.

Y tienen a un veteranazo de casi 38 años, como Sambueza, un Luzbel que parece dispuesto a expiar todos sus pecados, todas sus deudas, después de haber saboteado campañas de otros equipos. Quiere redimirse a base de puro futbol. En el invierno de su carrera, juega con todas las primaveras de su talento.

Cruz Azul reaccionó con absoluta entereza al doble castigo. Ante la insidia arbitral de Ortiz y los goles mismos desde el manchón (Alexis Canelo, ’27, y Michael Estrada, ‘52), Cruz Azul empató 1-1 con una jugada magníficamente elaborada y definida por Pol Fernández, y además consagró al portero Luis García como el portento de la noche.

En ese limbo ocioso de los “hubiera”, ¿el desenlace habría sido distinto si Cruz Azul enfrenta a los Diablos con dos de sus más poderosos escapularios, como el Cabecita y Orbelín? Seguramente.

Por otro lado, en este fascinante desenlace, en este fascinante thriller de 90 minutos agendado el sábado en el Estadio Azteca, el más agobiado y emplazado es el mismo entrenador Juan Reynoso. Él eligió subirse a un patíbulo del que sólo él puede indultarse y bajar de ahí.

Queda claro, por lo que ocurría en la cancha, aún con las atrocidades del siniestro Ortiz, Cruz Azul estaba confeccionado para salir vivo y hasta victorioso del Infierno y su Luzbel Sambueza. Por eso, en el Juego de Vuelta de estos Cuartos de Final, el espectáculo será morbosamente fantástico. ¿De qué estás hecho, Cruz Azul?

¿La #Cruzazuleaste, Juan?... ¡Juan! ¡La #Cruzazuleaste!

Pero ¡gracias, Juan! Gracias por el aquelarre de este sábado, entre los demonios vivos de Cruz Azul y los Demonios vívidos y vivaces del Toluca.

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