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Los aprobados y reprobados del Tri para Jorge Pietrasanta ante Costa Rica
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LOS ÁNGELES -- Al fin llega Panamá, un rival a modo para México. No se alebreste, lea.

¿Qué tanto puede mejorar el Tri? Dependerá de qué tanto cambie Panamá en el cierre de la primera jornada del Octagonal.

Durante la Copa Oro, Panamá insinuó lo que quiere y lo que puede, con lo que tiene. Ofreció en el 3-3 ante el invitado Catar, uno de los mejores partidos del torneo. Fue uno de los equipos prolíficos, con ocho goles marcados, aunque siete recibidos, incluso aceptó el único gol que marcó Granada en la competencia.

En ese 3-3, explicábamos que ese Panamá vs. Catar tenía un sabor rústico, pero innegable, de ser un enfrentamiento entre egresados de La Masía del Barcelona, Felix Sanchez y Thomas Christiansen, y esos tintes primarios, de intenciones agradables para jugar al futbol, generaron un juego intenso y emotivo.

Entre Copa Oro y el Octagonal Final de Concacaf, Panamá ha aprendido a defenderse. Empató sin goles ante una versión de Costa Rica muy superior a la que se presentó ante México, y después goleó a Jamaica 3-0, ese mismo equipo que cayó 2-1 en el Estadio Azteca y puso a sufrir por momentos al Tri.

Danés de nacimiento, catalán por desarrollo, egresado de La Masía, seleccionado nacional español, Thomas Christiansen ha revolucionado la forma de trabajar en Panamá, e incluso suma ocho partidos invicto en eliminatorias mundialistas, además de que logró modificar las perspectivas de los dirigentes, prueba de ello, conseguir montar su primera burbuja de 40 días en agosto de 2020.

Técnico del Leeds United, antes de la llegada de Marcelo Bielsa, el palmarés de Christiansen no arroja fuegos artificiales, menos aún al compararlo con el del convaleciente técnico de México, Gerardo Martino, pero intenta con su docencia europea, transformar a la Marea Roja, de momento, con anhelos similares a los que provocaron los hermanos Dely Valdés.

Entonces, ¿por qué Panamá es un rival a modo para México? Precisamente porque será el mejor termómetro del Tri.

Más allá de su intento por evolucionar defensivamente, La Marea Roja permitirá más libertades que sus anteriores rivales: una diezmada Jamaica que fue a enconcharse y provocar estertores en el Azteca, y una Costa Rica, que aún sin la habitual rabia pasional con la que le juega a México, poco le permitió generar de futbol.

Por eso, Panamá es un rival a modo. Para que México confirme si el liderato del Octagonal Final es genuino o es consecuencia de resultados accidentales, cargados de cuestionamientos y de dudas. Hasta hoy, ha mostrado muy poquito en el 2021, especialmente con el acoso silencioso, de perder dos finales ante Estados Unidos, una ante su versión “A” (Liga de las Naciones) y otra ante la versión “B” (Copa Oro).

Jugadores y cuerpo técnico de México se han quejado de la forma en que les han jugado jamaiquinos y ticos. Se lamentan de rudezas y de una formación atemorizada. Entonces, el bálsamo a todas esos gimoteos debe serlo el juego ante Panamá.

Más allá de las ausencias de Chucky Lozano y Raúl Jiménez, además de la constelación de vetados por Martino, el Tri no contará con el lesionado Alexis Vega y el suspendido Edson Álvarez, y en espera de saber si la cabecita de Tecatito Corona ya podrá concentrarse o si seguirá divagando sobre su fracasado traspaso al futbol de Italia, que al final parece apestar más a manipulaciones de su promotor que a ofertas genuinas.

Otro bajo observación es Rogelio Funes Mori. Suma cinco goles en 24 partidos entre Rayados y el Tri. Y la supuesta solución goleadora de Gerardo Martino para llegar al Quinto Partido suma un gol cada 191 minutos desde que se sumó como naturalizado a la selección mexicana.

Según reporte de ESPN, en 13 torneos en el futbol mexicano suma siete rachas sin gol, todas ellas en más de 500 minutos, la más grave cuando registró 731 minutos de lamentos antes de un primer festejo. Su gol más reciente con el Tri lo marcó hace 415 minutos. Esa anotación fue ante el diezmadísimo representativo de Honduras en Copa Oro.

Así que la selección mexicana del convaleciente Tata Martino tiene la inmejorable oportunidad de revelar sus capacidades. Sí, Panamá es un rival a modo, porque privilegia el futbol, no ha mostrado, hasta el momento, ni ese recato defensivo ni esa rudeza extrema que tanto inquietan a los jugadores y cuerpo técnico.

Claro, por eso precisábamos: ¿Qué tanto puede mejorar el Tri? Dependerá de qué tanto cambie Panamá su forma de jugar.

Por supuesto que también inquieta y motiva a Panamá enfrentar a México. Una victoria significaría un golpe de autoridad del nuevo proceso, que ha tenido la virtud de comenzar de cero en todos sentidos, como las incorporaciones de Cecilio Waterman y Rolando Blackburn, no bien vistos en anteriores procesos.

Sea cual sea el desenlace, la selección mexicana deberá estar agradecida con Panamá, porque en el último juego de la primera ronda eliminatoria en Fecha FIFA, sabrá cuánto hay de verdad y cuánto de mentira en el liderato que hoy ostenta.

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LOS ÁNGELES -- Al amparo de un autogol del tico Gamboa, y bajo el amparo de Guillermo Ochoa --nuevamente, como ante Panamá--, México conserva entre zozobra, el invicto dominante en la Zona de Concacaf 1-1 en Costa Rica.

El Tri de Juan Carlos Osorio se encontró con una bendición: la generosidad de Costa Rica, duro y rudo en la marca, pero aseado también en sus pretensiones futbolísticas.

De los ticos, necesario subrayar algo: el futbol lo mantienen, agradable, organizado, asimilado, intacto. Sólo, esta noche de martes, le hizo falta ese otrora discurso incendiario de Jorge Luis Pinto.

Este martes, hubo demasiado respeto a la camiseta del adversario, ese mismo respeto que en la culminación del Hexagonal pasado, nunca tuvieron. Costa Rica no salió cebado como aquella vez los inquietó sanguinariamente el discurso de Pinto. Y se le fue viva la presa.

México presentó confirmaciones. Y de esas valiosas, de esas que deben ser santificadas por encima de la apostasía de las rotaciones.

1.- La travesía de Chucky Lozano por Europa le ha detonado su voracidad: hoy quiere y quiere siempre. Aún la precipitación le desborda al razonamiento del último pase, pero el tiempo lo sanará.

2.- Con Raúl Jiménez hay más alternativas de juego. Sin duda como hombre punta aporta más sociedad y recursos que Javier Hernández. Está fraguado para amoldarse a las urgencias o las habilidades del compañero.

3.- Andrés Guardado se siente cómodo y hace sentirse cómodo a Jonathan dos Santos. El jugador del Betis vive ese momento de madurez para, desde otro sitio, tratar de mantener equilibrio, orden y embestidas, como lo más próximo a Rafa Márquez, aunque, jamás como el Káiser.

4.- Dos partidos en los que es el jugador determinante: Guillermo Ochoa había sido clave en el triunfo ante Panamá y tres lances ante Costa Rica impidieron una jaqueca.

¿Se liberó México de la presión al conseguir el boleto mundialista? Seguramente. Se defiende mejor, controla mejor el balón y volvió a aprovechar que de visitante en la Concacaf puede jugar mejor, cuando el compromiso y la tensión pululan con la camiseta del local.

Pero, sí, pero...

Este martes quedó en evidencia el capricho de Osorio. Costa Rica, apegado a una osamenta táctica y de futbolistas bien identificados, se le facilitaba el control del juego, incluso con la delicia del toque de primera intención: es el trabajo sin improvisaciones ni "alternativas tácticas", vulgo, rotaciones.

Con algunos jugadores de mejores condiciones técnicas y futbolísticas que Casta Rica, de llevar a cuestas ya un trabajo organizado, inducido, identificado, hacia un equipo base, México penaría menos y haría penar más a sus contrincantes.

Por eso, este martes, en lugar de aprovechar la calidad de sus jugadores para imponer un estilo y una personalidad, termina amparado por la crueldad de un autogol, más que por la autoridad de sus propias destrezas.

Pero, ya se sabe, mientras ocurran este tipo de situaciones fortuitas, afortunadas, como el suicidio de Gamboa, se seguirá vanagloriando la estrechez del resultado por encima de la exaltación a la preocupación del funcionamiento.

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LOS ÁNGELES  --   México ya es mundialista. La vía exprés: ha vuelto a ser el Rey Tuerto en Tierra de Ciegos.

1-0 sobre Panamá, en un Estadio Azteca con su peor entrada en un juego eliminatorio, pese a promociones más desesperadas que las campañas políticas de algunos pillos.

Chucky Lozano y un cabezazo sentencia el juego, pero con las manos prodigiosas de Guillermo Ochoa en el auxilio, en un encuentro sedado por la poca brillantez de futbol en los 90 minutos.

Refulgentes por el Tri, Tecatito Corona, artesano del servicio a Lozano, y por momentos Andrés Guardado y la intermitencia de Héctor Herrera, pero sin consolidar un dominio vistoso ni espectacular, desentonando dramáticamente Carlos Vela y Javier Hernández.

Ahora, viene el momento de nuevas tareas. De retos genuinos. De desafíos auténticos. Más allá de las fronteras hay pocos tuertos y menos miopes, y muchos con visión 20/20.

Llegó el momento de que el Rey Tuerto demuestre si puede o no, aspirar a otros tronos, o si su destino, como lo marcaron la Copa América Centenario, la Copa Confederaciones y hasta la Copa Oro, si su destino es nacer, crecer, desarrollarse y morir, en el territorio de la Concacaf.

Sin que el boleto invicto, de momento, conseguido en siete fechas, sufra deterioro, no descarapela siquiera los testimonios poderosos del 7-0 ante Chiles, del 4-1 ante Alemania B, y la eliminación en semifinales de Jamaica.

Así, llega entonces prepararse para la cita que el mismo Osorio renovó este jueves: primero el boleto, después las formas ,y enseguida comprometerse ante los Goliaths de Sudamérica y de Europa, esos que el misticismo de sus rotaciones no ha logrado someter.

La victoria ante Panamá fue cargada de soponcios. Innecesarios por supuesto, porque Aquino y Guardado tuvieron el moño de clausura para el marcador.

En respuesta, Panamá sucumbió ante la ventaja de que Guillermo Ochoa tenga cada semana rigoristas entrenamientos semanales ante equipos competitivos, como objeto del tiro al blanco. El arquero del Standard fue relevante en el invicto de su arco.

Con el boleto en la mano, tal vez Juan Carlos Osorio entienda que lejos de claudicar en los tres partidos restantes, ante Costa Rica, Honduras y Trinidad  & Tobago, y empezar a utilizar jugadores de la Liga MX [únicamente, llega la urgencia de arle, finalmente cara de equipo a un equipo que no tiene cara de conjunto en la cancha.

Renunciar a la competitividad eventual de sus vecinos de área, equivaldría al desperdicio, aunque tendrá una concentración casi continua de dos meses con la mayoría de sus jugadores para la Copa del Mundo.

Ronronear conformismo bajo la nueva prédica de Decio de María, Guillermo Cantú y el mismo Osorio, de que fue contratado para llegar al Mundial de Rusia sin soponcios, cuando siempre, al principio, se habló de al menos el Quinto Partido, sienta bien para la corte de feligreses, groupies y asalariados del Tri, pero el objetivo no debe perderse de vista: trascender.

Es decir, ahora la única brújula valiosa y valedera es la que apunte a otros territorios, para que el Rey Tuerto deje de inhibirse a serlo solamente en la Tierra de Ciegos.

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LOS ÁNGELES -- Están desarmados. Están indefensos. Ante las rotaciones. Y ante las improvisaciones de puestos. Y ante las convocatorias.

Desarmados, indefensos y confundidos. Así están los seleccionados mexicanos. Pero, cuidado, ciertamente, no están vencidos.

Sin líder, con la abdicación involuntaria de Rafa Márquez, la conducción del Tri, ante Panamá recaerá evidentemente en Andrés Guardado.

Único capacitado para retocar y trastocar de un grito y un consejo lo que ocurre en la cancha, incluso por encima del entrenador, Márquez termina enclaustrado en el peor de los silencios: el abandono.

Sin esa sapiencia evidente en el campo, sin la jerarquía de orden y personalidad, sin el recorrido exuberante de Márquez, el mando queda en Guardado, evidentemente un reflejo genuino de ese péndulo dramático entre la fortaleza y la fragilidad del futbolista mexicano.

Si bien, ese examen de cacicazgo lo reprobó dramáticamente en la Copa América Centenario, los extremos en los que se ha debatido su carrera, entre pasarelas exitosas y deambulando en la calamidad de la incertidumbre, Andrés Guardado tiene este viernes ante Panamá el desafío supremo de tomar el mando del grupo.

Hasta antes del Mundial de Brasil, el hoy jugador del Betis vivía entre el desprecio absoluto. En Alemania y España. El Valencia no sabía qué hacer con él, y el Leverkusen lo dejó en el departamento de saldos.

En ese momento, Guardado habitaba en el limbo. Absolutamente. El Mundial de Brasil parecía una utopía. Arrastraba el lastre de haber dejado, junto con los otros "europeos", a México en la plancha de autopsia en el Hexagonal Final de Concacaf.

Con sólo 49 juegos en el Valencia y sólo cuatro en el Leverkusen, ya con el boleto a Brasil en la mano, Miguel Herrera lo convoca para un par de amistosos. Naufraga, pero El Piojo no pierde la fe. Lo reacomoda en la cancha.

Y después, el renacimiento. En el PSV ganó todo lo que realmente su club puede ganar, y la forma majestuosamente afectiva en la que fue arrullado y en su momento despedido, habla de la trascendencia de este jugador mexicano, al menos en la aldea holandesa.

Insisto, hoy, más allá de sus desatinos en la Copa América Centenario, desde la expulsión a la hecatombe ante Chile, esa de la cual fue marginado Márquez por motivos muy personales de Juan Carlos Osorio, no fue capaz de reaccionar ante el brutal oleaje andino que mancillaba con sádica devoción al Tri.

Este viernes, ante Panamá, es la prueba de fuego para su autoridad. No se trata de que sea otro Rafa Márquez. Eso es imposible. Esa inteligencia que Márquez desarrolló en condiciones de mando en Barcelona, de la mano de sus entrenadores, no ha estado al alcance de Guardado.

Una verdad innegable, detrás de la cual se amparan los técnicos perdedores, pero de la que sacan lustro los técnicos ganadores, es esa de que los que ganan y pierden los partidos, son, al final los futbolistas.

Por eso, hoy, retomando el primer párrafo, desarmados, indefensos, confundidos y confusos, los jugadores del Tri por esas peculiaridades de Osorio en el maneo del equipo, los jugadores tienen su propia revancha, su propia obligación, su propia responsabilidad.

En la época de Osorio, esa en la que palurdos e imberbes, se cobijan bajo las cifras del dominio del tuerto en la Tierra de Ciegos de Concacaf, sólo pueden destacarse algunos juegos: ante Uruguay, EE.UU. en Columbus, y unos minutos ante Portugal. El resto, calamitosos.

Aunque suene a reiteración encanecida y encarecida, pero la victoria sobre EE.UU. en Columbus, el rompimiento de esa jettatura ominosa y humillante, se enaltece en la voluntad de los futbolistas más que en el quehacer de Osorio, así como, puntualizamos, el 7-0 ante Chile no puede suscribirse estricta y únicamente en el patatús mental que sufrió el colombiano, sino en la absoluta estulticia táctica y competitiva de los mismos jugadores. Cuando estaban ya muertos, encima deciden suicidarse.

En medio del desdén de la afición, a la que le envuelven el kilo de tortillas con un boleto para el juego, para suplicarle que acuda al Estadio Azteca, para que no abandone a su Tri, y en medio, de ese persistente clima patibulario que azuza a Osorio, ciertamente los jugadores tienen la respuesta más importante.

Con ausencias clave, con improvisaciones nuevamente, con inventos demenciales en el acomodo de jugadores, pero, al final, son esos 11 en la cancha, bajo la voz de Guardado los que deben elegir su destino inmediato.

Sabido es que Osorio no encuentra el discurso para soliviantar a sus jugadores. Prueba de ello es que el llevaron al profeta de la bellotas, al predicador de los robles, a Imanol Ibarrondo, para que consumara una metamorfosis en la voluntad de los jugadores. No pudo o no supo, pero al final, ya ni Osorio cree en él, ni él cree en Osorio, y se dedica a arrumacos con Guillermo Cantú para conservar la chamba.

Entonces, la orden y el orden de ataque contra Panamá este viernes, comienza y termina con los jugadores, y con el que asoma como el capataz sentimental de la cuadrilla: Andrés Guardado.

Porque, recalco: están desarmados, indefensos, confundidos, pero no aniquilados.

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LOS ÁNGELES -- Es Panamá. Muy cerca de cruzar el canal hacia Rusia 2018. O al menos hacia la repesca ante Asia.

Y es El Bolillo Gómez. Todo un verraco (o berraco, ni la RAE lo sabe), en estricta definición colombiana. Y verraco/berraco en todas sus acepciones. A Juan Carlos Osorio lo conoce, tanto que ve a través de él.

Bajo ese menú y otros condimentos, a México parecería que le sirven un flan, pero puede ser, también, una bandeja paisa muy indigesta.

Hay generosos ingredientes para la confrontación de este viernes entre el Tri de Osorio y Panamá. Por eso, puede ser este encuentro el parteaguas dramático.

¿LENGUASLARGAS...?
Insistiendo en que ni la conquista de Columbus (2-1 a EEUU) ni el holocausto en Santa Clara (7-0 ante Chile) son entera ni exclusivamente de Osorio, ni el mérito absoluto la primera ni la aberración absoluta del segundo, la apuesta es para todos.

Si aparte de vehemente, es sincera, leal y noble la locuacidad de los jugadores defendiendo a Osorio, Panamá y Costa Rica son el momento oportuno de transpirarla en la cancha y enaltecerla en el marcador. Hechos que consoliden verborrea.

Dóciles hacia las rotaciones, sumisos hacia las improvisaciones, subyugados a la asignación de funciones, los jugadores del Tri reiteran que la doctrina de Osorio los puede desconcertar, pero no, como parte de un fin común, llegar a exasperar.

Eso dicen ellos. Cierran filas y abren la boca. Llegó el momento de ponerle la huella dactilar bajo la notaría infalible de la cancha. Ahí -y en el marcador- la firma es indeleble.

SOFOCAR SUBLEVACIÓN...
Tras la tormenta de los Jinetes del Decálogo, que terminó en una lloviznita inocua, cuando los cruzados de Pachuca, OmniLife y Tigres sucumbieron en la desolación, Juan Carlos Osorio salió fortalecido, pero debilitado.

Fortalecido salió, porque dirigiendo al futbol mexicano por WhatsApp, Emilio Azcárraga Jean arrió a Decio de María a confrontar la sesión de la Comisión para Desarrollo del Futbol -que ya en su nombre es una falacia-, e informarles que eran bien recibidas sus inconformidades, sus preocupaciones, sus escalofríos nocturnos, y hasta sus bochornos, pero que Osorio seguiría.

Pero, evidentemente, Osorio quedó expuesto, porque sabe que hay una mayoría de embozados que quieren su cabeza en la siempre sedienta guillotina de la selección mexicana.

Ante Panamá, el colombiano tendrá que ser muy verraco/berraco para sortear la forma silenciosa en que ha sido sitiada y situada su continuidad.

Al final la ecuación es muy sencilla: si él se equivoca poco y sus jugadores aciertan mucho ante esta Panamá hambrienta y este ladino Bolillo Gómez, no habrá sublevación alguna que le permita a la coalición Pachuca-OmniLife-Tigres poder cercenar a Osorio, colocar al Tuca Ferretti y el próximo julio anunciar a Vicente del Bosque.

Podría agregarse otra pista en este circo itinerante de morbo. La afición mexicana ha desdeñado a su selección. Sigue idolatrando a sus embajadores europeos, pero ya ve de reojo al entrenador y parece distante del Estadio Azteca.

Como en peregrinación caritativa, la FMF llega ya a ofrecer promociones desesperadas en la venta de boletos. Más allá de los que se regalan en la compra de chicles entre los ambulantes del metro de la Ciudad de México, llegó la baratiza del dos por uno.

Las caras largas se esfumarían, y los indignados perdonarían, si el Tri es capaz de ponerle el cascabel al tigre de Bolillo Gómez, en una oportunidad poderosa, nuevamente de acercarse nuevo al menos a la repesca para el Mundial, además de levantar una estatua de Hernán Darío Gómez en la zona prominente del corredor Vía Brasil.

Por otro lado, si la selección mexicana no consuma esa superioridad mencionada, pueden irse olvidando, de desterrar el grito de "¡Eeeeeeeeeetcétera!" de la tribuna.

Panamá, con su simbólica referencia al canal, significará, cualquiera que sea el desenlace, un parteaguas para este Tri de Osorio.

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CIUDAD DE PANAMÁ -- El espejismo del triunfo de México ante Estados Unidos quedó hecho añicos en dos frentes. El maquillaje se le corrió a la mujer barbuda en el circo del exitismo.

1. Se pulverizó en Costa Rica con un 4-0 humillante que pone en la guillotina a Jurgen Klinsmann. El alemán ha arruinado el proyecto sólido que forjaron Arena y Bradley para EEUU.

2. Y en Panamá, con un México que tragó bilis y angustia, y sobrevive gracias a Guillermo Ochoa, con dos intervenciones notables a disparos de Machado y la chilena de Tejada.

El Tri de este martes en el Rommel Fernández, vitoreado generosamente tras consumar el exorcismo a la plaza endemoniada de Columbus, fue más un mellizo del segundo tiempo, sufrido, agobiado, apremiante, ante Estados Unidos, que una réplica del primer tiempo.

Es cierto, México debió confrontar cambios. Pero, también es cierto que a las sustituciones sencillas de los ausentes, Juan Carlos Osorio quiso agregarle la calentura de sus propias rotaciones.

Así, llevó a un equipo mexicano que pretendió jugar con línea de cinco a una bizarra, extraña y extravagante deformación de tres en el fondo y tres delante de ellos, sin que existiera jamás una coherencia de carrileros, que persistieron en estorbarse, Diego Reyes con Jonathan dos Santos y Miguel Layún con Marco Fabián.

No había mucha ciencia en injertar a un equipo ganador, sufrido, pero ganador. El error comenzó desde el capricho con Diego Reyes. Un jugador de frágil respuesta ante EEUU, aún en el mejor momento de México, volvió a ser presa fácil, aunque la fortuna para México es que sus dos amarillas lo dejan fuera ante Costa Rica.

El problema más grave fue en la generación de juego. Si bien Marco Fabián persistía, y por derecha, el más comprometido era Raúl Jiménez, lo cierto es que uno jamás conectó con Layún, en ese confuso encimamiento y ensimismamiento por izquierda, mientras que Giovani deambuló en la cancha, en la otra cara de la moneda de lo que fue en el primer tiempo ante Estados Unidos.

Habían aclarado en conferencia de prensa, tanto Javier Hernández como Juan Carlos Osorio, que no se relajarían tras la victoria ante Estados Unidos. Fue peor. Más que relajarse, la mayoría de los jugadores desestimaron al adversario, lo empequeñecieron en la soberbia con la que lo confrontaron. Y los abofetearon con sorpresa.

Y claro, más allá de la serie de desperfectos provocados por los cinco movimientos de Osorio, cuando sólo necesitaba de tres ajustes, Panamá hizo el partido que necesitaba, en el momento que necesitaba, para sacar el resultado que menos le desagradaba.

Entre esa falacia que a veces documentan las cifras, la noche de este martes, México cargó con un 70 por ciento de posesión del balón por sólo 30 de Panamá, pero, mientras Jaime Penedo sólo sufrió por sus desatenciones, Guillermo Ochoa respondió a dos disparos de Gabriel Torres, uno más de Machado y la chilena de Tejada.

De esta manera, México recibe un llamado de atención. La gesta de Columbus no debe desatar fantasías exacerbadas, sino atender ese sopetón de coherencia que aporta generosamente el empate ante Panamá.

Quede claro: el ex gigante de Concacaf no es el coloso del área por haber vencido al otro ex gigante de Concacaf.

Panamá hizo un favor a México: lo llevó a atender más el diccionario, para entender que entre espejismo y alucinaciones, hay una ligera diferencia: un estado de demencia.

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#911... Rafa Márquez

FECHA
15/11
2016
por Rafael Ramos Villagrana
CIUDAD DE PANAMÁ -- Tiene esqueletos en el armario. Pecados confesables. E inconfesables. En su época de brío, el abuso vigoroso de la violencia lo convirtió en villano. Recluso de sus propios demonios.

Pero, Rafa Márquez debe ser el espartano más redituable para México. Por encima de cualquiera. La hazaña impredecible de la oportunidad y el oportunismo. Aparece cuando hay que retocar y retrucar el drama. SOS, marque el #911.

Lo demostró ante Estados Unidos. El Tri, en esos momentos de desespero y angustia, estaba más propenso al sacrificio que a la proeza. Pero apareció ahí, en ese instante donde el fatalismo elige a los predestinados. La hazaña es una viuda que a no todos guiña el ojo.

Y Rafa Márquez, en el área, olvidado, desdeñado, se convierte en el mortero cómplice de Miguel Layún. El balón viaja sobre el cuerpo encorvado. El remate más preciso que precioso redacta el milagro de los humanos: perseverancia. EEUU 1-2 México. El Muro de Jericó en Columbus se desplomó.

Héctor Moreno sugiere criogenizarlo, y sacarlo de ese estado de hibernación sólo cuando urja. Como un dispositivo de emergencia. Cuando el cataclismo amenaza, sacar la #Rafaseñal y marcar el 911 al teléfono rojo de los rescates.

La idea de Moreno es tan alucinante como improbable. A los 37 años, con ese apolillado aroma de los 38 inviernos, cuando de un futbolista profesional se trata, Rafa Márquez sólo proclama: "Aún tengo gasolina... para el juego ante Panamá, ja, ja, ja".

"Deberíamos clonarlo", sugirió alguna vez Miguel Layún, pero desde la oveja Dolly hasta hoy, no se confirma que todas las astillas sean del mismo palo. La clonación es una réplica física, no de las virtudes... ni del espíritu.

Rafa Márquez hoy empieza a ser más un embajador de la nostalgia que un legionario de fe. El pasado se vuelve achacoso cuando le agendan una longevidad por urgencia y desesperación.

Los últimos impulsos, los estertores gloriosos de su experiencia terminan entregando ese tipo de réquiems a los rivales, como ante EEUU, además de un par de jugadas en el último metro antes de la portería, cuando sus huesos viejos reaccionan más por nemotecnia que por razonamiento.

Ante Bradley, ante Altidore y ante Woods, la memoria genética y fisología de Rafa Márquez, le permitió saltar desde la trinchera para despojarlos de sus ansias de carabineros, con la frente de Alfredo Talavera en su mira telescópica.

Hoy Rafa Márquez quema menos calorías para desvestir de peligrosidad a un adversario, que los ímpetus de Héctor Moreno o cualquiera de sus socios para tratar de desarmar a un contrario. La experiencia es un acto reflejo de la sabiduría.

En ese entorno, Rafa Márquez se vuelve irremplazable. El casting para entregar su camiseta, comenzó hace años. Los aspirantes se tropiezan en las pasarela de los desafíos. Se enredan en los atuendos y los tacones de la gloria ajena.

Imprescindible. Esa es la heráldica que le dejan a Rafa Márquez las legendarias jornadas con una selección que suma frustraciones incontables, con saldo rojo como código de barras de sus intentos pueriles, por al menos, colarse a un quinto partido, como polizonte de la fortuna.

El gol a EEUU tuvo reverberaciones melancólicas en Europa. Los millenians del Barcelona revisan los archivos, para darse cuenta que lo que hizo en Columbus, fue también parte de la redención catalana en momentos de apremio.

Loa madridistas se atreven a desafiar su código de ética y lo colocan en la inmortalidad paralela de Sergio Ramos, y sus aportaciones al Real Madrid y a la selección de España. Mellizos de rivalidades extremas.

Sin duda, si el Kaiser no hubiera nacido en Zamora, jugueteando en las aguas de Camécuaro, y la cigüeña, miope mensajera, lo hubiera abandonado en un cunero español, habría cumplido el sueño de Carles Pujol: "Rafa habría sido titular indiscutible en la selección de España".

Su trascendencia en el Barcelona queda compendiada en los anaqueles heroicos. La Ilíada y la Odisea blaugranas tendrían que relatar en su museo las añoranzas de Rafa Márquez.

Más allá de sus actos de villanía, magnificados en aquella entrada patibularia sobre Cobi Jones en el Mundial 2002, y de pasajes poco dignos como en la MLS, su habilidad embrionaria para la reconstrucción la demuestra en el segundo torneo con el León, cuando advierte que quiere jugar el Mundial de Brasil. Algunos lo consideraron decrépito en ese entonces. Hoy, en el indecoro, se suman al coro de alabanzas.

Voz de mando, control del vestuario, consejo a veces paternalista y a veces de padrastro, se convierte en un mentor enérgico de los que se quieren atrever a despojarlo de su investidura y además se perfila para ser un excelente incondicional en las urgencias del entrenador. Lo sabe: la obediencia es el primer requisito de la autoridad. Un mal soldado nunca será general.

Pero, mientras aún tenga gasolina, que Osorio tenga a la mano el teléfono rojo y el #911. Las reumas aún respetan el alma devota del capitán hacia el Tri.

Walt Whitman le endosaría la inspiración de su poema: "¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;/ levántate -por ti la enseña ondea- por ti suena el clarín;/ por ti son las guirnaldas y coronas -por ti se apiña gente en la orilla;/ por ti clama, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa".

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Al final del día, la nueva política de la Selección Mexicana de futbol, nos guste o no, está en marcha y esa práctica podría ser el inicio de algo muy interesante y complejo para el futbol mexicano. Las rotaciones deben tener su ventajas, es más, las tienen: Osorio ha logrado que México tenga un mayor poderío físico, una gran competencia interna por los puestos y hasta ha despistado a los rivales con los constantes cambios de nombres en las alineaciones. Osorio ha tomado un riesgo que si termina funcionándole en esta Copa América podría ser “la llave” rumbo al proceso para Rusia 2018.

LOS ANGELES, CA -- Siempre he creído en la frase y reflexión de mi padre: en lo malo, hay que tener siempre espacio para sacar lo bueno. El problema aquí es que ni yo ni muchos otros que en su momentos fuimos escépticos y repulsivos hacia esa costumbre, estemos tan seguros de que es una mala práctica.

Nos puede gustar o no, lo podemos entender o no, podemos creer en ello o no, pero la Selección Mexicana ha entrado, formalmente, a través de un torneo oficial, a la época de “las rotaciones”.

La polémica sobre si Juan Carlos Osorio ha hecho o bien mal aplicando esta política en cuanto a no repetir alineaciones y rotar futbolistas y hasta posiciones en el campo, está siendo respaldada por los resultados: México ha ligado 22 partidos sin derrota (una racha que obviamente se remonta hasta antes de los días del colombiano como entrenador), es primer dé lugar de su grupo, evitó a la Argentina en los cuartos de final y tiene una valiosa ocasión de jugar ante la selección chilena por el pase a las semifinales de la Copa América del Centenario.

Tratemos de encontrar lo bueno de “las rotaciones”. Y yo veo, sí algunas ventajas. La primera que se me ocurre tiene que ver con factor físico esencial para triunfar no sólo en el futbol sino en el deporte competitivo de nuestros días. La rotación le ha permitido a Osorio y a México tener jugadores frescos, rápidos en momentos decisivos y casi siempre por encima del rival en los minutos apremiantes del juego. Lo vi mejor a México físicamente ante Uruguay, ante Jamaica y ante Venezuela. Lo vi por encima del rival en ese aspecto corriendo por los bandas y no acusando el cansancio en las piernas que la mayor parte de los futbolistas de esta Copa han mostrado.

Segunda ventaja: el clima de competencia interna que Osorio ha creado en esta selección. Empezando por la portería y siguiendo el aparato defensivo y puntos claves en el ataque. Manteniendo un mismo sistema, un mismo esquema, Osorio ha cambiado los nombres, los perfiles, las pulsaciones, los caracteres y ha provocado que nadie en esta selección se sienta en la banca a mirar su realidad y decir: :”yo soy un suplente y no tengo nada que hacer”. El señor Osorio, inteligentemente, ha provocado que la primera competencia sea en el entrenamiento de Phoenix, de Houston o de San Francisco. Y que a partir de ahí, el jugador crezca en confianza, en amor propio, en autoestima.

La tercera ventaja tiene que ver con el rival, un rival que puede en un momento terminar desorientado por los cambios que hace México de un partido a otro. Aunque es verdad que intenta jugar de la misma forma, cada futbolista tiene una personalidad diferente, una manera de reaccionar, de correr, de controlar el balón y de patearlo.

Damas y caballeros, bienvenidos al nuevo mundo de la Selección Mexicana, “un mundo de rotaciones”, donde el entrenador cree que tiene 23 jugadores ++más o menos del mismo nivel++ que pueden jugar y competir por los puestos. Es una apuesta complicada que tendría que tener una mayor aceptación en clubes, donde el futbolista esta de tiempo completo con el entrenador y con sus compañeros. En una selección, los problemas podrían llegar a partir de esa falta de tiempo para adaptarse y conocerse, pero si Osorio logra pasar con éxito esta primera gran prueba, la de la Copa América, sentará la bases de un grupo solido que será el mismo ++más o menos++ que compita de aquí y hasta el Mundial de Rusia 2018 y que podría encontrar resultados favorables.

@Faitelson_ESPN

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En apariencia, nos presenta una selección donde lo que hace falta con urgencia es estabilidad y coherencia. A algunos ++me incluyo++ nos desespera el hecho de las continuas rotaciones en la alineación, pero en el fondo, puede que el estratega colombiano haya descubierto lo que buscaba: un equipo que combine carácter y personalidad y que en ciertos momentos del juego muestre talento e imaginación. ¿Titulares? Los hay. Están claros: esta selección depende de nombres como el de Guardado, Layún, Herrera y “Chicharito”, pero no puede abstraerse de la genialidad que sólo le pueden dar personajes como “El Tecatito”, Lozano y Aquino.

LOS ANGELES, CA -- Juan Carlos Osorio ha entrado en términos psicológicos: “Resiliencia”. Nosotros seguimos en temas futbolísticos, donde está claro que a este México le falta estabilidad y coherencia.

La Selección Mexicana está cruzando casi por tercera vez el territorio de los Estados Unidos para aterrizar este martes en Santa Clara, a las afueras de San Francisco; Se ha marchado a los cuartos de final de la Copa América con una gran pregunta: ¿Se acabaron ya los experimentos del señor Osorio?

Pero vamos por partes, porque al final del día, vale la pena aclarar que esta selección no está en crisis: ha ganado con justicia su grupo, ha evitado un partido de un alto “peligro” competitivo ante Argentina, ha ligado su juego número 22 sin derrota y yo agregaría que por algunos momentos de la competición, México tiene un futbol solvente y agradable. Dentro de estas bondades, resaltaría dos condiciones: la primera, la más importante, personalidad y carácter y supongo que a eso se refiere el entrenador cuando habla de “resiliencia”, que de acuerdo con aquellos que estudian la mente y el comportamiento humano es la capacidad de los individuos para sobreponerse a situaciones adversas. En eso, México está bien, muy bien, con tres futbolistas por encima de los demás. En el orden que usted: Andrés Guardado, Miguel Layún, Héctor Herrera y Javier Hernández. México no puede ni debe sacarlos de la cancha. Ellos son el aparato nervioso central de este equipo de futbol.

Pero un equipo de futbol no puede sólo sobrevivir de temperamento. Necesita, de pronto, alguien que salga de lo cotidiano, que “rompa” esquemas, paradigmas, que se atreva a crear, a inventar, a soñar. Y en se rubro, aparecen tres jugadores con esas condiciones: uno es Javier Aquino, el otro se llama Hirving Lozano y el tercero lo tenemos muy claro en Jesús “El Tecatito” Corona. Ellos son los futbolistas que pueden darle esa cuota necesaria de talento en el campo de juego.

El problema principal, de acuerdo con los aficionados y algunos observadores, se refiere a la falta de continuidad en las alineaciones. Osorio se defiende afirmando que él cree en el proceso de las rotaciones y que esas rotaciones van a continuar. Ha utilizado a tres porteros diferentes en tres partidos ++los tres, la verdad de un mismo nivel++. Ha rotado piezas alrededor del aparato defensivo ++lo cual tiene de cabeza a algunos especialistas de cancha++ y también ha sumado y ha variado m ++en los tres juegos y en toda su gestión++ algunos nombres en la delantera, pero, realmente, la base, la estructura, creo que ya la encontró. Y emerge a partir de tres, cuatro futbolistas que le dan una solidez mental al equipo y funciona con otros tres que tienen las condiciones para aportarle algo más que sensatez y musculo al juego.

No hay crisis en México, hay ciertas dudas de un sector ++donde me incluyo++ que parecemos desesperados por una once regular y por nombres propios en los que podamos confiar, pero detrás de ello, me parece que Osorio ha descubierto lo que buscaba: un equipo de carácter y de personalidad, con una cuota de ingenio y creatividad.

@Faitelson_ESPN

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