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Pitan primero

Orozco y Corona brillaron en la jornada inaugural Mexsport

MÉXICO -- Javier Orozco daba indicios de convertirse en artillero de raza desde su debut profesional, en 2005. Pero como la mayoría de atacantes mexicanos, la abundancia de extranjeros y la intermitencia, le impedían brillar.

Ya en la pasada Concacaf Liga de Campeones, el Chuletita se erigió goleador de Cruz Azul con seis tantos, debajo de Ulíses Mendívil (9), del Pachuca; y Orlando Rodríguez (8), del Árabe Unido.

Orozco contribuye a la primera victoria de su equipo en el Apertura 2010, que debe tomarse con cautela. Como tres puntos. No más.

Sus dos goles, también. Tapen, por ahora, sus oídos con las manos ante cualquier manifestación que le proyecte como el futuro asesino de arqueros del balompié mexicano.

Lo mostrado por el jugador y por su escuadra representa lo que pueden hacer. No lo que son.

Rechacen cualquier ilusión causada por el 3-0.

La Máquina, acostumbrada a esperanzar a sus aficionados con tres subcampeonatos en los últimos cinco torneos, se impuso a un rival, cuyo plantel luce limitado y, que para este certamen perdió a Rodrigo Ruiz, su mejor hombre en el Bicentenario 2010.

A pesar de la lluvia, Cruz Azul aprovechó la desconcentración de la zaga de la UAG, una espectadora en los dos primeros tantos azules y participante del último con el autogol de Ángel Partida.

Cruz Azul explotó lo ancho y no lo largo de la cancha. Le cedió el balón a los Zapopanos porque sólo lo requirió para lo necesario.

Le marcaron un penalti inexistente y se escaparon de que Genaro Medrano les marcara otro en el segundo tiempo que sí era.

A Rogelio Chávez sólo le tomó un instante. Levantó la cabeza y, desde un costado, puso el el esférico a la cabeza de Orozco para abrir el marcador.

A Christian Giménez, en cambio, le tomó más trabajo: partir de mediacancha, conducir la redonda y, con el mismo resultado, filtrárselo al Chuletita, quien clavaba el segundo.

A Orozco, en tanto... a él sólo le faltó darle un autógrafo a los ex Tecos.

Pero considerar al joven mochiteco como la única figura del partido, rayaría en la injusticia. Le restaría mérito a Jesús Corona.

El portero celeste lució como patrón. Paró un penal, atajó al menos tres oportunidades claras y metió el puño o capturó la pelota con determinación cuando Estudiantes centraba.

Ni siquiera, un balón suelto dentro del área empañó su labor.

Su ausencia del Mundial, uno de tantos golpes en su vida, le sirvió para madurar. Así parece.

Cruz Azul gana. Y punto. Escribir más, crearía falsas esperanzas.