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Pachuca: "El Fruto Prohibido"

Hugo Sánchez no fue nunca el entrenador apropiado para una institución que tiene sus propios valores, su estilo, su forma de hacer las cosas, una institución que apostó por una universidad, por la docencia y la decencia en los procedimientos, por la generación de jugadores, por el proceso de nuevos entrenadores. Seis meses más tarde, el Pachuca corrigió el rumbo de la nave y tomo la decisión que tenía que haber tomado antes

LOS ANGELES, CA.- Era un "fruto prohibido". Llamativo, seductor, interesante, pero era, al fin y al cabo, un "fruto prohibido". Y Jesús Martiínez y Andrés Fassi cometieron el error. Lo cortaron del árbol, se lo llevaron a la boca y se lo comieron...

El peor de los fracasos en Pachuca no fue el de Hugo Sánchez. El verdadero fracaso, el más costoso de todos fue el del propio Pachuca como institución.

Al final del día, no deja de ser una pena que un proyecto se descomponga...

El Pachuca apostó por Hugo Sánchez, por lo que él sabe, por lo que él pregona, por su experiencia como jugador, como entrenador, por su mentalidad y finalmente no encontró esos resultados. Y no los encontró porque desde un principio fue el propio Pachuca el que traicionó sus ideales, sus creencias, su sueños.

Hugo Sánchez no fue nunca el entrenador apropiado para una institución que tiene sus propios valores, su estilo, su forma de hacer las cosas, una institución que apostó por una universidad, por la docencia y la decencia en los procedimientos, por la generación de jugadores, por el proceso de nuevos entrenadores.

Seis meses más tarde, el Pachuca corrigió el rumbo de la nave y tomó la decisión que tenía que haber tomado antes: darle el equipo a un hombre como Gabriel Caballero, campeón con el Pachuca, que conoce los secretos, el estilo, las formas, los sabores, los aromas de una institución. Lo de Caballero puede funcionar o no, pero es un paso que garantiza la continuidad de un proyecto, no una decisión tomada sobre las rodillas, más inclinado por los sentimientos, por la vitrina y por la necesidad mediática.

El Pachuca ha jugado hoy como juega el Pachuca, con el estilo de la casa, con el mismo estilo que le significó el mayor crecimiento en el futbol mexicano de los últimos 20 años, un equipo que creció desde lo más bajo, sin nada, para ser una organización sólida, con cimientos, con estructura, infraestructura, planes, con la marca de su universidad, con los atrevimientos de un empresario como Jesús Martínez, con la mentalidad de un dirigente como Andrés Fassi, con el aquel gol de Glaria en la noche mágica del Estadio Azul, con Javier Aguirre mostrando el rumbo, con Enrique Meza dándole forma, con Pablo Hernan, con Caballero, con Calero y con el sentimiento tuzo de siempre. Pachuca apostó por algo que tenía prohibido apostar y se equivocó.