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Los "dueños" del espectáculo...

Por ahora no es Gignac, tampoco Pulido, mucho menos Oribe Peralta o Nicolás Castillo. Los que marcan y definen el rumbo del entretenimiento son los árbitros del futbol mexicano. Son ellos los que toman decisiones, adquieren protagonismo y enfilan el rumbo del juego hasta decidir un ganador. El arbitraje está pasando por problemas muy graves en el futbol mexicano. No sólo es un tema de calidad, hay, también, un evidente desorden, una anarquía y una crisis que está terminando por afectar algo de lo más sagrado que tiene el deporte profesional.

LOS ANGELES, CA.- "No hay crisis en el arbitraje...", Héctor González Iñárritu.

El Presidente de la Comisión de Arbitraje, anda igual que los árbitros: confundido y yo diría que también algo desesperado. Pero la historia malévola del arbitraje mexicano no data sólo desde los días de González Iñárritu o de alguno de los muchos pasajes de Edgardo Codesal en el gremio.

En un principio parecía que viviríamos bajo la sombra de aquella infame, retrograda y ridícula hipótesis: "El arbitraje es humano y como humano tiene errores que deben ser parte del futbol...".

Había incluso quien aseguraba que la polémica surgida de los errores arbitrales provocaba, finalmente, un beneficio al deporte. ¿Se imagina usted tal grotesca (por no llamarle de otra forma) explicación o interpretación de lo que finalmente debe ser una imagen de justicia sobre un campo deportivo, en este caso, una cancha de futbol?

El arbitraje está pasando por problemas muy graves en el futbol mexicano. No sólo es un tema de calidad, hay, también, un evidente desorden, una anarquía y una crisis que está terminando por afectar algo de lo más sagrado que tiene el deporte profesional: su espectáculo. Dos fechas del Clausura 2017 han sido suficientes para reflejar la ausencia de nivel y de directriz en el arbitraje mexicano. El tema se la ha ido de las manos a la Federación, a la Liga y a los equipos. Los árbitros están terminando por afectar el trabajo, la inversión, el esfuerzo de los clubes y las ilusiones de los aficionados. El protagonista de cada partido en la cancha tiene que ser los futbolistas. Eso ha dejado de suceder en México, donde los árbitros, son capaces de "robarse" el resultado y el espectáculo. Sucedió el sábado en Monterrey, cuando el silbante Erick Miranda decide dejar a Chivas con nueve hombres en la cancha y ocurrió también el domingo, en la Ciudad Universitaria, cuando Oscar Macías fue parte de dos expulsiones ++Gabriel Peñalba y Nicolás Castillo++ que terminaron afectando a Cruz Azul y a Pumas y aquellos que pagaron un boleto en el estadio o que encendieron la televisión para disfrutar de un espectáculo.

El problema del arbitraje mexicano no es nuevo. Gran parte de sus vacíos y vacilaciones proceden desde el momento mismo en que la Federación o el grupo que sostiene el poder en el futbol mexicano no le ha brindado la fuerza, la personalidad y la independencia necesaria para crecer como gremio. La FMF siempre ha tenido "miedo" de darle libertad y poder a los árbitros. ¿Por qué? Es muy simple. El arbitraje es una manera de controlar. Si tú tienes el control de la justicia en el campo, puedes siempre defender, conducir y predisponer los grandes intereses que rodean al juego.

La FIFA también lo hacía o lo sigue haciendo en sus diferentes eventos, incluyendo el Mundial de futbol. Se supone que los tiempos de las nuevas tecnologías permitirán un auxilio para el trabajo humano en la cancha y una mayor apertura para que los malévolos intereses no afecten las decisiones sobre el juego.

Es una pena lo que sucede en el futbol mexicano. No podemos seguir viviendo con la hipótesis de que "los errores arbitrales son parte del juego". No lo son, de ninguna manera, como tampoco tendría que ser la forma tan obscura, miserable y patética en la que el futbol mexicano ha tratado, durante décadas, al arbitraje. Hoy, simplemente, está recogiendo lo que ha sembrado: un órgano débil, sin personalidad, sumiso, carente de preparación y que sale al campo predispuesto a perjudicar el poco o mucho espectáculo que de la cancha se deriva.

@Faitelson_ESPN