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Una realidad que no puede ser eterna...

Otra oportunidad se ha quedado, lamentablemente, en el camino. México, el futbol mexicano, no es capaz de dar el paso al siguiente nivel de calidad. Nadie quiere que sea Campeón del Mundo de la noche a la mañana pero, al menos, un atisbo, una esperanza de que estamos en el camino correcto de crecimiento, desarrollo y fortalecimiento. Sigo esperando un "plan", un proyecto, una esperanza a la cual aferrarnos, en el cual los dirigentes, los clubes, las televisoras, los futbolistas, los patrocinadores tomen las decisiones adecuadas para ofrecernos el futbol que tanto hemos anhelado. En las últimas dos semanas en Rusia, el futbol mexicano ha conocido una realidad, su realidad, pero una realidad que no puede ser eterna...

MOSCÚ, Rusia -- Una nueva oportunidad se ha quedado en el camino. La Copa de las Confederaciones resultó ser un examen improductivo para la Selección Mexicana. Hay un retroceso evidente entre lo que fue el último destello del futbol mexicano en el Mundial de Brasil 2014 y esta selección, siendo, la base de jugadores --si es que existe una "base" en este sistema de rotaciones-- la misma que esta vez "chocó" de frente ante su realidad cuando intentó competir en un nivel diferente del juego. Con el tiempo apremiando --a menos de un año del Mundial-- México no tiene la certeza de que su futbol alcanzará ni siquiera para los estándares que ha tenido en las últimas Copas del Mundo.

En Rusia hemos vuelto a la eterna interrogante del futbol mexicano: ¿cuándo?, ¿Cuándo?, ¿Cuándo el futbol mexicano será capaz de dar el paso de calidad que tanto anhelan, sueñan y yo diría que también merecen sus aficionados? ¿Cuándo tendremos el futbol que realmente merecemos?

¿Cuándo...? Esa es la pregunta. ¿Cuándo nuestro futbol representará en la cancha cabalmente lo que es fuera de ella? Primero, una pasión desmedida, entregada, casi frenética del aficionado en dos países diferentes, incluyendo uno en la economía más avanzada del mundo --los Estados Unidos-- y luego, una industria boyante en lo económico, con una liga seria, aparentemente competitiva, con clubes que presumen una gran estructura e infraestructura, el apoyo de grandes patrocinadores y de poderosas empresas de televisión. El futbol mexicano parece tener todo lo necesario para ser una potencia mundial, menos lo más importante: el futbol.

Y ese futbol no aparece porque vive en un desorden, en una anarquía, en un monopolio que de vez en cuando se transforma en duopolio, en un sistema que fomenta la corrupción, que casi siempre favorece a la improvisación y que toma decisiones amparado en el negocio y no en el deporte. Sigo pensando que no es el futbol que merecemos los aficionados mexicanos a este deporte. Sigo creyendo que las graves ausencias de la cancha, los vacíos y los temores de la alta competencia son originados por los personajes de "pantalón largo", en cuyas manos están las decisiones del presente y del futuro de este futbol. Sigo suspirando por un futbol que no aparece y que no aparecerá por magia o por mandato divino.

¿Cuándo...? ¿Cuándo entenderán aquellos que gobiernan al futbol mexicano que cada medida que toman afecta directa e indirectamente el desarrollo del futbolista mexicano y que más temprano que tarde se refleja en el nivel de la selección y en su incapacidad de dar el siguiente paso? Lo más fácil es criticar a Miguel Layún porque comete un par de errores en el juego o lamentar que Rafael Márquez haya tenido que prolongar su carrera hasta casi los 40 años, pero nadie se pregunta por qué, cómo y a pesar de qué nace y subiste el futbolista mexicano en una Liga que fomenta una "trampa" para el propio futbolista mexicano, que enaltece la extranjerización y que le da pocas ocasiones al elemento nativo de crecer, fallar, corregir y encontrar el camino adecuado. Es fácil depositar la culpa en el entrenador --en Juan Carlos Osorio-- sin entender que requiere de una mayor "protección" en su labor, de una Comisión de Selecciones sólida, debidamente estructurada, donde no sea una sola cabeza la que toma decisiones, sino un trabajo consensuado que aproveche la experiencia y el recorrido de personajes muy valiosos, que sean ellos, junto con el entrenador nacional, el que le dé certeza, confianza y rumbo al futbol mexicano.

Deseos y cierta motivación existe en la "familia" del futbol mexicano para crecer y soñar con la gloria, pero no una convicción plena de los pasos que realmente hay que seguir y asegurar para colocarse en el camino adecuado. Da la impresión --como lo avaló el propio Rafael Márquez-- que lo único que importa es el negocio y que lo demás "vale madre", que mientras salgan "las cuentas", los números, es suficiente, en tanto, el aficionado desgasta neuronas, energía, amargura y hasta algunas lágrimas.

Sigo esperando --desde hace años-- un plan perfectamente detallado para llevar al futbol mexicano al siguiente nivel de calidad. Un esfuerzo común de los clubes, de la Federación, de las televisoras, de los patrocinadores, de los futbolistas, de los entrenadores y hasta del aficionado para encontrar juntos el camino adecuado. Que lo haga Chivas, que lo haga el Pachuca, Vergara, Carlos Slim, Jesús Martínez, Emilio Azcárraga o Salinas Pliego, Femsa, Cemex o Cruz Azul, que lo haga Azteca o Televisa, Bimbo o Coca Cola, Tecate o Corona, pero que alguien levante la mano y diga: "Vamos a transformar esto", tomemos decisiones apropiadas, separemos la parte económica de la deportiva y busquemos a los personajes adecuados --si son mexicanos, mejor, si deben ser argentinos, holandeses o chinos, hay que traerlos--. Empecemos de cero o de menos cero, con un plan, un proyecto, una ilusión a la cual aferrarnos y no tapar los vacíos, esconder "la basura bajo la alfombra" y volver en un año a Rusia para hacer lo mismo que ha hecho el futbol mexicano siempre. ¿Cuándo...? ¿Cuándo tendremos esa esperanza? ¿Cuándo tendremos el futbol que realmente merecemos?

El futbol mexicano conoció y reconoció aquí, en Rusia, su realidad, una realidad que, sin embargo, no puede ser eterna...

@Faitelson_ESPN