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"La última coca del desierto..."

Mientras el futbolista panameño del Houston Dynamo, Adolfo Machado, ha tratado de calentar el juego eliminatorio del viernes, los aficionados panameños, y alguna parte del periodismo de ese país, han escogido la casi tradicional manera, o “receta centroamericana”, para avivar la esperanza de una victoria en el Estadio Azteca. Mezclar orgullo, patria y la imagen de una nación con un partido de futbol no ha sido, nunca, una combinación sana y exitosa. Creo que ganar en México, lo que ellos llaman “Aztecazo”, es posible, siempre ha sido posible, pero también creo que hace rato que las grandes aspiraciones mexicanas en el futbol dejaron de ser un triunfo sobre Panamá o eventualmente una clasificación mundialista.

LOS ANGELES, CA.- “Aztecazo”, un término tan simple y vano para algunos como espectacular y fantasioso para otros.

Y ahí vamos, otra vez. La presencia de un equipo centroamericano en el Estadio Azteca para una eliminatoria mundialista supone siempre una carga emocional que parece sentir y disfrutar más el aficionado, y hasta el periodismo, centroamericano que lo que realmente ocurre y se percibe a nivel local en México. Y casi siempre, sean costarricense, hondureños, salvadoreños y en los últimos años panameños cometen el mismo error: suponer que en el Azteca se gana con orgullo, con la patria y con la bandera por delante. Se equivocan. En el Azteca se gana con futbol, con futbol y nada más.

“Mexicanos se sienten la última coca del desierto...”, dice el futbolista panameño Adolfo Machado. Me gusta. No pasa nada. Sirve para calentar el duelo y nada más. Machado juega en la liga de los Estados Unidos (la MLS), en Houston, y sabe perfectamente bien cómo es y que siente el aficionado mexicano por el futbol y por su selección. Insisto: para mi no hay controversia, al contrario, visto desde otro aspecto, me parece interesante que finalmente en el mexicano se descubra un sentido de superioridad cuando generalmente, en futbol, sigo hablando sólo de futbol, hemos sido reconocidos, muchas veces, como faltos de carácter y de personalidad por no llegar a un término más común o vulgar determinado como “agachones”.

Lo mismo pasa con la televisión panameña, como ocurrió con la costarricense, que me pide un comentario donde mis palabras sirvan para generar una motivación extra en sus futbolistas y en sus aficionados y que al final se descompone de tal forma, o la descomponen, para generar distancia, encono y odio a través de un juego de futbol.

Y caen el misma pregunta de siempre: “¿Ve usted posible un “Aztecazo”? Y mi respuesta varia de acuerdo, obviamente, a la época en la que transita tanto el futbol de México como el futbol del rival, porque al final del día esto se resuelve con goles. Jugando al futbol y no mostrando las riquezas o las carencias e injusticias que tiene tanto uno como otro país. El primer error que han cometido las selecciones centroamericanas que vienen al Estadio Azteca por un buen resultado es confundir los sentimientos de sus jugadores y de sus aficionados. En la medida en que el jugador de Panamá, de Costa Rica, de Honduras, de El Salvador y de Guatemala entienda que se trata de un juego, donde puede ganar o perder, entonces, estoy seguro que la travesía y la odisea de triunfar en México será mucho más sencilla. Cargan tanto en lo emocional, mezclan demasiados aspectos que en nada tienen que ver con la cancha, que al final, terminan, me parece, presionando más al futbolista que visita la ciudad de México.

El “Aztecazo” es posible, siempre es posible, hoy, quizá más que nunca, con una selección mexicana confundida durante el verano, sin un estilo definido de juego, con futbolistas por debajo de su nivel, con ausencias, Oribe, Márquez y Layún, y con un entrenador que seguirá haciendo rotaciones y experimentos a pesar de no encontrar la base y la solidez de un cuadro competitivo. Este es el panorama mexicano en el final de un periodo poco afortunado, ni Copa Confederaciones ni Copa Oro fueron exámenes positivos, y ante la posibilidad de clasificarse prematuramente al Mundial de Rusia 2018.

Las oportunidades de que Panamá juegue bien y obtenga un buen resultado son viables, siempre y cuando entienda que no viene a una “guerra” y que no se está jugando “la vida” en el Estadio Azteca. Es un simple juego de futbol.

Percibo, al mismo tiempo, un desgano normal del aficionado mexicano. Los dos torneos del verano no sirvieron para “calentar” el cierre de la eliminatoria y la realidad es que, históricamente, tal vez por el área donde juegue, en México no se suele celebrar las clasificaciones a los Mundiales. Hace rato que las aspiraciones mexicanas en el futbol están más allá de ganarle a Panamá o de un boleto mundialista. Eso, suponemos algunos, aunque luego nos califiquen como que “la última coca del desierto”.

@Faitelson_ESPN