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Símbolo del despotismo...

En eso se ha transformado la Selección Mexicana de futbol. Un producto, un "producto prohibido" históricamente y ajeno por completo a los nuevos tiempos de transparencia y democracia que exige no el futbol, sino México como país. Se negocia y se concede en muchas cosas, pero de la Selección no se habla jamás y cuando se hace, produce algunas de las reacciones más viscerales que se hayan visto en el medio futbolístico. La lucha por la Selección Mexicana de futbol ha desatado "tormentas", ha propiciado "golpes de estado" federativo y han conducido a un dirigente hasta la Crujía 11 del Reclusorio Oriente. La Selección Mexicana es hoy un emblema claro del despotismo con el que se ha manejado y se maneja todavía el futbol mexicano...

LOS ÁNGELES, CA.- El "producto prohibido" y al mismo tiempo un monumento al despotismo...

Eso ha sido históricamente la Selección Mexicana para el futbol mexicano y para los intereses y los poderes que rodean a este futbol. Y cuando ese "poder" se ha visto, de alguna forma amenazado o vulnerado, han reaccionado de la forma más dramática y virulenta. Me vienen a la memoria algunos de esos lúgubres episodios: Un "golpe de estado" federativo donde Marcelino García Paniagua se daba el lujo de romper los contratos y declararlos "legítimamente" ilegales en aquella estrecha y calurosa oficina de las calles de Abraham González. O quizá el episodio máximo de la lucha por los intereses del futbol mexicano: la imagen de Emilio Maurer, el único hombre que logró llevar a la selección a una pantalla de televisión diferente a la del poder, en la crujía 11 del Reclusorio Oriente de la Ciudad de México. Aquello era una poderosa advertencia. La Selección es un producto prohibido, intocable.

Algunas cosas, finalmente, han cambiado en los últimos años dentro de la estructura de administración y manejo de futbol mexicano. La cúpula del poder se ha permitido algunas "concesiones", pero jamás algo que le signifique perder o compartir el control del equipo que representa al futbol mexicano. En la década de los noventa, se vio en la necesidad, forzada totalmente, de aceptar a una nuevo socio que por años le había competido sin tener el acceso a la selección mexicana. Y lo acogió compartiendo derechos, pero de ninguna manera de una forma equitativa. Quien tomaba las decisiones importantes y tenía la ultima palabra era siempre el mismo grupo.

La Selección es la "joya de la corona", el producto que mejor se vende en México y en Estados Unidos, una plataforma para mantener "caliente" la pantalla con altos niveles de audiencia televisiva y una forma de amasar poder, influencia, como no lo logra ningún otro personaje o acontecimiento en la vida de un país como México. Cualquier insinuación que signifique perder ese control, genera nerviosismo y ansiedad en los altos mandos del futbol mexicano.

Pero México ha promovido un cambio como nación en las últimas tres décadas, una transformación que debe conducirnos a una mayor democracia, apertura, transparencia y una oportunidad equitativa para los mexicanos en todos los sectores de su vida. El futbol es sólo un pasatiempo, un entretenimiento, una actividad lúdica, trivial, pero genera tal pasión que aquel tiene su control, adquiere una enorme influencia en muchas esferas que van más allá del futbol. Supongo que esa es la seducción que implica la Selección Mexicana, sobre todo, para empresas dedicadas a la comunicación. La Selección no sólo te permite vender y vender bien, también actúa como un elemento que puede controlar y manipular masas, definir ciertas tendencias, comportamientos y actuar como un distractor.

Los aparentes "vientos de cambio" que plantea el futbol mexicano han propiciado que algunos clubes levanten la mano para exigir un manejo diferente, una mayor apertura que le permita a la Selección diversificarse, obtener más ganancias y potencializarse aún más en su trascedencia comercial. Pero los viejos hilos del poder no permiten la apertura del tema. Amenazan, censuran, boicotean y utilizan todas las herramientas que tienen a su mano, incluyendo el control casi permanente de la Federación Mexicana de Futbol, para sostener su dominio y supremacía.

Cambiar, transformar o revolucionar nunca ha sido fácil, sobre todo cuando se ha mantenido el control durante tantos años, pero ha llegado el momento donde, de manera inteligente, el grupo que tiene ese poder debe repartirlo un poco más. La Selección Mexicana es un símbolo de ese despotismo. No puede mantenerse siempre bajo el mismo mando. Puede y debe descubrir nuevas sensaciones que le transformen en un mejor elemento para los consumidores, aficionados, y en un mejor negocio para los participantes de la industria.

El "producto prohibido", en eso se ha transformado la Selección Mexicana. También en un emblema del poder absoluto, intocable, de la nula transparencia y la corrupción que agobia históricamente al futbol mexicano...

@Faitelson_ESPN