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"Yo vi jugar a Rafael Márquez..."

Algún día, dentro de 20, 30 o 50 años, esa frase aparecerá con frecuencia en alguna sobremesa. La presuntuosidad será, también, totalmente permitida para recordar a uno de los grandes futbolistas en la historia de México, a un jugador lleno de clase, de habilidades extraordinarias, que llevó al máximo nivel posible de este juego llamado futbol. A Márquez se le agota el tiempo y a nosotros, también, el simple goce o deleite de verlo sobre una cancha. Espero que la controversia sobre si debe ir o no a la Copa del Mundo no nos termine distrayendo de lo más importante: disfrutarlo hasta el último suspiro en un campo de futbol...

LOS ANGELES, CA.- Debe ser su elegancia, el rasgo que lo hizo diferente, único, especial, irrepetible ante los seres de su misma especie. En un planeta y en una zona del campo, donde la mayor parte de sus semejantes mostraban las "garras" y apretaban los dientes para competir, él lo hacía con clase.

El tiempo no sólo se extingue para Rafael Márquez en el campo de juego. También, para nosotros, que lo vimos nacer, crecer, jugar y desarrollarse hasta el nivel máximo que permite el juego. Algún día, le diremos a nuestros hijos, nietos, bisnietos: "Yo vi jugar a Rafael Márquez, aquel defensa espigado, de gran condición técnica, inteligente, que bordaba pases de 60 metros, que cruzaba el campo con la cabeza erguida y el balón pegado a los botines. Yo vi a Márquez, el del Atlas, el de Mónaco, el de Barcelona, el capitán de la selección de los 4 (o quizá 5) mundiales, el que fue capaz de jugar en otra escala de este juego llamado futbol. Yo vi jugar a Rafael Márquez".

En días en lo que aquellos futbolistas que tienen gol, que juegan más cerca del área, se "roban", prácticamente, todos los reflectores, Márquez encontró la forma de triunfar a gran escala. Llevó su talento hasta el mismísimo Barcelona -en esa época, uno de los equipos más reconocidos en la historia del futbol- y consiguió asomar su grandeza en la Liga de Campeones de Europa. Entre el legendario Hugo Sánchez y los nuevos tiempos de Javier "El Chicharito" Hernández, un defensa central, con las condiciones suficientes para ser considerado el mejor mexicano de la historia.

Jugadores como Márquez no se repiten frecuentemente en la historia, ni del juego en general y mucho menos del futbol mexicano. Y esa es la razón de que hoy en día aún se sostenga en la polémica sobre si debe ser incluido en la lista de los 23 para lo que sería su quinto Mundial. Un futbolista de habilidades extraordinarias que el futbol mexicano no ha podido reproducir en otro jugador.

Llevarlo a Rusia puede provocar controversia en aquellos que se sostengan que su nivel deportivo ha decaído -normal, con el paso del tiempo, su edad y avalados en los resultados de su club, el Atlas, esta temporada- y que, además, habría estado distraído en temas extradeportivos que a pesar de su poderosa mentalidad podrían terminar distrayéndolo. Lo increíble es que, más allá de este convulsionado escenario, Márquez sea capaz de esparcir la duda sobre si debe ir al Mundial.

Yo sigo enfrascado en una batalla personal y casi existencial. Pienso que en la lista de los 23 deben estar los mejores, pero una parte de mi cabeza, señala hacia que un personaje como Márquez, aún sin encontrarse en el mejor momento de su trayectoria futbolística, puede seguir aportando dentro de la cancha y fuera de ella como ningún otro futbolista. Por fortuna, el problema no es mío, sino de Juan Carlos Osorio.

Lo que me queda claro es que habrá que disfrutar los últimos minutos de uno de los más grandes futbolistas que ha dado nuestro país. Un jugador elegante, saturado de clase, un personaje pensante que el futbol mexicano extrañará por mucho tiempo. El gran Rafael Márquez, que, de generación en generación, provocará escenas de melancolía y añoranza y expresiones un tanto presuntuosas como: "Yo vi jugar a Rafael Márquez...".

@Faitelson_ESPN