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Un futbol podrido

Lo que debía ser una final de Copa Libertadores histórica, apoteósica y global se ha transformado en escenario para las manifestaciones más burdas y primitivas del ser humano. ¿Qué debe hacer la CONMEBOL? Aprovechar el escenario violento para enviar un mensaje aún más 'violento': la Copa se declara nula, no hay campeón y tanto River Plate como Boca Juniors recibirán graves castigos hasta que el futbol argentino entienda que no puede seguir escondiéndose detrás de una falsa cortina de pasión. El futbol no es una guerra ni tampoco una cuestión de vida o muerte...

SAN DIEGO, California -- La Confederación Sudamericana de Futbol no tiene otra salida: declarar nula la Copa Libertadores del 2018 y aplicar un poderoso castigo a los clubes Boca Juniors y River Plate.

¿Qué sigue en este fatídico desenlace de la llamada 'Final del Mundo'? ¿Buscar una nueva fecha bajo los mismos riesgos? ¿Encontrar una sede alterna? ¿Determinar un ganador sobre la mesa? Cualquiera de esos mensajes seria equivocados. La CONMEBOL debe dar una imagen de cordura y sensatez, términos que hasta ahora ha sido incapaz de mostrar en toda esta crisis. El futbol no se puede jugar en medio de la violencia y el vandalismo. Permitirlo es tanto como aliarse a ello y justificarlo.

La CONMEBOL no puede, de ninguna manera, desaprovechar esta oportunidad para tratar de que finalmente el futbol argentino cambie y reaccione ante el grave deterioro que ha tenido por décadas. Jugar el partido es tanto como tapar o distorsionar la realidad. Los actos ocurridos el sábado a las afueras del Estadio de River son comunes en el futbol argentino, tanto así que en algunos círculos es visto y presumido como parte de su ambiente y su tradición. La CONMEBOL no debió permitir que la Final de la Libertadores se jugara bajo la 'reglamentación' argentina, no permitir público visitante en los estadios. Eso no es normal. Un futbol que no tiene la educación, la madurez y la civilidad para entender que es un espectáculo deportivo --no una guerra ni una cuestión de vida o muerte-- no es un futbol apto para recibir un evento de esta magnitud. Por años, el futbol argentino se ha deteriorado en cuanto a su violencia y en ese deterioro han participado aficionados, dirigentes, promotores, políticos, futbolistas, entrenadores y periodistas. Nadie se salva.

La Final de la Libertadores del 2018 debió ser un acontecimiento global, histórico, apoteósico y lo ha sido, en parte lo ha sido, para exponer un futbol podrido por dentro y por fuera que, bajo la bandera de una presunta pasión, esconde algunas de las expresiones más burdas y primitivas del ser humano: ¿Pelearse por un partido de futbol? ¡Hágame usted el favor!

@Faitelson_ESPN