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Cero y van seis...

No hay puesto más sobrevalorado y al mismo tiempo más inestable o vacilante que el de un entrenador. Al final del día, los que tienen la pelota en sus pies son los futbolistas y ellos deciden si es gol o no, mientras los entrenadores pierden su trabajo y nosotros especulamos. El futbol mexicano cobró nuevas 'víctimas' el fin de semana: Roberto Hernández y Hernán Cristante. ¿Quién sigue? ¿Caixinha?

SAN DIEGO, California -- Cero y van seis entrenadores destituidos en ocho fechas y tal parece que el señor Pedro Caixinha -mientras no sea 'fake news', claro- está esperando su turno, en una época donde las suspicacias aparecen por todas partes, sobre todo en aquellos que insinuan que, en algunos casos, los futbolistas le están 'tendiendo la cama' a sus directores técnicos.

La hipótesis es difícil de comprobar. No conozco a un futbolista que salga al campo de juego a perder para así perjudicar los intereses de su entrenador, pero tampoco me doy 'golpes de pecho'. Hay muchas cosas extrañas que suceden en el futbol.

El triunfo del Querétaro tras la salida de Rafa Puente Junior y la llegada de Víctor Vucetich al timón y los errores de algunos jugadores del Toluca en la goleada ante Santos que la postre le costó el trabajo a Hernán Cristante son puntos válidos para retomar la polémica. Al final del día, el futbol siempre estará más en manos -en los pies- del futbolista que del entrenador. Son ellos -los futbolistas- quienes deciden si corren, meten la pierna y se entregan a fondo. Probar que un futbolista actúa de 'mala fe' es prácticamente imposible. Entramos a un terreno que no tiene salida, el de las especulaciones.

La explicación más lógica radica en que un grupo humano de trabajo -el que sea- que se mete en una crisis se va deteriorando mientras no encuentra la forma de salir de ella. Los integrantes de ese equipo en dificultades reaccionan de forma diferente, algunos con sus mejores virtudes y otros más con sus más temibles defectos. Por ahora, no sé ni me atrevo a decir que un futbolista sale al campo con la idea de perder el juego y así perjudicar a su entrenador.

Hay otra situación: la del dinero, que siempre está más que presente en estos tiempos del futbol profesional. Los entrenadores se hunden más en su desesperación por salvar al equipo porque están esperando que les despidan antes de dar ellos el paso hacia el frente y aceptar que “no va más”. Están cuidando su indemnización mientras el equipo se deprime más y más.

No hay puesto más sobrevalorado y al mismo tiempo más inestable o vacilante que el de un entrenador. Al final del día, los que tienen la pelota en sus pies son los futbolistas y ellos deciden si es gol o no, mientras los entrenadores pierden su trabajo y nosotros especulamos.

@Faitelson_ESPN