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Caso Hamilton: sentido común

Josh Hamilton bateó 43 jonrones en 2012, pero es un gran riesgo económico en la agencia libre Jose Luis Villegas/Sacramento Bee/MCT via Getty Images

Josh Hamilton no conseguirá un megacontrato en el orden de los 200 millones de dólares y diez temporadas, lo cual podría ser una señal de que el sentido común está regresando al mundo del béisbol.

No es por falta de talento. Alegar eso sería un absurdo supremo.

Pero Hamilton es una apuesta demasiado riesgosa para comprometer tanto dinero a tan largo plazo.

Primero están sus antecedentes de adicciones, que retrasaron por ocho años su llegada a las Grandes Ligas, tras ser escogido como primera selección del draft amateur en 1999.

Bastante se ha hablado de esa etapa nefasta en que el prometedor pelotero llegó a vivir en la indigencia, entre drogas y alcohol.

No creo equivocarme si digo que de no haber existido esa mancha fatídica en su carrera, hoy estaríamos hablando de uno de los mejores jugadores que hayan pasado por las Grandes Ligas en todos los tiempos.

Pero para quienes creen que esa es historia pasada basta recordar que hace apenas unos meses, durante el invierno anterior, Hamilton tuvo una recaída con la bebida, que en principio no afectó su rendimiento, pero disparó las alarmas.

Hamilton es un hombre emocionalmente inestable. Ojo, eso no lo hace ni mejor, ni peor persona. Es simplemente parte de su personalidad, con esa tendencia peligrosa a sumergirse en vicios que para otros sencillamente representarían un placer efímero en una ocasión social.

A eso añádanle que apenas arranque la próxima campaña cumplirá 32 años y estará a las puertas del inicio de la curva descendiente en su rendimiento.

Piensen en este escenario: en lugar de Alex Rodríguez, es Hamilton quien posee un contrato similar y a mitad del mismo empieza a declinar en sus facultades.

No quiero ni imaginarme la respuesta que a esa crisis daría alguien tan vulnerable. Entonces dolería aún más pagar tanto dinero comprometido por gusto.

Los Rangers han hecho una oferta por tres campañas e independientemente de la cantidad de dólares que implique, parece más ajustada a la realidad, en cuanto a duración del contrato.

Lo cierto es que el béisbol necesita regresar a cierta cordura, pues en esta danza de los millones, los que más sufren son los fanáticos, que ven como los precios de entradas y consumo en el estadio suben de manera proporcional con los salarios de los peloteros.

Parece que fue ayer cuando el cubano José Canseco sacudió al mundo en 1990 al convertirse en el primer pelotero en superar los cuatro millones en una temporada.

Ahora esa cifra se acerca al sueldo promedio de cualquier pelotero, de esos que están bastante lejos de ser de élite.

En el 2001, cuando Texas le dio a Alex Rodríguez el primer convenio por encima de los 200 millones, parecía imposible que otro pelotero consiguiera superar esa barrera.

Ya hoy hay otros tres (Albert Pujols, Prince Fielder y Joey Votto) y varios más andan a la caza de semejantes pactos.

Pero más allá de su indiscutible talento, Hamilton parece que no será uno de ellos.