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Errores y horrores en la revisión de videos

Los arbitros en el terreno deben comunicarse con el centro de repeticiones en Nueva York para tomar la decisión en torno a la jugada disputada. Doug Pensinger/Getty Images

Se supone que el uso del video en los partidos de Grandes Ligas para apelar decisiones arbitrales dudosas se estableció en aras de la justicia.

Los oficiales pueden equivocarse, como seres humanos que son, pues en fracciones de segundos tienen que decidir jugadas que no siempre están lo suficientemente claras y dejan espacio para dudas.

Lo que es imperdonable es que los encargados de revisar el video en todos sus ángulos, en cámara lenta, casi cuadro a cuadro, cometan errores de juicio que son evidentes a la primera repetición.

Que el árbitro se equivoque es un error. Que lo hagan los que analizan los videos es un horror. Y para muestra, un par de botones bastan.

El viernes pasado, Michael Conforto disparó de aire desde el jardín izquierdo al plato para poner out al venezolano Miguel Rojas en el segundo encuentro de la serie entre los Mets de Nueva York y los Marlins de Miami en la Capital del Sol.

El manager de los Marlins, Don Mattingly, apeló la decisión y la repetición del video evidenció que el árbitro principal, D.J. Reyburn, se equivocó al decretar el out, pues que Rojas llegó primero al home con la mano, antes de que el cátcher puertorriqueño René Rivera lo tocara por el área de la cadera.

Lo inaudito es que desde el centro de revisión de videos de Nueva York ratificaron la decisión arbitral, privando a los Marlins de una carrera que significaba la ventaja, cuando el encuentro iba empatado a dos por bando, aunque al final Miami se apuntó la victoria.

Dos días después, en el juego entre los Cardenales de San Luis y los Yankees de Nueva York, Aaron Judge despachó un batazo a lo profundo del jardín central.

La pelota claramente ya había sobrepasado la cerca y un fanático intentó capturarla con un guante, pero perdió la bola y esta cayó en el terreno.

Judge corrió hasta la antesala y se le acreditó triple, pero el manager de los Yankees, Joe Girardi, apeló la decisión y pidió que a su jugador se le concediera un cuadrangular.

Nuevamente los revisadores se equivocaron y mantuvieron la llamada inicial de los umpires.

Al igual que en el partido de los Mets y los Marlins, el error no tuvo consecuencias en el resultado y los Yankees se llevaron el triunfo.

Pero, ¿qué tal si en alguna de las dos ocasiones, por culpa del error de apreciación, los Marlins o los Yankees hubieran perdido sus encuentros?

¿De qué vale entonces la apelación, si los encargados de corregir posibles errores arbitrales son incapaces de hacer bien su trabajo?

Para eso, mejor quiten las revisiones, que por cierto, alargan a veces demasiado la duración de los juegos, algo que el comisionado Rob Manfred quiere resolver.

Por lo menos disfrutaremos nuevamente de los berrinches de los managers, que tanto color aportaban al show.

Es preferible ver una protesta al estilo de Bobby Cox o Lou Piniella, que el ridículo sin rostro de quienes se equivocan inexplicablemente desde el anonimato de una sala de video en Nueva York.