<
>

Las formaciones especiales a la defensiva: ¿Funcionan o no?

Las formaciones especiales a la defensiva en Grandes Ligas se han multiplicado exponencialmente en los últimos cinco años, pero ¿en realidad cumplen con su función de dominar a los 'haladores de pelota'? Doug Pensinger/Getty Images

Lou Boudreau fue el primero en poner en práctica, allá por los años 40, una formación especial a la defensiva de su cuadro interior para tratar de neutralizar a Ted Williams.

La llamada "formación Boudreau" no dio mucho resultado, pues "el mejor bateador que ha existido" promedió en su carrera .323 de average en 335 juegos contra los Indios de Cleveland, el equipo que dirigía el innovador manager.

Siete décadas más tarde, las formaciones especiales o "shifts" han vuelto a ponerse de moda en las Grandes Ligas, principalmente ante bateadores zurdos, a quienes los cuatro defensores del infield se les colocan entre la primera y la segunda almohadillas, dejándoles libre la banda contraria.

Repasemos las estadísticas de los últimos cinco años y veremos un incremento en esta táctica defensiva para tratar de anular a los llamados 'haladores' de pelota.

En el 2012, los managers de los 30 equipos apelaron a las formaciones especiales en 4,577 ocasiones.

Un año después, el número subió a 6,882. En el 2014 casi se duplicó y llegó a 13,299.

En el 2015 la cifra se disparó hasta 17,825 y en la pasada campaña alcanzó el tope de 28,132 shifts.

Ha crecido tanto esta práctica que el comisionado Rob Manfred llegó a mencionar la posibilidad de prohibirla, algo que sonó absolutamente absurdo, pues es decisión de cada manager cómo coloca a sus defensores con tal de conseguir eliminar a un bateador.

Pero, ¿cuán efectivas resultan estas formaciones especiales? ¿Por qué los managers se las aplican a unos bateadores y a otros no?

No tiene que ver con la calidad del bateador, sino con su capacidad de usar todo el terreno para dirigir sus conexiones.

A Miguel Cabrera, el mejor bateador de las Grandes Ligas en los últimos años, nadie le arma un shift, porque el venezolano tiene la habilidad de dirigir la pelota por todas las bandas.

A David Ortiz le alineaban todos para la banda derecha y el dominicano lograba pasar sus batazos como truenos entre los jugadores del cuadro.

Tomemos el BABIP, una estadística sabermétrica (para algo tiene que servir este engendro de adultos que en su niñez eran los dueños del bate y la pelota y ni aun así lograban jugar en el barrio).

El BABIP es el average conseguido con batazos conectados al campo. En otras palabras, es el promedio de bateo sin contar los turnos fallados por ponches o los cuadrangulares, que salen de los límites del terreno.

En el 2012 y 2013, el BABIP de los bateadores frente a formaciones especiales fue de .297, pero en el 2014 subió dos puntos y por primera vez, en el 2015 superó la línea de los .300, cifra que se mantuvo en el 2016.

Ello significa que los bateadores han aprendido a burlar cada vez más las defensas cerradas en el cuadro interior.

Cortemos aún más el BABIP y tomemos ahora el average conseguido con roletazos o batazos de línea que pasan la defensa especial, o sea, descontando los elevados a los jardines.

Ese promedio fue de .199 en el 2012, .193 en el 2013, .210 en el 2014, .209 en el 2015 y .229 en el 2016.

El paso creciente de esta estadística es otra muestra fehaciente de cómo los bateadores van cambiando su enfoque para vencer la estrategia defensiva rival.

Y en la medida en que los jugadores a la ofensiva sean capaces de hacer ajustes y aprovechar todo el terreno para dirigir sus batazos, las formaciones especiales perderán efectividad sin que Manfred tenga que firmar una ilógica "orden ejecutiva" que las prohíba.