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Las alineaciones ganadoras no se cambian

Una regla no escrita del béisbol indica que alineación ganadora no se cambia.

Cada turno dentro de un lineup tiene una función específica de acuerdo con las características de los jugadores y es difícil encontrar, por no decir imposible, a aquel capacitado a cumplir cada una de ellas.

La estabilidad de una tanda ayuda a mejorar el rendimiento de cada bateador y los movimientos en el orden deben realizarse sólo si determinado pelotero no está haciendo su trabajo o atraviesa por una mala racha.

Y obviamente, también cuando el manager decide darle un día de descanso a cada uno de sus pupilos.

Por eso no se entiende por qué hay directores que cada día presentan un lineup distinto cada noche, en detrimento de esa necesaria estabilidad para el buen resultado.

Ni hablar de la moda de colocar a bateadores de fuerza, los clásicos tercero, cuarto o quinto bates, como primero o segundo, puestos que requieren de velocidad en el corrido de las bases, mayor contacto con la pelota, habilidad para tocar la bola, batear por detrás del corredor, etc, etc, etc.

Kris Bryant debería ser el cuarto bate de los Cachorros de Chicago y tal vez Ben Zobrist el segundo, por ejemplo.

Kyle Schwarber es uno de los primeros bates menos primeros bates del mundo, lento en las bases, que se poncha en el 33 por ciento de sus turnos.

Eso es como imaginar a Giancarlo Stanton abriendo la tanda por los Marlins de Miami, con Dee Gordon como uno de los encargados de remolcar la mayor cantidad de carreras.

No traten de reinventar lo que ya está inventado hace más de un siglo, basados en no sé qué patrones estadísticos.

Tomemos como ejemplo a los Dpdgers de Los Angeles, un equipo que en sus primeros 21 juegos ha presentado 20 alineaciones diferentes.

Cuando Don Mattingly dirigía a los Dodgers se contaba que desde la oficina le entregaban cada día el lineup que debía presentar, sin darle margen de decisión al estratega.

Mattingly nunca ha querido confirmar o desmentir esa versión, pero basta con ver la estabilidad con que alinea a sus jugadores de los Marlins para sacar conclusiones, sumado a los constantes cambios del equipo angelino bajo el mando de Dave Roberts.

Al mexicano Adrián González lo ha movido entre el cuarto y sexto turnos, a pesar de que sus mejores resultados, por mucho, han sido como cuarto en el orden.

De quinto bate, el Titán lleva de 11-1 y de sexto va de 15-4 (.267), con una impulsada.

Como cuarto suma 11 imparables en 37 turnos (.297), seis remolques y cuatro dobletes, sus únicos extrabases hasta ahora.

Más claro, ni el agua. Pero Roberts -o los sabermétricos de la oficina- no acaban de ver lo que está a la vista de todos.

Otro caso, Yasiel Puig. El cubano se ha paseado por casi todos los turnos de la alineación, desde el tercero al octavo.

Cuando Puig ocupa los lugares de abajo en la lineación (sexto, séptimo y octavo), lleva de 30-11 (.367), con tres dobletes, igual cantidad de jonrones, seis anotadas y siete empujadas.

Al colocarlo entre el tercero y el quinto sus números bajan ostensiblemente: de 43-7 (.163), con un bambinazo y cinco remolcadas.

Pero cada día el explosivo jardinero derecho de los Dodgers llega al estadio sin saber qué trabajo le tocará hacer esa vez.

Con las únicas excepciones de Corey Seager y Justin Turner, quienes han abierto todos sus partidos como segundo y tercer bates, respectivamente, el resto de los jugadores de Los Angeles han sido movidos de arriba abajo y de abajo hacia arriba en el orden.

Caramba, y qué casualidad que son Seager y Turner los que mejores números presentan dentro del conjunto azul.

¿Tendrá algo que ver en ello la estabilidad, más allá de su indiscutible calidad?