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Shohei Ohtani, la joya japonesa que todos quieren

Como serpentinero, Ohtani acumula marca de 42-15 y ERA de 2.52 en cinco años en Japón, y como bateador, tiene 48 jonrones y 166 carreras impulsadas en 1,035 turnos al bate, con un average de .286. Koji Watanabe/SAMURAI JAPAN/Getty Images

Prácticamente los 30 equipos de las Grandes Ligas están sacando sus cuentas para tratar de llevarse al japonés Shohei Ohtani.

En primer lugar, porque en él se combina la rara dualidad de desempeñarse tanto como bateador, que como pitcher.

Eso ha hecho que muchos lo llamen "el Babe Ruth japonés", aunque sólo se trate de una metáfora a mil años-luz del 'Sultán de la Estaca', el mejor pelotero que haya pisado jamás un terreno de béisbol.

Y en segundo lugar, porque a diferencia de otros jugadores llegados del Lejano Oriente, Otani es una pieza sumamente barata, que hace menor el riesgo de perder la inversión.

Atrás quedaron los tiempos en que la liga profesional nipona atracaba a mano armada a la MLB con un sistema de posta ilimitado.

En aquella época, hacerse de los servicios de hombres como Daisuke Matsuzaka o Yu Darvish implicaba un gasto inicial superior a los 50 millones de dólares, en una suerte de subasta, sólo por el derecho a negociar con el pelotero.

Y a eso habría que sumarle luego el monto del contrato que se acordara con el jugador.

El elevado costo y los fracasos de muchos llegados desde la Tierra del Sol Naciente con aureola de estrellas, redujo el interés a sólo los equipos económicamente poderosos, con dinero para gastar a manos llenas.

Sólo unos pocos lograron sobrevivir con cierto éxito, pero su estancia en las Mayores fue breve, efímero.

Ahora, el tope en el sistema de posta es de 20 millones y en el caso de Otani, por tener 23 años y menos de seis temporadas en su país, el bono por su firma es limitado, infinitamente inferior, casi mínimo, comparado con los contratos de Matsuzaka, Darvish o Masahiro Tanaka.

Cualquier equipo puede pagar la tarifa de 20 millones más el pequeño bono, por lo cual la puja no se limitará a equipos de mercado grande.

Así vemos que los Mellizos de Minnesota han dicho que el japonés es una de sus principales prioridades del invierno, aunque en honor a la verdad, difícilmente lo veamos en las Ciudades Gemelas.

En teoría, casi todo el mundo está parejo en la carrera por sus servicios, pero sabemos que en el mundo de los negocios, hay que leer las letras pequeñas del contrato.

¿Qué tal si el equipo que se lo lleve por una cifra irrisoria de dinero decide ofrecerle, dos meses después de iniciada la campaña, una extensión contractual por decenas de millones?

¿Y quién duda que una extensión así no haya estado preconcebida de antemano por debajo de la mesa?

¿Estaría eso en concordancia con la ética laboral o daría ventaja de facto a los equipos poderosos - entiéndanse Dodgers de Los Angeles o Yankees de Nueva York - sobre los menos pudientes?

Claro que para eso tendría el japonés que demostrar en la práctica que en realidad está preparado para las exigencias del mejor béisbol del mundo y esas primeras semanas o meses antes de que salga a la luz la posible extensión contractual servirían de un período de prueba antes de que el dinero corra a raudales.

Por lo pronto, a mí me parece exagerado el entusiasmo que ha despertado Ohtani, cuyos números en cinco temporadas en Japón no son para sacarle los ojos de asombro a nadie.

Como serpentinero, 42-15 y efectividad de 2.52 en cinco años son buenos números, pero lejos de ser extraordinarios, sobre todo si se tiene en cuenta que en el 2017 estuvo limitado su trabajo a apenas 25.1 episodios debido a una lesión.

Y como bateador, sus cifras son comunes y silvestres, con 48 jonrones y 166 carreras impulsadas en 1,035 turnos al bate, con un average de .286.

De todos modos, el riesgo es mínimo y ¿quién quita que dé una sorpresa y tome las Grandes Ligas por asalto y se convierta en una estrella duradera?

Nada se pierde con intentarlo, aunque hasta ahora, el único que lo ha hecho de los 55 japoneses que han dado el salto a las Mayores es Ichiro Suzuki.

Pero un Ichiro no sale todos los días.