<
>

Cuatro récords casi imposibles de romper en el béisbol

Dicen que los récords en el deporte se hicieron para romperse. Eso es falso. O por lo menos podría ser una verdad a medias.

Hay, al menos en el béisbol, marcas que son prácticamente imposibles de superar, porque las circunstancias han cambiado desde la época en que fueron impuestas.

¿73 jonrones en una temporada? ¿4,256 hits? No, no son esas. Aunque la cifra de bambinazos de Barry Bonds en la campaña del 2001 o el total de imparables de por vida de Pete Rose son supremamente extraordinarias, siempre existe una posibilidad, aunque sea mínima, de que venga alguien a dejarlas atrás.

Aquí ponemos a consideración de los lectores cuatro récords que perdurarán hasta el fin de los tiempos.

1. 120 boletos intencionales en una campaña

Si bien será dificilísimo que un bateador dispare más jonrones de los que logró Bonds en el 2001, será imposible ver a alguien superar o incluso igualar los 120 pasaportes intencionales que recibió este mismo jugador en el 2004.

Para que se tenga una idea de lo sobrenatural de esta cifra, basta decir que en el 2017, sólo cuatro peloteros negociaron más de 100 boletos, entre intencionales y no intencionales: Joey Votto (134), Aaron Judge (127), Matt Carpenter (109) y el dominicano Edwin Encarnación (104).

En su carrera, Bonds fue enviado a primera de manera gratuita en 688 oportunidades, más del doble del que le sigue en la lista de todos los tiempos, el dominicano Albert Pujols (307).

Fue tal el respeto y temor que impuso con su bate el jardinero de los Gigantes de San Francisco que en una ocasión Bobby Cox, manager de los Bravos de Atlanta, ordenó tirarle cuatro malas a Bonds con las bases llenas, al preferir forzar una carrera que permitir un grand slam que le empujara cuatro.

2. Un juego completo con 58 lanzamientos

El 10 de agosto de 1944, el derecho Red Barrett, de los Bravos de Boston, necesitó solamente 58 envíos para lanzar las nueve entradas completas contra los Rojos de Cincinnati.

¡58! Barrett permitió dos imparables, no propinó ponches, ni regaló pasaportes, para llevarse el triunfo 2-0.

Es el único serpentinero en historia en completar un partido con menos de 65 lanzamientos, gracias a que de los 29 bateadores que enfrentó, 17 le hicieron swing al primer envío.

¿Tiempo de duración del juego? Una hora y 15 minutos, que también es récord como el partido más breve jugado de noche.

3. 59 victorias en un año

Si hoy parece imposible que un pitcher vuelva a ganar 30 juegos en una temporada (el último en hacerlo fue Denny McLain, de los Tigres de Detroit en 1968) y las 20 victorias es una meta reservada para unos pocos, imaginen apuntarse 59 triunfos en un año.

Ocurrió en el siglo XIX, cuando en béisbol andaba en pañales.

Charles "Old Hoss" Radbourn lo consiguió en la temporada de 1884 con los Providence Grays.

Radbourn, que un año antes había ganado 48 partidos, terminó la campaña con récord de 59-12 en 73 juegos completos y dos como relevista. En total trabajó ¡678.2 innings! y tuvo una efectividad de 1.38.

En el siglo XX, el máximo ganador en una temporada fue Jack Chesbro, de los Yankees de Nueva York en 1904, quien consiguió 41 triunfos.

En lo que va del siglo XXI, Randy Johnson logró 24 victorias en el 2002 con los Diamondbacks de Arizona y Justin Verlander en el 2011 con Detroit.

4. 12 jonrones dentro del terreno en una temporada

No hay en el béisbol un batazo más difícil de lograr que el cuadrangular dentro del terreno, pues para ello se necesita una velocidad felina en las bases, fuerza para conectar la pelota hasta los confines del campo, capacidad para dirigir la bola a tierra de nadie y ¿por qué no? un poco de suerte.

En 1901, Sam Crawford, de los Rojos, disparó 12 batazos de estas características.

El veloz Crawford, líder de todos los tiempos en triples (309), se benefició de las dimensiones del Palacio de los Fanáticos de Cincinnati, que tenía 450 pies por el jardín derecho.

Bateador zurdo, si Crawford lograba localizar la pelota entre los dos jardineros, era casi al seguro la vuelta completa a las almohadas.

Por cierto, el gran Roberto Clemente es el único pelotero en la historia en disparar un jonrón dentro del terreno con bases llenas que sirvió para dejar al campo al equipo rival.

Fue el 25 de julio de 1956, cuando el Cometa de Carolina logró su hazaña en el antiguo Forbes Field de Pittsburgh.

Los Cachorros de Chicago ganaban 8-5 en el final del noveno episodio ante los Piratas, cuando con la casa llena, Clemente disparó ante Jim Brosnam un misil que pasó sobre la cabeza del jardinero Solly Drake y se metió en un ángulo que tenía el Forbes Field en el jardín central.

A toda máquina el puertorriqueño desoyó la orden del coach de detenerse en tercera y siguió para el plato, venciendo por milímetros el tiro de relevo del campocorto de los Cachorros, el gran Ernie Banks.