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Serie del Caribe 2019: ¿Colombia o Miami?

Más allá de la buena voluntad de la Confederación de Béisbol del Caribe por mantener un formalismo, no hay manera en que la Serie del 2019 se celebre en Venezuela.

Seamos realistas. La situación económica y sociopolítica de aquel país es complicada; Venezuela está inmersa quizás en una de las mayores crisis de su historia.

Es una fantasía pensar que semejante estado de cosas se arreglará de aquí a un año, por lo que es una necesidad imperiosa comenzar a pensar en una sede alternativa.

Ya México, que rescató la edición del 2018 prevista para Barquisimeto, dijo que no organizaría la Serie del Caribe por tercer año consecutivo.

En la rotación anunciada esta semana para las próximas ediciones le correspondería detrás de Venezuela a Puerto Rico (2020), pero la Isla del Encanto todavía está levantándose de la devastación causada por el huracán María y sería muy difícil que los boricuas puedan adelantar un año la organización del certamen.

¿Quién levanta la mano para salvar la Serie del 2019?

Cuba, que no fue incluida en la rotación, podría resultar una opción atractiva, pero hay demasiados asuntos legales por resolver que obstaculizan una inminente celebración del torneo en La Habana.

República Dominicana esperará su turno en el 2022, como lo hará México en el 2021.

Entonces, ¿cuáles son las opciones?

Desde hace años, Colombia viene pujando por entrar como miembro activo de la Confederación y su desarrollo de los últimos años avala esa aspiración.

El béisbol en el país cafetero ha crecido cualitativamente, como lo demuestra la cifra de peloteros que tienen en las Grandes Ligas y las Menores, así como el buen sabor de boca que dejó la selección nacional en el Clásico Mundial del 2017.

Colombia cuenta con el estadio Once de Noviembre, sede de los Tigres de Cartagena, con aforo para 12 mil fanáticos, así como los más modernos parques 18 de Junio y 20 de Enero, de los Leones de Montería y los Toros de Sincelejo, respectivamente, construidos en el 2003.

En el estadio de los Leones caben 11 mil aficionados, mil más que en el de los Toros, mientras que en marzo se inaugurará el estadio Edgar Rentería en Barranquilla, con 12 mil asientos.

Sería una oportunidad inmejorable para que Colombia levante la mano en rescate del evento, para de paso insertarse definitivamente en el torneo que tanto añora.

Panamá, en su condición de fundador de la Serie del Caribe, quiere regresar y cuenta con el estadio nacional Rod Carew, construido en 1999 con capacidad para 27 mil espectadores, aunque la calidad de su liga es inferior a la colombiana.

Nicaragua, que también ha pedido ingresar a la Pequeña Serie Mundial Latinoamericana, tiene el recién inaugurado estadio Dennis Martínez, el parque beisbolero más moderno de la región, con espacio para 30 mil fanáticos, pero al igual que Panamá, su torneo doméstico no alcanza el nivel del de Colombia.

Y está la variante de la multicultural Miami, vista por muchos como la capital de Latinoamérica y donde están dadas absolutamente todas las condiciones para acoger el evento en el modernísimo Marlins Park.

Ya la Capital del Sol organizó dos ediciones, en 1990 y 1991, que resultaron un fracaso.

Pero desde entonces hacia acá las circunstancias han cambiado totalmente y una nueva edición en Miami me atrevo a asegurar que sería una apuesta exitosa segura.

Cuando se disputaron los eventos en 1990 y 1991, se celebraron en el desaparecido estadio Orange Bowl, de football americano, y en el ruinoso parque Bobby Maduro, nada comparables con el Marlins Park

Además, entonces la gran mayoría de la población miamense estaba compuesta por cubanos, que no se identificaron con los equipos participantes de República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o México.

La composición demográfica de Miami ha cambiado mucho y aunque los cubanos siguen siendo mayoría, ya hay notables porcentajes de venezolanos, dominicanos, puertorriqueños, mexicanos, colombianos y nicaragüenses, concentrados en diferentes barrios y municipios del condado.

Si a eso le suman la presencia también de un representante de Cuba, es fácil pensar que la asistencia que se registraría en esos días sólo sería superada por la que se dio durante el Clásico Mundial.