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Los hijos tuercen el camino de sus padres

"Guillermo Tell no comprendió a su hijo
que un día se aburrió de la manzana en la cabeza
Y se asustó cuando dijo el pequeño
ahora le toca al padre la manzana en la cabeza".

Carlos Varela, trovador cubano

Los hijos de Víctor Mesa, el legendario jardinero central de aquella selección cubana que arrasaba en los años 80 y 90 en cuanto torneo amateur había en el mundo, son los más recientes peloteros en abandonar la isla para perseguir el sueño de jugar en Grandes Ligas.

Víctor Víctor Mesa y Víctor Mesa Jr. (caramba, que falta de originalidad e imaginación) salieron de Cuba la pasada semana y ya firmaron contratos de representación con la agencia Magnus Sports, del cantante Marc Anthony.

El viejo Víctor no quiere que a sus hijos les pase lo que a él y a otras glorias deportivas, que desperdiciaron su talento en vano, en nombre de una lealtad política absurda, que los manipuló como instrumento de propaganda.

Los Mesa siguen los pasos de otros hijos de ex peloteros talentosísimos que muy bien pudieron haber llegado a las Grandes Ligas, pero no tuvieron la visión o el valor de dar el salto y quedaron como rehenes de un sistema fallido.

Antes de ellos cayeron por estas tierras los hermanos Yuli Gurriel y Lourdes Gurriel Jr., hijos de Lourdes Gurriel, famoso por sus batazos en grandes momentos.

Aunque demoró demasiado su decisión, hoy Yuli es la primera base de los campeones Houston Astros y su hermano apenas acaba de empezar su carrera en Grandes Ligas con los Toronto Blue Jays.

Previamente estuvo en las Mayores, aunque sin mucho éxito, Henry Urrutia, con los Baltimore Orioles.

Su padre, Ermidelio, fue uno de los mejores bateadores de su generación en Cuba, a pesar de no tener el físico más adecuado, que hacía a muchos preguntarse cómo era capaz de conectar tan duro y tal lejos la pelota.

Y el jovencito Miguel Vargas, el hijo de Lázaro Vargas, antesalista de los icónicos Industriales por 22 temporadas, ya firmó un pacto de liga menor con Los Angeles Dodgers, tras abandonar la isla junto a su padre en el 2015.

Víctor Mesa, Lourdes Gurriel, Ermidelio Urrutia y Lázaro Vargas formaron parte de aquella potente escuadra cubana que ganó en 1992 la medalla de oro en Barcelona, cuando el béisbol entró por primera vez en el calendario oficial de los Juegos Olímpicos.

Sus hijos se dieron cuenta de que la gloria olímpica no da para comer y decidieron torcer el camino de sus padres para labrarse el suyo propio, como expresó el trovador Carlos Varela en aquella canción que se convirtió en un himno de la juventud cubana que pedía un cambio generacional que nunca llegó.

"Guillermo Tell, tu hijo creció, quiere tirar la flecha le toca a él probar su valor usando tu ballesta".