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Oakland protagoniza la historia del 2018

Más allá de la extraordinaria temporada de los Medias Rojas de Boston, que le apuntan al récord de 116 victorias de los Cachorros de Chicago (1906) y los Marineros de Seattle (2001), una de las mayores historias del 2018 en las Grandes Ligas la están protagonizando los Atléticos de Oakland.

Cuando les restan 42 juegos en el calendario, los Atléticos no sólo están ahora mismo en zona de clasificación con el segundo comodín de la Liga Americana, sino que se ubican en la división del Oeste a apenas un juego detrás de los campeones Astros de Houston, que atraviesan por horas bajas y han perdido cinco juegos seguidos, seis de sus últimos diez y llevan marcha de 9-12 desde la pausa del Juego de las Estrellas.

En el mismo lapso, Oakland suma cuatro triunfos al hilo, ocho en sus últimos diez partidos y juega para 17-6 en la segunda parte de la contienda, lo que le ha permitido reducir una desventaja que era de nueve juegos el 20 de julio, cuando se reanudaron las acciones después del clásico estelar de media temporada.

Entonces, los Atléticos marchaban terceros en el Oeste, también superados por cuatro juegos por los Marineros.

Pero los Marineros se han desplomado también y ahora le miran las espaldas a la novena californiana y ven cómo se le escapa cada día más la posibilidad de regresar a la postemporada desde el 2001, precisamente el año en que igualaron la marca de triunfos de los Cachorros de 1906.

Moneyball

Para dar el empujón final que los lleve a los playoffs por primera vez, la gerencia ha cambiado su habitual estrategia del Moneyball, edulcorada hasta la exaltación en la película de igual nombre protagonizada por Brad Pitt en el 2011.

Con un equipo económicamente pobre, su director ejecutivo Billy Beane aplicó una estrategia para, según sus palabras, desarrollar "el arte de ganar un juego injusto", en alusión a las diferencias con franquicias ricas como las de Boston o los Yankees de Nueva York.

En síntesis se trataba de desarrollar talentos procedentes de las granjas y venderlos para adquirir más piezas jóvenes, las que se combinan con veteranos baratos y en declive para remendar huecos dentro de la plantilla.

Hasta ahora, el Moneyball le dio a Beane para llegar ocho veces en lo que va del siglo XXI a la postemporada -nada mal- aunque sin llegar muy profundo en el camino hacia la Serie Mundial.

Seis veces perdieron los Atléticos en series divisionales y la última vez que pasaron por los playoffs fue efímera, al caer en el juego de comodines del 2014 ante los Reales de Kansas City.

La vez que más lejos llegaron fue en el 2006, barridos en cuatro partidos por los Tigres de Detroit en la serie de campeonato de la Liga Americana.

Entre el 2015 y 2017, Oakland tuvo siempre récord negativo y el 2018 lo arrancaron sin muchas pretensiones, una vez más bajo la batuta de Bob Melvin.

En ese lapso, Beane resistió las tentaciones de soltar a Khris Davis, quien se encamina a su tercera campaña con más de 40 cuadrangulares y un centenar de impulsadas, a pesar de ser codiciado por muchos equipos en el mercado.

Puso parches en la receptoría con Jonathan Lucroy, en la intermedia con Jed Lawrie y en los jardines con Matt Joyce y Stephen Piscotty.

Figuras en ascenso, como el antesalista Matt Chapman y el primera base Matt Olson, con un año más de madurez, empiezan a escalar en su rendimiento, mientras que un joven serpentinero, Sean Manaea, encabeza un cuerpo de pitcheo que tiene de todo, desde el veteranísimo correcaminos Edwin Jackson, en su decimotercer equipo de su carrera, hasta hombres ya entrados en los 30 que recién ahora han explotado a su máximo potencial, como el cerrador Blake Treinen, una verdadera revelación con sus 32 rescates y efectividad de 0.89.

La ofensiva de los Atléticos es la sexta mejor en el joven circuito en lo que a producción de carreras se refiere (571), la quinta en jonrones (162) e imparables (1,031) y la tercera en extrabases (414).

Su pitcheo en sexto en efectividad (3.83), cuarto en blanqueadas (10), tercero en salvamentos (37) y el que menos oportunidades de rescate ha desperdiciado (apenas 11 en 48).

A diferencia de otros años, la gerencia entendió que el buen trabajo de la base del equipo hay que premiarla con refuerzos que vengan en ayuda para el salto final y esta vez Oakland fue comprador en el mercado de cambios, dejando a un lado su habitual papel de vendedor.

Manden ayuda, que estamos ganando

Para ganar hay que gastar dinero, hay que invertir aunque sea un poco de lo que se tiene.

Al menos por ahora, aunque sea en calidad de préstamo por los dos últimos meses de la temporada, los Atléticos aumentarán su nóminal salarial.

El derecho Mike Fiers vino desde los Detroit Tigers a reforzar la rotación abridora, mientras que el de por sí ya poderoso bullpen se blindó aún más con la llega de los dominicanos Jeurys Familia, de los Mets de Nueva York, y Fernando Rodney, de los Mellizos de Minnesota, así como el controversial Shawn Kelley de los Nacionales de Washington.

Pitcheo, pitcheo y más pitcheo. A fin de cuentas, son más lo brazos que los bates los que deciden en las instancias de postemporada.

Las preguntas que saltan a la vista son si les alcanzará a los Atléticos para ir más lejos esta vez y cuánto tiempo podrá retener Beane a sus figuras ascendentes como Davis, Olson, Treinen y Chapman antes de soltarlas en el mercado.

Por ahora, disfrutemos de la historia que está escribiendo este equipo en su intento por desarrollar el arte de ganar un juego injusto.