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Boston y Baltimore, lo sublime y lo ridículo

Ahora mismo, la distancia entre Boston y Baltimore no es 360 millas.

La separación entre ambas es de 61 juegos: esa fue la escandalosa diferencia entre los Medias Rojas de Boston y los Orioles de Baltimore , de la cima al sótano del Este de la Liga Americana.

Escandalosa, sí, esa es la palabra. Para que se tenga una idea, ese margen es casi el doble de cualquier otro entre el campeón y el último lugar de las otras cinco divisiones.

Por ejemplo, los Indios de Cleveland , líderes de la división central del joven circuito, le sacaron 33 juegos a los Reales de Kansas City, mientras que los Astros de Houston , en el Oeste, aventajaron a los Vigilantes de Texas por 36.

En la Nacional, los Marlins de Miami quedaron a 26.5 unidades de los campeones Bravos de Atlanta en el Este, los Rojos de Cincinnati a 28.5 de los Cerveceros de Milwaukee en el centro y los Padres de San Diego a 25.5 de Dodgers de Los Angeles .

Esa diferencia de 61 partidos es la sexta mayor en la historia moderna, sólo superada por los Boston Doves en 1909 (65.5), los St. Louis Browns en 1939 (64.5), los Medias Rojas en 1932 (64), los Filis de Filadelfia en 1942 (62.5) y los Boston Braves en 1935 (61.5).

Los Boston Doves luego cambiaron de nombre a Boston Rutlers, de ahí a Boston Braves y hoy son los Bravos de Atlanta, mientras que los St. Louis Browns se mudaron de ciudad en 1954 y son... ¡sorpresa! los actuales Orioles.

Lo peor en el caso de esta versión de Baltimore es que no se trató de un proyecto en reconstrucción, como pueden ser los Marlins o los Reales.

Los Orioles tenían, en el papel, todas las herramientas para competir en su división, con todo y la presencia de los siempre poderosos Medias Rojas y Yankees de Nueva York.

Recordemos que Baltimore contaba en sus filas con el estelar dominicano Manny Machado como su gran figura, que fue canjeado a los Dodgers a mitad de temporada cuando se sabía que el equipo ya no iría a ningún lado.

Pero si los Orioles, en julio, hubieran estado en la pelea, habría sido imposible que la gerencia se deshiciera de Machado, con todo y a sabiendas de que lo perderían en la agencia libre al final de la campaña.

Tenían también al segunda base Jonathan Schoop, enviado luego a los Cerveceros, así como a los veteranos Adam Jones, Chris Davis y Mark Trumbo, para conformar una alineación competitiva, junto a Trey Mancini.

Además, en el invierno contrataron en la agencia libre a los derechos Alex Cobb y Andrew Cashner con el objetivo de reforzar la rotación abridora, al tiempo que esperaban por la recuperación de su cerrador estrella, Zach Britton, canjeado después a los Yankees.

Equipo para dar batalla tenían, aunque luego sobre el terreno las cosas no salieron como se esperaba y Cobb y Cashner fueron un verdadero desastre, combinándose para récord de 9-30 en 56 aperturas y efectividad de 5.10.

El pitcheo fue menos que mediocre, con una efectividad colectiva de 5.18, la peor de todas las Grandes Ligas, mientras que la ofensiva fue la última en la Americana, con 622 carreras producidas, a 3.8 por juego como promedio.

¿Resultado? 115 derrotas, la mayor cantidad en la historia de la franquicia.

Y si a eso se une que Boston tuvo la mejor campaña de su existencia, con 108 victorias, ahí está el enorme abismo entre ambos equipos.

Por cierto, luego de que los Medias Rojas superaran la marca de 105 triunfos de 1912, el año en que se inauguró el Fenway Park, ahora tienen sobre sí la mayor presión entre los diez equipos que clasificaron a la postemporada.

Con el mejor récord de todas las Grandes Ligas, al punto que en algún momento se proyectaban hasta para quebrar la cifra tope de 116 éxitos de los Cachorros de Chicago de 1906, a Boston sólo les quedaría ganar la Serie Mundial.

Cualquier otro resultado sería un fracaso, como el de los Golden State Warriors, en la NBA, cuando hace dos años terminaron con 73-9 y rompieron el récord de 72-10 de los Chicago Bulls de Michael Jordan de la temporada 1995-1996.

Perdieron la final ante los Cleveland Cavaliers de Lebron James y hoy nadie se acuerda de ese récord.