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Designado universal: pros y contras

Shohei Ohtani, es bateador designado de los Los Angeles Angels Photo by John Cordes/Icon Sportswire via Getty Images

Entre los cambios que quiere introducir el comisionado de Grandes Ligas Rob Manfred, está la del bateador designado universal.

O sea, que se aplique tanto en la Liga Americana, vigente desde 1973, como en la Nacional, donde actualmente batean los lanzadores.

El sindicato de peloteros está presionando a favor del BD universal y tarde o temprano la idea terminará imponiéndose, aunque ello obligará a modificar la regla número 1.01, que reza: "El béisbol es un juego entre dos equipos con nueve jugadores cada uno".

Al adoptarse el bateador designado en la Nacional, la regla 1.01 tendría que decir que el béisbol es un juego entre dos equipos con diez jugadores.

Y es que de hecho, así ya es en todo el mundo, con excepción del viejo circuito y sus sucursales de Ligas Menores.

Tanto en competencias internacionales, como en torneos colegiales y el resto de las ligas del planeta, el pitcher ya dejó de batear hace mucho tiempo.

Si la Nacional se alinea con el resto del mundo en lo que al DH se refiere, ello le abriría muchos puestos de trabajo a peloteros veteranos que ahora mismo están limitados al joven circuito.

Sin embargo, la Liga Nacional es el último bastión del béisbol en su más pura expresión, sobre todo, en lo que a táctica y estrategia se refiere.

No hay dudas de que el hecho de tener al pitcher en función de bateador obliga a los managers a mover sus piezas con la maestría de un ajedrecista, poner o quitar cada hombre en el momento indicado, en función de buscar más ofensiva en los episodios finales del partido.

En otras palabras, jugar la pelota como se hace en el viejo circuito lleva a los directores a pensar más, algo que está cayendo en desuso en estos tiempos.

Conocemos de casos en que a un director le presentaban tres opciones de alineación, dictadas desde la oficina por cerebritos sabermétricos, desconocedores de la esencia del juego.

Entonces, el poder de decisión del manager se limitaba a escoger cuál de los tres lineups pondría esa noche.

Si así está moviéndose el mundo del béisbol en estos tiempos y encima de eso le vamos a limitar aún más el uso de las neuronas a los dirigentes, el juego está en serios problemas.

Es cierto que los lanzadores en la alineación son prácticamente un out vestido de pelotero y que ya incluso siquiera saben tocar la pelota, una de las funciones que más realizan con el madero en la mano.

Pero usar esa deficiencia como un argumento a favor de eliminar sus turnos e implantar el designado universal es botar el sofá, como el hombre aquel que llegó a su casa y encontró a su esposa con el vecino en el susodicho mueble, el cual echó a la calle culpándolo de la infidelidad de su mujer.

Si los pitchers no saben tocar es responsabilidad de los entrenadores, que deben trabajar para sacarle provecho a las pocas habilidades ofensivas de la mayoría de los serpentineros.
Estoy convencido de que más temprano que tarde terminará por imponerse el DH universal, pero mientras eso llega, disfrutemos del último vestigio de béisbol puro, siempre y cuando los encargados de ello tengan la disposición de hacer su trabajo como debe ser.