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Boras se suma a la ola de las extensiones

El agente de peloteros Scott Boras echó más leña al fuego del conflicto entre MLB y la Asociación de Peloteros. Photo by Mitchell Leff/Getty Images

Scott Boras ha dado finalmente su brazo a torcer. El poderoso agente de peloteros aceptó que uno de sus clientes firmara una extensión contractual en lugar de llegar a la agencia libre, algo que se ha puesto de moda en las últimas semanas.

El arubeño Xander Bogaerts, campocorto de los Boston Red Sox, acaba de pactar para seguir con el equipo por los próximos siete años, a un nada despreciable precio de 132 millones de dólares.

La extensión incluye los 12 millones que Bogaerts ganará este año y 120 más para las temporadas entre el 2020 y 2025.

El caribeño es el primer cliente de Boras que se suma a esta danza de millones, vía extensión, que antes vio desbordar las cuentas bancarias, entre otros, de Mike Trout, Nolan Arenado, Chris Sale, Alex Bregman, Justin Verlander, Blake Snell y hasta del mismo Eloy Jimenez antes de que viera su primer pitcheo en Grandes Ligas.

El acuerdo significa un cambio de actitud de su agente, cuyos clientes, bajo su consejo, rechazaban extensiones con la promesa de que Boras les conseguiría la mayor cantidad de dinero posible en el mercado libre.

Pero no siempre las cosas le salieron bien al representante de peloteros más conocido que hay.

El cubano José Fernández y el dominicano Marcell Ozuna rechazaron sendas ofertas de entre 40 y 50 millones, que sólo retrasarían un año su llegada a la agencia libre.

Fernández falleció en un lamentable accidente en septiembre del 2016 y Ozuna, ahora con los St. Louis Cardinals, ha visto bajar sus números y de seguir así, difícilmente consiga un mejor contrato cuando pruebe el mercado con 29 años el próximo invierno.

El caso de Bogaerts es distinto. En primer lugar, la cifra de dinero es exorbitante y apropiada para un pelotero del calibre del arubeño.

A menos que se llame Mookie Betts, el próximo candidato a una extensión de infarto, más de 100 millones no lo rechazaría nadie en su sano juicio.

Además, le garantiza trabajo hasta los 33 años, edad que en otros tiempos le habría permitido firmar un buen contrato, pero que ahora, con los vientos que soplan, hacen incierto el futuro para los jugadores veteranos.

Ahí está Dallas Keuchel, también cliente de Boras, viendo los juegos de principio de temporada por televisión desde su casa, a sus 31 años de edad y a pesar de ser uno de los mejores serpentineros zurdos en las últimas siete temporadas, con un premio Cy Young incluido.

Las cosas están cambiando en el béisbol, para bien o para mal, en dependencia del punto de vista en que se mire.

Y Boras ha aprendido que no siempre las cosas salen como él quiere y que muchas veces vale más pájaro en mano que cien volando.