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Carlos Beltrán: ¿Adiós a Cooperstown?

El puertorriqueño Carlos Beltrán tuvo una gran carrera de 20 años en Grandes Ligas, que arrancó con el premio de Novato del Año de la Liga Americana en 1999 con los Kansas City Royals, incluyó nueve visitas a Juegos de Estrellas y terminó con el triunfo en la Serie Mundial del 2017 con los Houston Astros.

A lo largo de 20 campañas, dejó una línea ofensiva de .279 de average, promedio de embasamiento de .350 y slugging de .486, con un OPS de .837.

Disparó 2,725 hits, de ellos 565 dobles, 78 triples y 435 jonrones, con 1,587 carreras impulsadas y 1,582 anotadas, 312 bases robadas y 1,084 boletos.

Números sólidos, que sin llegar a ser extraterrestres, bastaban para armar un caso a su favor para una eventual exaltación al Salón de la Fama de Cooperstown.

Pero donde Beltrán se convertía en un ser de otra galaxia era en las postemporadas, a las que asistió en siete ocasiones distintas, hasta totalizar 15 series en las diferentes instancias de playoffs.

Tuvo 215 turnos en los que pegó 66 cohetes, para average de .307, con 16 bambinazos y 42 impulsadas, con un slugging de .609, OBP de .412 y OPS de 1.021.

Sus estadísticas son similares y en algunos aspectos superiores a las de Andre Dawson, Ron Santo, Barry Larkin y Harold Baines, quienes tienen sus placas ya debídamente atornilladas en el Salón de la Fama.

Tal vez no hubiera sido de esos que a la primera entran a Cooperstown en alfombra roja con bombos y platillos, pero no todos los que hoy están en el Templo de los Inmortales lo hicieron el año en que debutaron en las boletas. Eso es lo de menos.

Pero al menos por ahora, esos sueños se desmoronaron.

Beltrán, al que a su llegada en el 2017 al campo de entrenamientos primaverales de los Astros para su vigésima y última campaña, los jugadores más jóvenes lo trataban de Usted en señal de respeto, enlodó su legado por su papel en el entramado de robo de señales en la postemporada de ese año.

Seleccionado como mánager de los New York Mets para el 2020, no pudo siquiera dirigir su primer juego y aunque los reportes iniciales dijeron que renunció, todo indica que el equipo lo despidió para evitar los problemas de relaciones públicas y distracciones que hubiera implicado tenerlo en el puente de mando.

El escándalo del 'Señas-Gate' le cierra en las narices las puertas del Salón de la Fama, para el cual será elegible por primera vez en el 2022.

En dependencia de qué porcentaje consiga en esa ocasión, tendrá hasta diez años más y quién sabe si en el 2032, los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) habrán olvidado lo sucedido en el 2017 y deciden perdonarle la trampa.

Ahora mismo, las esperanzas del boricua podrían estar centradas en lo que pase con Barry Bonds y Roger Clemens, quienes parece que finalmente conseguirán el 75 por ciento necesario de los votos de la BBWAA para ser inmortalizados.

Si se les abren las puertas a dos de las caras más emblemáticas de la era de los esteroides, siempre existe una posibilidad para Beltrán.

A fin de cuentas, como dice el refrán, la esperanza es lo último que se pierde.