<
>

Autoridad 'balín' en impunidad de Campestrini y Alustiza

LOS ÁNGELES -- Absoluta desfachatez. Así, Cristian Campestrini relata sus andanzas, sus travesuras, sus barrabasadas, de desahogo juvenil, con el descaro de un adolescente... a sus cercanos 37 años.

El portero ¿todavía? del Puebla, relató a la empresa TyC en Argentina, sus trastadas en complicidad con Matías Alustiza, 'El Chavo' de casi 33 años, según la versión de Campestrini.

Ambos, Alustiza y el portero, se divertían agrediendo e hiriendo a la gente en Puebla. "Sólo -les disparábamos-- a los hombres, y tirándoles a las patas", explica jocosa, festiva y con desvergüenza Campestrini. En su aparición en el programa, ni un rasgo de arrepentimiento o contrición, porque incluso festeja la intensidad del impacto y el dolor que causa disparar con esos balines, municiones o perdigones.

En su alocución, asegura que llegaban a llorar, él y Alustiza, del júbilo desbordado que les dejaba lastimar a alguien. "Nos salían lágrimas", explica mientras sus interlocutores se carcajeaban con él.

Relata Campestrini cuando él y Alustiza fueron detenidos, y el miedo que tuvo porque "allá vuela bala", al referirse a la inseguridad en Puebla.

Confiesa que el mismo Alustiza llamó desde la escena al gobernador Rafael Moreno Valle -"porque son muy amigos"-- para pedirle que los sacara de apuros, cuando los patrulleros los detuvieron al detectar que portaban y disparaban con ese armamento.

Y cierto, las canonjías, las influencias, el típico compadrazgo mexicano, ayudaron a que los divertidos chavalones se libraran rápidamente de cualquier proceso. Eso define al gobernante también: prioridad a sus amigazos, por encima de salvaguardar la seguridad de la gente que lo eligió.

Después, ha salido Campestrini a hablar de malentendidos, y a tratar de dar explicaciones que terminan haciendo más grave sus actos.

Y claro, solidario, valiente, masculinamente serio, Alustiza se deslindó de las aseveraciones de su amigo, y lo abandonó al naufragio de sus palabras, para tratar de salvar su pellejo. Lo deja colgado de la brocha y se lleva la escalera.

Más allá de la manifestación extrema de cinismo de Campestrini, y de la dudosa entereza y moral de Alustiza, al traicionar a su paisano, queda claro, de manera preocupante, que no va a pasar absolutamente nada.

Ni las autoridades de Puebla, ni la directiva del Puebla, harán nada. Recordemos que el equipo pertenece a los López Chargoy, y eso, explica todo.

¿La FMF? ¿Decio de María? Por favor, seguramente serán cómplices festivos de las puntadas de ambos jugadores. Y esa falta de reacción federativa, termina por alentar a que otros más lo hagan.

Y por supuesto, Alustiza ahora en el Atlas, seguramente no será apercibido siquiera por el equipo rojinegro, que pertenece a TV Azteca. Va a ser interesante si lleva a cabo esa práctica ahora en la ciudad de Guadalajara.

Campestrini ha asegurado, en un video personal, que ya fueron castigados, multados por esos hechos y asegura que están muy arrepentidos, y a manera de disculpa explica que "hace ya un año y medio que ocurrió aquello".

Ahora que por boca de Campestrini se conocen los hechos carnavalescamente divertidos, para él y Alustiza, es deseable que no ocurran represalias desde la tribuna. Sería muy lamentable, muy penoso, que de repente desde la tribuna empezaran a lanzarles balines, municiones o perdigones a cualquiera de los dos. Decía Gandhi que "ojo por ojo y todos terminaremos tuertos".

Sería deplorable y censurable que ante la pusilanimidad, la inacción predecibles de FMF, Puebla, Atlas, Decio de María, y el gobierno de Puebla, la afición decidiera bromear con los jugadores como ellos bromeaban.

En México se le dice que es "balín", lo inútil o de pobre calidad. Y sí, así será la reacción dela autoridad balín a las agresiones confesas con balines de Campestrini, y en las que inmiscuye -pasatiempo de chavos- a Alustiza.

El periodista estadounidense Henry-Louis Mencken explicaba que "un cínico es un hombre que, cuando huele flores, busca un ataúd alrededor".