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La triple desgracia de Almeyda con Chivas

LOS ÁNGELES -- Tres veces, con el triple de tolerancia de su directiva, Matías Almeyda ha lamentado dirigir a un equipo solo con mexicanos. La más reciente al declarar, claro, en Argentina, que dirigir a Chivas "te hace pensar el triple".

Es decir, acongojado, abrumado, por la, aparentemente, falta de entendederas de sus futbolistas, pero ahí sigue, a pesar de esa dislexia futbolística galopante de sus pizpiretos alumnos.

Afligido porque las neuronas negligentes de sus jugadores obligan a sus neuronas diligentes a esforzarse tres veces más que con futbolistas argentinos, Almeyda lamenta que se le agote el ácido fólico y se le sequen las meninges.

Este discurso, curiosa, lamentable, temerosa y temerariamente se atreve a exponerlo en Argentina, mientras que en México deja legados magníficos como "nos orina un dinosaurio, pero de esos, de los antiguos", hasta pedir que se repita aquel juego contra Atlas por dudas arbitrales.

En abono a sus lamentaciones en Argentina, en ese tono abnegado, lastimoso y lastimero de "cómo-sufro-en-México-y-tan-bueno-y-piadoso-que-soy" que usa Almeyda, podemos rescatar la aseveración de Ricardo LaVolpe al aseverar, en uno de sus escasos momentos de lucidez, que el "futbolista mexicano es un analfabeto táctico" porque no se le enseña a ver y entender el futbol desde niño, y apenas, a intentar jugarlo.

El razonamiento de LaVolpe es válido. A veces a algunos jugadores profesionales mexicanos les aterra ver, como parte de su trabajo, partidos de futbol, aunque sean, por ejemplo de su rival inmediato.

Y en su formación y desarrollo de fuerzas básicas, por falta de recursos y de capacitación de los adiestradores, se les orienta poco sobre detalles del juego y de su posición misma dentro de la cancha.

Eso, sin embargo, no significa que como plañidera de lujo, Almeyda, en lugar de aportar soluciones, se convierta en la Magdalena de sus propias desgracias. "Lloro porque nadie llora por mí", mientras enjuga sus lágrimas con pañuelos Louis Vuitton cortesía de Chivas.

1.- Tiene, pues, Almeyda, que pensar el triple por dirigir mexicanos. Bendito desafío el suyo, porque entonces, cuando se vaya de Chivas, será tres veces mejor.

2.- Triple queja por dirigir sólo a jugadores mexicanos, pero cobra en dólares y ahí no hay el triple de quejas.

3.- Seguramente ha olvidado Almeyda que por ese triple esfuerzo de tratar de razonar con mexicanos, cobra tres veces más de lo que pagan en promedio, a los buenos técnicos, en Argentina.

4.- Y cuando le triplicaron la duración de su contrato con el Guadalajara, seguramente Almeyda no se puso a lagrimar por tener que triplicar sus esfuerzos didácticos con sus jugadores.

5.- En apego a las cifras, el Guadalajara ha invertido para este reciente torneo, el triple en contratar refuerzos, respecto a técnico anteriores, entre los más de 30 millones de dólares por Gallito Vázquez, Avión Calderón y Alan Pulido.

En el afán de no satanizar a Almeyda por no cuidar su larga lengua como si lo hace con su larga melena, subrayemos que en la gestación del futbolista mexicano hay una enciclopedia de errores de formación. No se les educa, se les maquila.

E incluso, ya como confesos y bien pagados profesionales, eligen el aburguesamiento y el relajo, antes que la lealtad normativa y formativa de su oficio.

1.- Por ejemplo, en varios procesos de Selección Nacional pude ver cómo los entrenadores en turno dejaban a los jugadores en un auditorio o en un vestidor, observando un video editado del rival en turno, y en cuanto el cuerpo técnico salía, ellos vaciaban el salón. Ya se enterarían en la posterior charla técnica, de lo que había que enterarse.

2.- Y una anécdota precisamente en Chivas. Mientras jugadores del Guadalajara le pedían que se modificara el estilo del uniforme, por unos pantaloncillos para pegados a su anatomía, Carlos Miloc, iracundo, empezó a interrogarlos sobre su rival inmediato y el jugador adversario de manera directa en la cancha. La mayoría reprobó en algo tan simple. Consecuencia: tres horas de entrenamiento bajo sol, al mediodía.

Puede ser que Almeyda haya encontrado situaciones similares o peores en estas Chivas que dirige, pero, primero, como líder de este grupo, como cabeza tres veces más pensante, y tres veces más responsable, está obligado a ser tres veces más respetuoso de jugadores a los que espera tenerles tres veces más paciencia y esperar tres veces más de lealtad a sus indicaciones.

Y también, si reiteradamente ha hablado de defender "los privilegios de confidencialidad del vestuario", "los códigos del vestidor", salta súbitamente a tratar de disléxicos a los jugadores que le han permitido un contrato tres veces más prolongado y tres veces más generoso con el Rebaño.

Y, al final, Almeyda deberá entender que en México prefieren el triple de jugadores que necesite del triple de voluntarioso y masoquista esfuerzo para educarlos, que un espécimen más, de tipo casi delincuencial, como los divertidísimos Campestrini y Alustiza disparando
balines a gente inocente en Puebla, con la complicidad y solidaridad de las autoridades como el gobernador Rafael Moreno Valle.

Con semejante discurso, es deseable que Matías Almeyda no pida que se levante un muro en torno a la ideología mexicanista de Chivas, esa que tanto defienden los genuinos aficionados del Guadalajara.