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¿Quién se tragará el humo en #ClásicoDeLosVendeHumo?

LOS ÁNGELES -- Dicho está que #ClásicoJoven es una profanación idiomática y a la lógica. Dejémoslo en rivalidad reumática.

Como sea, este sábado en el Estadio Azteca, América y Cruz Azul llegan encanecidos y vapuleados. Uno, con el estigma de un bilioso indeCentenario, y el otro, en la ruta bochornosa a los 20 años sin una Liga.

Deberían salir ambos, los desheredados de El Nido y de La Noria, con una capucha, o para ocultar la vergüenza o para disimular el cinismo.

Pero, regocíjese Usted. El agarrón, este nunca #ClásicoJoven, sí rivalidad reumática, se ha intoxicado de nutrientes explosivos. Dos técnicos de mecha corta, como tan corta de gloria la carrera de ambos.

Uno, Ricardo LaVolpe, llamó al otro "vende humo", y el otro, Paco Jémez, retó al uno a ir a lo oscurito y de hombre a hombre. Después, ambos, recularon, se culipandearon. Pagaron peaje en la autopista de la hipocresía.

Lo cierto es que las urgencias deportivas, competitivas y futbolísticas de ambos, de los mal llamados "indecentenarios" y "cementerios", americanistas y cruzazulinos, los arrojan a ambos equipos al foso y a la fosa. Matar o morir. Y matar y morir.

En este momento, pese incluso a la irregularidad desconcertante de ambos equipos, que tristean entre pucheros en la zona baja de la tabla, candidatos ambos a terminar de sotaneros en la Jornada 8, pese a ello, parecería que mientras Cruz Azul insinúa ponerse de pie, América se acomoda en la lona.

Tras la humillación del Clásico, que tuvo un epitafio pobretón de 1-0, cuando Chivas habría podido golear, el América carga con ausencias y una confusión de sus jugadores en la cancha.

Ocurre que LaVolpe, en un mismo partido, modifica posición y funciones a algunos jugadores, y los trastorna mental y emocionalmente. Claro, no se necesita ser Einstein para descifrar los requerimientos del técnico, pero más de un jugador, sufre para adivinar de que color era el caballo blanco de Napoleón.

LaVolpe, con tantas improvisación, les tira un Sudoku, cuando apenas algunos descifran, futbolísticamente, la tabla de multiplicar del uno.

Con Jémez, sus ecuaciones están un poco más avanzadas. Más allá de que defensivamente su equipo juega más descubierto que alguna señorita en Instagram con similar gentilicio, ofensivamente el equipo tiene respuesta, presencia, idea y llegada.

Mientras la credibilidad y fe en la verborrea voluble de LaVolpe va en descenso, la persistencia de Jémez crece, quede claro, sin poder aún definir si se encuentra muy cerca o muy lejos de su techo. Mejora, sin duda, pero puede estar llegando o no, a su máxima capacidad.

Así, entre un técnico que tiene un título de Liga en casi 35 años de ser más entretenido que un cómico de carpa, y otro a quien se le pondera el encanto de su pretensión táctica, pero la repugnancia en la cosecha de fracasos, los dos están urgidos de una victoria.

El empate podría amortizar la angustia de ambos, pero en realidad, lo único que confirmaría es que en el #ClásicoDeLosCulipandeados, los dos merecen estar en la zona mezquina de la tabla.

Tendrá ventaja, quien sea capaz de incitar mejor a sus jugadores. LaVolpe debió escuchar hace una semana cuando Goltz y Oribe dijeron que "la cabeza del técnico peligra si perdemos el Clásico (con Chivas)", y debió preguntarse si con esos apóstoles requiere de más Judas.

Ahora, el hecho de que el grupo cementero saliera en procesión a orar por el alma de su entrenador, tras la derrota ante el Atlas, deja, por antecedentes, dos opciones. Pudo ser un acto oportunista de los jugadores para lavarse las manos, o pudo, realmente, ser genuino. Este sábado, podrán quedar como farsantes o como legítimos solidarios.

Disfrute pues el escenario, el juego, y. posiblemente, el posterior espectáculo en este #ClásicoDeLosDecapitados.