<
>

Finalmente, Chivas se cura de sus males en la cancha

LOS ÁNGELES -- El Profe le puso la Cruz al Atlas. Y Chivas es semifinalista. Matías Almeyda, por fin, es semifinalista. 1-1, y el reglamento extermina la pujanza rojinegra y ampara la ilusión rojiblanca.

El Pelado cumple la promesa: juega distinto en la Liguilla. Lo condicionan, además, las lesiones, pero encuentra una solidaridad granítica entre sus jugadores. En su equipo sobrevive el grupo, que, incluso, ha sido capaz de absorber y de moldear el aparente conflicto que implicaba Alan Pulido en su llegada.

Con la ventaja anémica en el marcador, José Guadalupe Cruz abusó de la temeridad y fue víctima de ella. Sentar a Matías Alustiza fue el primer tranquilizante para el Guadalajara. De hecho, obligó a Almeyda a modificar su organigrama: había una amenaza menos.

Sin embargo la decisión de El Profe no pareció tan descabellada en el primer tiempo. Hasta que al minuto 46, un error de marcación validó el empate de Chivas y la eliminación de Atlas.

Sin embargo, el reacomodo de Chivas en esa primera mitad fue contraproducente. Puso a flotar a La Chofis en tierra de nadie. Incluso, en una decisión absurda, del jugador o del DT, aparecía en notable desventaja, como centro delantero, y a él, la rumba, sólo se le da en espacios abiertos.

O, incluso, por esa inercia de que salió con el GPS hackeado, La Chofis apareció dos veces detrás del Chapito, en un evidente descontrol del jugador. Insisto: él no puede dilucidar en la cancha conforme a las necesidades del equipo, él necesita tener el balón y embestir.

Juramentada en el vestuario una devoción extrema, una lucha constante y concentrada, Atlas inquietó a Chivas en el primer tiempo, porque le arrebató la media cancha, y porque sabía que en los tres cuartos del terreno había condiciones de ganar en rotación de puestos.

Inexperiencia, sentenció al Atlas. Inexperiencia ofensiva, sobre todo para elegir la jugada final, en ataques enceguecidos, sin buscar nunca las opciones que se le generaban. Toda esa dinámica, muy cierto, no entra ni en las hormonas ni en las neuronas de Alustiza. Por eso Cruz eligió nervio contra nervio.

La diferencia ocurre en un tiro de esquina. Y Clifford sigue en el limbo en esas jugadas. El recentro toma a Orbelín Pineda de espaldas al arco, y tuerce el pescuezo como acto reflejo, más que por un artificio del goleador, para vencer a Fraga. 1-0 en la agonía del primer tiempo.

El complementó retocó el juego. Apareció Alustiza pero la trinchera había sido levantada por Chivas. Ya con Michael Pérez sustituyendo a la extraviada Chofis, Atlas empezó a jugara la ruleta rusa.

El Guadalajara sabía que ese 1-1 era su princesa en el castillo. Un gol del Atlas obligaría a que el Rebaño se saliera de su pichicato estándar de goles en la temporada.

Almeyda había hecho la tarea entre semana. Si Atlas abusó de consumir tiempo en la primera mitad, en la segunda Chivas sacó un repertorio de cancherismo desconocido prácticamente por el equipo. El reloj estaba en la muñeca del árbitro, pero los minutos estaban en el buche del Rebaño.

Incluso, en esa desesperación, ya desordenada, ya angustiada, ya histérica del Atlas, Carlos Fierro le saca escalofríos al larguero, mientras una encogida chilena de Pizarro se encariña con la base del poste.

Para esa ruta agreste a la pretensión del título, Almeyda encuentra bálsamo: Pizarro ratificó que está listo, mientras que Zaldívar ya estaría listo.

¿Atlas? La madurez que le urge solo la adquiere con estos sopapos. El problema es que ya son 66 años de ellos.