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De 'viudas' de Moy a concubinas de Marchesín

LOS ÁNGELES -- El 2 de diciembre de 2016, se alborotó el gallinero. Agustín Marchesín llegaría al Nido como regalo de Navidad. "Sacrilegio e ingratitud de la descastada directiva", gimoteaba el americanismo.

Pero hoy, las entonces histéricas "viudas" de Moisés Muñoz ejercitan, amnésicamente, el proverbio mexicano: "el muerto al pozo y el vivo al gozo". Ora Pro Nobis.

Cierto: el América se equivocó. Porque Moisés Muñoz aún tenía contrato y aún sabiendo que era innoblemente echado, aún así, como gran profesional, jugó una Liguilla excelsa hasta terminar subcampeones.

Sí, el América se equivocó en las formas, al maltratar indecorosamente a su portero, y la afición águila dio cátedra arrabalera en las redes sociales con su repertorio de insultos contra Marchesín. ¿Cómo se atrevían a mancillar a su ídolo Moy?

Hoy, aquellas "viudas" de Moy, volubles y advenedizas, lo arrinconaron en el cuarto de los trebejos, esa penumbrosa antesala del olvido, y se ostentan con el típico y acomodaticio de "siempre creí en Marchesín". A Rey muerto, Rey puesto.

Sí, especialmente después de una jornada de perros para el América, ante los perros sagrados de los Aztecas. 1-1, el veredicto. Pero, sin Marchesín, marcha el América.

Sí, las "viudas" de Moy, hoy pernoctan, lunamieleras, en el tálamo de Marchesín, especialmente después de una jornada en la que ataja un penalti, mal marcado y peor cobrado por Bou, y ataja otro póker de fusilamientos de los alfiles de Tijuana.

Marchesín recapituló la diferencia para un América bendecido, pero también crucificado por Luis Enrique Santander. El árbitro con apellido de banco y oficio de asaltante, le obsequia un gol en claro fuera de lugar de Oribe Peralta. La glorificación de la imbecilidad.

Después, de ladrón, el asaltabancos quiere pasar a benefactor, a Robin Hood de sus metidas de pata. Y Santander le regala a Xolos ese penalti que Bou-baliconamente desperdicia el argentino.

Después, imbuido por ese complejo de Chiquidrácula Rodríguez, Santander se vuelve más papista que el Papa, y le entrega una segunda amarilla forzada a Samudio ('58), misma que después -dicen que el truhán regresa a la escena del delito---, compensa botando al mustio de Musto.

Así, el encuentro que comenzó con dos fieras con bozal, creció en intensidad, a pesar de las estulticias arbitrales, y el ardor se reflejó en ambas porterías, hasta se enredó en un connato de bronca, con el desenlace de repercutir en el via crucis americanista.

En el fragor y bajo la frecuente artillería de Xolos sobre diez Águilas, El Nido sucumbe. Miller Bolaños, curiosamente obsesión de El Piojo Herrera por años, vulnera al América, a pesar de que con el quinto metatarsiano, Marchesín alcanza a testerear el balón, pero sin desviarlo de su obsesión de red. 1-1.

Tal vez más mental que físicamente, pero los jugadores del América se sentían incómodos en cancha artificial. Parecían bailarinas de ballet ejecutando El Cascanueces sobre empedrado.

Y aún con 10 contra 10, las Águilas intentaron ir por una victoria que parecía más acaramelada con el futbol de Xolos, pero siempre, siempre, estaba ahí Marchesín, ese mismo que aquel 2 de diciembre fue lanzado a la hoguera de verde leña por las "viudas" de Moi.

1-1... y el América resopla, mientras Tijuana bufa. Y el asaltabancos, ese de apellido Santander y de oficio ser un caco de lupanar, sigue decidiendo en la magnificencia de sus torpezas, el rumbo inesperado de juegos y de intenciones (vgr: Final Chivas contra Tigres).

Por lo pronto, nuevamente, la noche del viernes, la legión, aquella, la de las "viudas" de Moy, se suma al harem de incondicionales de Marchesín.