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Y otra vez: el 'ahora o nunca para Cruz Azul'

LOS ÁNGELES -- Más allá de la autoridad del mejor Monterrey de la era Mohamed, y de ese instinto ladino en los Tigres de Tuca Ferretti, los reflectores de la Liguilla siguen a Cruz Azul.

Con Paco Jémez sembrando vientos para cosechar tempestades en cada declaración, la presencia celeste cataliza todas las sensaciones de los aficionados, ya sea con equipo en la fiesta futbolera, o que sean parias de banquetes ajenos.

En ese canibalismo exacerbado por atragantarse de la desgracia ajena, a veces más que de la dulzura propia, seguramente los fanáticos de los otros 17 clubes esperan que la consumación oficial del verbo cruzazulear, ocurra en esta Liguilla.

Con sus discursos beligerantes y pendencieros, Jémez, con las maletas listas para regresar a España con oro y sin espejitos, ha colocado a Cruz Azul en un escenario repulsivo que nunca tuvo la Casa Azul.

Sin embargo, en abono de Jémez hay que reconocerle al piromaníaco entrenador que en este lapso consiguió una de las mejores versiones de La Máquina en los últimos años, incluso por encima, en espectáculo, de aquella edición subcampeona de Memo Vázquez.

Ha habido, en este torneo, momentos realmente gratos de futbol por parte de Cruz Azul. Cierto, con una bipolaridad semejante a la de su entrenador ante los medios: así como perdía un partido muriendo de nada, también hubo otros juegos en que sumó sobreviviendo a todo, incluyendo el arbitraje.

En esa pasarela del morbo, en el cumpleaños número 20 de anemia campeonil, con el mismo entrenador desplegando velas de su carabela millonaria, para regresar a su Madre Patria, tiene la fortuna -o el infortunio, ya se verá-de contender por la supervivencia con las Águilas del América, un equipo que ha dejado esa sensación de inestabilidad similar a la de su rival.

Más allá de los paralelismos del fracaso entre la historia celeste y el hecho de que nunca un sexto clasificado a una Liguilla ha sido campeón, la oportunidad es magnífica para Paco Jémez y su séquito, este mismo vilipendiado por el mismo entrenador en las conferencias de prensa.

El torneo ha terminado por ser didáctico para Paco Jémez y sus jugadores. El entrenador ha plantado mejor a su equipo y los futbolistas han encauzado la capacidad de cohabitar tácticamente bajo el mismo ritmo que marca la competencia.

Maltratados en la cancha por Lobos BUAP, y en el vestidor por su entrenador, y elevados a modelos de sarcasmo en las redes sociales, los cruzazulinos lograron reconstruirse a esa paliza que le impuso el equipo de Rafa Puente.

Obviamente, Paco Jémez ha aprendido a controlar su euforia en la cancha, especialmente después de las soberanas equivocaciones, por pretensiones casi soberbias ante los mismos Lobos y ante el América, y su equipo llega con madurez de esos sopapos a la Liguilla.

Cierto que Paco Jémez va a descubrir apenas, ante un veterano en el tema, cómo se juega una Liguilla, especialmente ante un adversario que es un consuetudinario participante de ellas, como Miguel Herrera y una base de jugadores con cicatrices y festejos recientes.

Cruz Azul y América comparten un déficit frente a los otros involucrados en Liguilla. El Nido festejó victorias sólo ante Atlas, Cruz Azul y Toluca. Los Cementeros lo hicieron sólo ante Morelia y Atlas.

Pero, en una reedición del "es ahora o nunca", frecuente lema de Cruz Azul en Liguilla, lo cierto es que Jémez vive su mejor momento como entrenador en una competencia, más allá de las filigranas falaces y los oropeles que le acompañaban desde España: "Es que fue el entrenador que mejor pudo contener al Barcelona de Guardiola...".

Queda claro que Cruz Azul y Jémez no pueden vivir ya de ser el muerto piadoso de cada aventura. Esos, se pierden en el reparto... por muy buena que sea la película.