<
>

Almeyda se equivoca. Sus jugadores cuestan menos, pero no valen menos

LOS ÁNGELES -- Matías Almeyda montó su propio Muro de los Lamentos. Plañidera de su propia desgracia, sollozó ante los medios las desventajas de Chivas ante rivales de mayor capacidad, en cantidad y calidad, para poder reforzarse.

Bajo una visión estricta, parece una voz de renuncia, de rendición, de abatimiento. Un "no podemos, aunque lo intentaremos".

Cuando el torneo recién comienza, parece extraña la cavilación de Almeyda, especialmente cuando al llegar a Chivas se le vino encima un tsunami de presiones, inconveniencias, compendiado todo ello, metafórica y equivocadamente, en esa figura torpe de "un dinosaurio" que los orinaba de desventuras.

Almeyda no tiene una nómina inferior a la de otros equipos. Tiene, en cambio, un plantel de jugadores que se sienten inferiores a los de otros equipos. Y él poco ayuda.

Bien lo dice el técnico de Chivas: fueron campeones bajo el amparo de un funcionamiento colectivo. Fueron superiores a Tigres -sin olvidar la fechoría o torpeza de Santander-, que evidentemente cuenta con una nómina que encandila con la gama de seleccionados nacionales de diferentes países.

El Pelado se equivoca al apapachar a sus futbolistas de manera subliminal, enviándoles el mensaje de que su responsabilidad se reduce ante cuadros plagados aparentemente de estrellas.

Monterrey, tal vez la nómina más codiciada en los últimos torneos en México, no ha podido ser campeón, incluso a pesar de favores arbitrales descarados en aquella Final ante Pachuca.

Ratifico: el plantel de Almeyda es competitivo. "Once contra once", como descubrió maravillosamente el mismo entrenador.

Y lo primero que debe distinguirse es la diferencia entre valor y precio. No por ser más caro un jugador de Tigres, Cruz Azul, América o Monterrey es necesariamente más valioso o más útil que un jugador de Chivas.

La gran diferencia es que ha sido evidente que el futbolista del Rebaño ha perdido esa devoción, ese compromiso, esa rabia, esa pasión por mostrarse a plenitud en cada partido.

Durante el torneo en que se corona campeón, a pesar de lesiones, a pesar de algunas situaciones personales que le quitaron ritmo al equipo, al final, el grupo se solidarizó en la cancha, hubo una voluntad granítica, absoluta, por demostrarse a sí mismos y un escenario gremial, colectivo, que eran los mejores.

Tal vez eso ha perdido Almeyda: la capacidad de reconstruir un discurso lo suficientemente poderoso para sacar de sus debilidades a futbolistas que están por debajo de su nivel.

Pero, también, no puede soslayarse que el futbolista tiene deberes: jugar bien y al tope cada partido de futbol.

Si cada jugador de Chivas necesita un lavado de cerebro y de meninges antes de cada partido para salir a disfrutar un placer para el cual además debe considerarse un predestinado, quiere decir que dentro de las cabecitas veleidosas, frágiles y huérfanas de testosterona hay podredumbre espiritual.

Si un futbolista necesita de una terapia motivacional en cada juego, significa que no comprenden ni la camiseta que visten, ni la trascendencia histórica del Guadalajara, ni las ilusiones en millones de personas, y lo más grave aún: no perciben, ni remotamente, el privilegio maravilloso de dedicarse a su pasión.

En verdad, ¿es demasiado pedirles a esos 23 aburguesados que dediquen dos horas de trabajo diario, que cuiden sus organismos en su vida particular y que, principalmente, salgan durante 90 minutos a reembolsar a la afición, al club, a su entorno y a su placer mismo, su máxima capacidad como futbolistas?

1.-Que si Orbelín Pineda sigue embobado venerando a la venus que la vida le ofrece en su camino...

2. Que si La Chofis perdió kilos, pero no ganó en seriedad como para alejarse de esos sitios de cupidos asalariados...

3. Que si Pizarro sigue pensando que él debió viajar antes que Chucky Lozano y vive frustrado por ello...

4. Que si Brizuela sigue prefiriendo ser simplemente El Conejito...

5. Que si Alan Pulido sigue viviendo en un mundo paralelo de mentiras, lujos y excentricidades, como lo demostró, nuevamente, con aquel accidente automovilístico...

Y podemos seguir con otros ejemplos similares dentro del plantel.

Por eso, reitero: Almeyda no tiene un plantel inferior, sino un plantel con algunos jugadores que se obsesionan con placeres inferiores al futbol, lo que denota la inferioridad de su capacidad mental y espiritual ante la dimensión de los retos monumentales que representa Chivas.

Y poco ayuda que El Pelado, públicamente, los apapache, pobreteándoles, porque cuestan menos, en lugar de convencerlos, que aunque cuesten menos, pueden valer más como equipo.