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Tras el 0-0 en América y Pumas no hay deudas, pero hay dudas

LOS ÁNGELES -- El futbol tiene un lamento: el 0-0. Es como un aborto premeditado para la esencia de este deporte. Suele, a veces, ser un deplorable diagnóstico de la histeria entre ambos equipos por no perder.

No fue así este domingo. Pumas y América estigmatizaron el 0-0 con una devoción por ganar. Fue una saludable reyerta que no se dignificó en el marcador por los postes del América y por que se ramificaron brazos y piernas de Saldívar por Pumas.

Más allá del desencanto del 0-0, que implica un saldo amargo de impotencia, la rivalidad entre Pumas y América derivó en un partido agradable, a veces, cierto, con una intensidad con más vocación a despojar que a procrear.

Pumas sigue encariñado con la sorpresiva posición de líder general, mientras América sigue deambulando en ese vestíbulo de dudas sobre lo que promete ser y no es.

Sin duda, el empate tiene cromosomas de frustración para El Nido. Para la UNAM, pese a ser local, significa seguir al mando del pelotón, aunque cierto, en la Jornada 3 tiene menos garantías que el voto en México.

El espectáculo, el rendimiento, más allá del marcador muerto de desdén, ¿a qué afición deja más tranquila? ¿A qué equipo le disipa más dudas?

Ciertamente la UNAM, ansiosa de tranquilizantes, al menos reivindica que sus victorias anteriores (Pachuca y Atlas) no fueron necesariamente ante dos muertos, sino que el equipo pretende, y puede, encontrar mejores resultados.

Para América, que apenas cierra contrataciones, mantiene mejores números que calificaciones a su rendimiento. Grave incluso, cuando por momentos desaparece, se desconcentra y permite que el adversario le abrume, como Pumas lo hizo este domingo.

Porque, además, la Fecha 3 aún no permite hacer diagnósticos contundentes, especialmente en una Liga en la que los promotores aún tienen carta abierta para arrimar tentaciones a directivos corruptibles y a entrenadores desesperados.

Miguel Herrera atraviesa por el disgusto de tener que improvisar posiciones e improvisar funcionamientos. Debe cargar con la negligencia de su directiva en la búsqueda de sus opciones número uno de refuerzos, y retener a jugadores a los que habría querido negociar.

El Piojo es más dueño del plantel que le entregan las circunstancias, que del plantel que él mismo habría querido conformar, prueba de ello es que sigue intentado que Cecilio Domínguez al menos se acerque a las promesas de su escueta hoja de vida como profesional.

Lo cierto es que La Voz del Amo ha sido nítida. Miguel Herrera sólo puede abrir una de dos puertas al final del torneo: la de la sala de trofeos para colocar la Copa de la Liga MX o la puerta de atrás de Coapa, a través de la cual se escurre en sigilo y con vergüenza, de El Nido.

"Emilio (Azcárraga Jean) nos ha pedido ser campeones", ha reconocido Miguel Herrera, en un reclamo por la grandeza del América y porque ya empieza a incomodar al centralismo en México la hegemonía de los clubes del Norte.

Y Pumas, ensayando jugadores nuevos de sangre vieja, pinceló detalles promisorios en los 90 minutos, en especial porque la relación entre Castillo y Alustiza, si ambos se mantienen sanos, y el primero no decide salir a cazar inocentes con su pistola de balines, ese matrimonio puede consumar un futuro agradable.

Pablo Barrera y/o Jesús Gallardo deberían completar esa ecuación, pero, ya se sabe, viven felices ambos en la aburguesada intrascendencia de nacer, crecer y morir como eternas promesas. Sus carreras profesionales tienen onomástico el 1 de noviembre.

Como sea, estos Pumas cotizan en el respeto de manera diametralmente opuesta al anterior certamen.