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América y Toluca salen bajo advertencia

La buena noticia para América: no enfrenta a Tigres. La mala: enfrenta a Santos. Monsieur Gignac se ausenta. Monsieur Menéz le sustituye.

La buena noticia para Rayados: Tigres quedó eliminado. La mala: ellos también. La tragedia pacifica a Monterrey. Que brinden por la muerte ajena, para que les sepa menos la suya.

La Final tiene contendientes: América contra Santos y Toluca contra Xolos. Que pongan todos sus barbas a remojar. El Diablo, y no necesariamente el toluqueño, anda suelto.

Las potencias financieras del Norte cayeron en bancarrota. Los planteles más caros del futbol mexicano se abarataron en la cancha. Irónicamente, sus entrenadores y arqueros, abrieron la puerta y la portería al tropiezo...

Ya Tigres y Rayados jugarán su partido de consolación en el lado perverso de las redes sociales. En diciembre eran el ombligo del mundo, hoy...

Lo de Santos tiene tintes de hazaña. Jugó con diez hombres todo el partido, porque Jonathan Rodríguez había dado tan poco antes de su expulsión que los Guerreros se sintieron más cómodos sin un bulto en la cancha.

La heroicidad santista, con inferioridad numérica aumentó las guirnaldas de gloria, porque después del gol de Oswaldo Martínez, maltrecho, lesionado, pero Djaniny sacó el 2-0 para añadir otra raya más a la zalea del Tigre que cubre la inmunidad de Ricardo Ferretti.

Pudo haber hecho algo Nahuel Guzmán en los goles. El otrora héroe se ve desconcentrado en ambas anotaciones. Pero la responsabilidad no es sólo suya: la culpabilidad es un pecado capital repartido a partes iguales... desde la banca, claro.

Entre la soberbia anestésica, la actitud displicente, de unos Tigres que se creyeron en la ruta de otro título, Santos asumió como un asunto de vida y muerte el saber y entender que con diez eran más espiritual y hormonalmente que los aburguesados de enfrente.

Ahora la advertencia queda hecha. Y parecería innecesaria. Porque América y Toluca saben puntualmente que no pueden ningunear a sus adversarios como algunos de los fantoches jugadores y entrenadores de Rayados y Tigres.

Lo exquisito de estas Semifinales del Clausura 2018 es que no hay sentenciados a muerte, porque tampoco hay marcador favoritos, especialmente después de que los Diablos Rojos casi se ven exorcizados por el Morelia.

Claro: ninguno de los cuatro equipos tienen totalmente el destino en sus manos. En realidad, y eso es irrefutable, la Final queda estrictamente en las garras perversas de la estulticia arbitral.

La realidad es esa: los jueces mexicanos son tan malos, que uno sospecha que actúan de forma delincuencial.

Y es difícil precisar que es más grave para el arbitraje: que se piense que aprueban con excelencia un examen de idiotez, o que se piense que actúan bajo consigna y complicidad de La Famiglia que tanto pondera Decio de María.