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¡Santos...! Óleos, para el América: 4-1

4-1. Parece la cicatriz de un epitafio. Pero, cierto, el América aún no está embalsamado. Pero, cierto, también, están ahí, ese oficio de Santos y esa madurez precoz de Robert Dante Siboldi.

América obligado, por lo menos a un óptimo 3-0 en el Estadio Azteca. Deberá jugar bajo cero tolerancia. Urgido El Nido a 90 minutos perfectos ante los 90 minutos de imperfecciones de este jueves.

Especialmente con la anemia defensiva exhibida por el dique débil y flagelado de su cuadro bajo la noche de este jueves en Torreón. Encima, Marchesín tuvo una jornada negra, con los titubeos sobre sus titubeos en tres de los goles.

Bajo esa consigna dramática, extrema, drástica, de salir a matar o morir en la vuelta, Miguel Herrera necesita jugadores comprometidos. Este jueves, Jeremy Menéz (errando incluso un penalti), y Mateus Uribe se escondieron de nuevo bajo el anonimato de la intrascendencia.

En contraste con la jornada oscura de Marchesín, luego de andar cazando Pókemons en su propia cancha, y tragarse así el gol del América, Jonathan Orozco se concentró nuevamente y resolvió el asedio. La ventaja de ser dirigido por quien fue un gran arquero.

No será fácil para Santos el Juego de Vuelta. Pero, y lo sabe el cuadro guerrero, con la soberbia disposición de este jueves, le alcanzaría de nuevo para cortarle las alas a unas Águilas que lejos de volar, retozaban apenas como Pájaros Dodós.

América parecía una flotilla de Uber. Parecían recorrer kilómetros bajo contrato. Era de esperarse que Menéz y Uribe improvisaran, inventaran, imaginaran la forma de salirse de la perfecta envoltura que a media cancha les impuso Santos.

Notable el aislamiento que iban urdiendo el Gallito Vázquez, Javier Cortés, Oswaldito y hasta un irreconocible Brian Lozano, quien, ante el equipo que lo llevó a México, dio su mejor encuentro. De haber mostrado eso en El Nido, seguiría en Coapa.

Con esa solidaria y combativa seriedad de Santos Laguna, iban contrastando, otra vez la exposición del América a través de aventuras individuales, muchas de las cuales abortaron, increíblemente, en el sopor mental de Oribe Peralta.

Y mientras Herrera iba reaccionando por impulso, por amontonamiento, con Ibargüen y Martín, Siboldi fue más puntilloso y preciso: Isijara se convirtió en un maratonista con espada y escudo, mientras que Cetré entró a acomodar la lápida, y De Buen, comió minutos y comió terreno al América.

¿Está resuelto? No: es el América, el epítome del Ódiame Más. Pero, claro, Siboldi seguirá teniendo Guerreros, mientras que Miguel Herrera aún no sabe si recuperará a sus Águilas, o regresarán sus Pájaros Dodó.