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Cristiano... no cena ni con Dios ni con el Diablo

LOS ÁNGELES -- Cristiano Ronaldo recuerda al protagonista de Macario, en la novela de Bruno Traven. No le vendió su alma ni a Dios ni al Diablo. No los invitó a cenar del pavo con el cual se atragantaría lejos de su familia.

Macario sólo convidó a la muerte. Mientras estuviera cenando con él, no podría llevárselo.

CR7 ha hecho lo mismo que Macario: no vende su alma ni a Dios ni al Diablo, y elige ser dueño de su destino, de su propio pavo, porque, sabiamente, elige no ser esclavo de nadie.

Arrienda, y ostentosamente, sus facultades, sus virtudes, y en el contrato, claro, van incluidas algunas excentricidades propias de un tipo que ha hecho de sí mismo el prototipo perfecto del jugador de futbol. Y eso cuesta. Y no se vende, sólo se fleta.

El Real Madrid podrá extrañarlo, pero no podrá reclamarle. Cristiano Ronaldo cumplió cada cláusula y cada sueño de la entidad merengue. El matrimonio por conveniencia fue extremadamente prolífico.

De hecho, a pesar de la cabalgata abrumadora de rumores sobre su salida, Cristiano Ronaldo logró una transición perfecta en su separación. No hay lágrimas, ni gritos, ni abogados, ni demandas. Acaso la congoja y la nostalgia lleguen al arrancar la Liga en España.

En el museo de la Casa Blanca la capilla mayor será una ofrenda suntuosa para el jugador más rentable, mediático y ganador en la historia del Real Madrid.

Seguramente de haber permanecido Cristiano Ronaldo, habría peligrado el bautizo del Santiago Bernabéu.

No lo abrumo a Usted con cifras, porque además sus números asombrarían a cualquier corredor de Wall Street, y en ese oficio de fariseo trajeado, querría vender acciones sobre el organismo del futbolista aún candidato al Balón de Oro en 2018.

Mientras en la Juventus se prepara una fiesta de bienvenida sin precedentes, en el entorno madridista hasta el dulzor de la más reciente Champions empieza a rezumar amargura, porque El Bicho se ha mudado en condiciones futbolísticas para un par de años más.

Insisto: Cristiano no cena ni con Dios ni con el Diablo. Su alma le pertenece como retribución intocable de cada minuto dedicado a esculpir, a ser su propio Miguel Ángel de su propio David. La perfección.

Dueño de una fortuna que amparará a sus descendientes hasta el Día del Juicio Final, seguramente a CR7 no lo mueve ni lo conmueve la fortuna que le depositará la Juventus, sino la arrogancia válida, legítima, de demostrar que su vigencia competitiva no depende necesariamente de la glamorosa y gloriosa historia de una camiseta.

Él no tiene el pecho frío por eso opta por atreverse a salir de su sitio de confort. Por el contrario, quiere conquistar, también en otra de las ligas más poderosas de Europa, tras conseguirlo en la Premier y en España.

Escoltado en el ceremonial de una hégira victoriosa por mensajes de sus ex compañeros madridistas a través de las redes sociales, Cristiano desciende de la cúspide del madridismo y se va sin escándalos, sin bochornos legales, sin cláusulas ocultas, o demandas mutuas, como, por ejemplo, la escapada de Neymar del Barcelona.

Florentino Pérez terminó siendo súbdito del jugador portugués. Incluso, el tempestuoso dirigente del Real Madrid, quedó eximido de ataques a tomatazos, al subrayar ambas partes que el mismo Cristiano solicitó la anuencia para una nueva cruzada, con otra bandera y en otro balompié.

Se asocian, además, el amo y señor del Calcio, y el amo y señor de Europa. La Juventus y CR7 sellan un nuevo matrimonio por conveniencia.

Y entre los más entusiastas con la llegada, está, irónicamente, el mismo que dijo "con Messi yo no puedo jugar", pero, resulta, que con Cristiano Ronaldo, sí. Dybala mandó un doble mensaje, una navaja de doble filo.

Y seguramente, con la sacudida más violenta del mercado de transferencias, la Liga de Italia entera rinde pleitesía al atrevimiento de la Juventus, que aún espera rescatar unos centavitos para ir de compras más adelante.

¿Amor a la camiseta? Más allá del romanticismo confuso, lo cierto es que esa relación es de una sola vía. La camiseta, veleidosa, por muy ilustre y memorable que sea, tampoco salvaguarda al futbolista. ¿Iker y Raúl se sentirán correspondidos por todo lo que dieron y la forma en que se fueron?

Por eso, con un par de años, al menos, comandando la elite competitiva europea, Cristiano Ronaldo deja inmaculadamente victoriosa a la camiseta del Real Madrid, pero deja claro, incluso al llegar a la Juve, que él no invita de su pavo ni a Dios ni al Diablo.