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Yon de Luisa...¿predispuesto a equivocarse nuevamente?

LOS ÁNGELES -- Es el momento oportuno para un futbol como el mexicano, cuya ley suprema es el oportunismo. Pero, en realidad, es el ahora o nunca.

Es el antes y el después. Es el fin y el principio. Hay cambios dramáticos en el futbol mexicano, y parece el momento oportuno. Insisto: ahora o nunca.

El antes y el después de Juan Carlos Osorio. El antes y después de Decio de María. El antes y el después de una generación de futbolistas que, como tantas otras, llegó llena de ilusiones y se va con las manos vacías, esa, la generación de los hijos bastardos del 7-0.

¿Cómo elegir al técnico correcto? ¿Para conseguir qué? ¿Seguirlo eligiendo con la miopía de Decio: "sólo queremos que nos califique al Mundial"? ¿Ganar, gustar y golear?

¿Quién tiene la capacidad de saber elegir? Porque, además, recordemos que no hay democracia, ni siquiera un consenso.

¿No es en las épocas de crisis cuando se debe poner fin a la autocracia? Pero, quién se atreve a confrontar a Emilio Azcárraga Jean.

Se les ha preguntado en momentos diferentes a Jorge Vergara, Jesús Martínez, González Ornelas, el ex de Tigres, el Inge Rodríguez; a Billy Álvarez, a Valentín Díez, a tantos, a todos, si el futbol mexicano le pertenece a Emilio. "No, es nuestro, de los dueños", responden, pero en el momento clave se pliegan y hacen genuflexiones ante el que tiene el poder, sin tener el cargo.

En el momento de elegir, Azcárraga Jean tiene todo el poder, pero ¿tiene todo el conocimiento? ¿Se le entregó un informe genuino desde dentro de la selección?

Y, muy importante, le informarán cuántos atropellos al trabajo de la selección se cometieron, como cada cuatro años, en su nombre. ¿Sabrá él y aprobó él la injerencia de los patrocinadores? ¿Y de los representantes? ¿Y sobre el absolutismo del cuerpo técnico?

Ya lo sabe Usted bien: los dueños de equipos han bajado la testuz, para que al amo y señor del futbol le cueste menos trabajo ponerle e imponerles el yugo. Antes fue DEcio, hoy será labor de Yon de Luisa.

Por otro lado la gestión de Juan Carlos Osorio dejó, como las anteriores, ruinas en el Tri, pero también dejó, como sólo algunos de los anteriores, enseñanzas.

Más allá de la compleja situación personal que ha envuelto al técnico colombiano en temas extra cancha, Osorio dejó un método de trabajo, agregando apoyos científicos, médicos, a los que, si bien, no se les puede dar el privilegio de la última palabra, deben ser útiles.

Limitarse a argumentar que se venció a la peor Alemania de la historia, como había ocurrido en Columbus ante el peor EEUU de los últimos años, tanto que ni al Mundial fue, limitarse a eso, significar demeritar los aspectos positivos de ese resultado.

Habíamos comentado que Osorio tenía una ventaja sobre algunos predecesores: no se vería estremecido por titubeos porque pudiera tener querencia por México, pero no pasión ni arraigo.

Sin embargo, ante Suecia, le ganó la vanidad; se lo tragó la soberbia y esa convicción de ser amo de todo. "Fue mi pecado", respondió el colombiano tras la derrota 3-0. Quiso jugar como sabía que no debía, y ahí le embargó a México la ventaja de terminar como líder del grupo.

Vale la pena señalar que algunos recursos médicos, científicos, fisiológicos y biológicos que aplicó Osorio al futbolista mexicano, no los desarrollan selecciones europeas y mucho menos las sudamericanas, tal vez porque no las necesitan, ya sea por el biotipo o el espíritu competitivo de sus jugadores.

Por ejemplo, siendo aún técnico de España, Julen Lopetegui se mostró sorprendido al enterarse de los implementos extra cancha a los que recurrían Osorio y su staff para tratar de cerrar brechas entre el balompié mexicano y el primer mundo del futbol.

En este momento, Dennis Te Kloese es el hombre más valioso de todo este proceso mundialista. Tiene al alcance de la mano, por su frialdad holandesa, más allá de cualquier afecto mexicano que tenga, las referencias para un nuevo proceso.