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Maradona...y El Diablo vendiendo escapularios

LOS ÁNGELES -- Pocas cosas hay que denigren tanto al oficio del periodismo, como escuchar aplausos en una rueda de prensa o en una conferencia de prensa, que no es lo mismo. Porque son aplausos asalariados o son aplausos aduladores y comprometidos, o son aplausos de la ignorancia del oficio.

Con 250 acreditados por los medios informativos, en la presentación de Diego Armando Maradona como ¡NO! director técnico de Dorados, la reiterada salva de palmoteos terminó por denigrar el ya denigrante protocolo mediante el cual el segundo mejor jugador en la historia del futbol, llega a ocupar un sitio en el cuerpo técnico que no merece, que no le pertenece y desde el cual, cualquier promesa que haga, por sus antecedentes, rebasa la cordura, la honestidad y la realidad.

No hablo del Diego Maradona enfermo. Porque ese personaje merece piedad, ayuda y plegarias. Aunque ni él tenga conmiseración consigo mismo, ni permite que le ayuden ni se acerque a los atrios de El Barbas, como se refiere a Dios.

Tampoco inmiscuyo al futbolista, porque la forma en que veneró e hizo venerar el futbol, dentro de la cancha, desencadenó, en todos, hasta en los ingleses, las más extasiadas carcajadas, los más apasionados festejos y las más felices lágrimas en su época.

Sin duda, Diego, el jugador, Médico de Cuerpos y Almas, escribiría Taylor Caldwell. Sí sanador de todos los cuerpos y todas las almas, menos de su cuerpo y de su alma.

Entre la locuacidad, con pasajes de elocuencia, Diego fue inteligente. Montó su aquelarre, sacó a bailar a sus demonios, se declaró culpable de ellos, y extorsionó el sentimiento colectivo, con el chantaje sentimental del indultado, del contrito, para ganarse la amnistía general. El diablo vendiendo escapularios.

Incluso, su primer mensaje rebuscado, en una circunlocución dramatizada en el quejumbroso ceremonial, quiso justificar el pasado del hombre, cuando lo injustificable, desde la nueva posición en Dorados, es su incapacidad para dirigir un equipo de futbol. Dio más vueltas que una gallina para poner un huevo de insalubres obviedades.

Diego Armando Maradona habló de que llega a Culiacán porque "mi amigo (Antonio El Turco) Mohamed me hablaba mucho de Dorados en los asados", y aseguró que quiere ascender al equipo a Primera División.

En esta parafernalia de la autoindulgencia, en la cual se permitieron sólo seis preguntas, después de que había estado 72 horas enclaustrado en la suite del hotel, Diego soltó dos reflexiones muy a su estilo, como parte de su discurso reiterativo.

"Si la gente está con nosotros, y con lo que yo les voy a inyectar a los jugadores, va a ser difícil ganarnos", explicó y puntualizó que sus futbolistas deberán entender que "cada pelota es nuestra, se los diré mañana a los muchachos".

El mismo que llegara a burlarse de que México iba a los mundiales a ser eliminado por Alemania, y de que era indigno de ser sede de una Copa del Mundo como la de 2026, ahora, además, aclaró, por si fuera necesario, que él "yo no vengo a resolver al futbol mexicano" y elogió la victoria del Tri sobre Alemania, sin precisar claro, la peor Alemania de la historia y que avergonzó a Franz Beckenbauer.

Interrogado sobre el cuerpo técnico, Maradona se enredó tanto que no precisó si se queja de trabajar con el preparador físico que tiene el equipo, o si está feliz de que su hombre de confianza lo haya abandonado. Si así se dirigirá al plantel, hará falta un traductor.

Con relojes similares en cada muñeca, aparentemente lujosos, tiró un buscapiés envalentonado, seguramente enterado de que no todo es vítor y alabanza en su llegada a la Liga de Ascenso del futbol mexicano: "El que me busca me va a encontrar".

¿Cuál es el equipaje de Diego Armando Maradona para dirigir a Dorados? Aparentemente sólo los hologramas fantasiosos de ese espléndido futbolista que fue, y la figura de autoridad que cree tener para que se mantenga vigente, en las buenas y las malas, como "para quedarme mucho tiempo por acá".

Uno pensaba que el premio absoluto a la estulticia se lo había llevado la familia Martínez al llevar a Landon Donovan al León, con sus 185 mil dólares mensuales de beca, pero ahora el Clan Hank rebasa ese rascacielos del absurdo, pagándole 150 mil dólares a Maradona por no dirigir, ni entrenar a Dorados de Sinaloa.

En una frase genial, alguna vez, Maradona dijo: "la pelota no se mancha". Hoy, él, la estercola...