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Nico Castillo y América al horno crematorio

LOS ÁNGELES -- América tendrá que ser más fiera que ante La Fiera, para sobrevivir ante otra fiera.

Bendita rivalidad contra Pumas. No hubo tiempo para duelo en El Nido. Porque motivos hubo. León le pasó por encima al América en la cancha y en la banca.

Insisto: sólo es de desearse que, ante las Águilas, lo de La Fiera leonesa, no haya sido ese momento de sublimación ocasional por ser el América. Lo veremos este sábado ante Toluca.

Pero, la inmediatez de enfrentar a Pumas y la comparecencia de Nico Castillo a ese horno crematorio de insultos que suele ser C.U., ahuyentó los mastines de la autocrítica del América, obviamente, al menos del cadalso público.

Sería fácil establecer que León le dio una magistral clase a Pumas, sobre cómo vencer al América. Sería muy simplista: ni Bruno Marioni sabe lo que sabe Nacho Ambriz, ni Pumas tiene la calidad de plantel que el León.

Tienen -o ya deberían tenerlo-en Pumas, eso sí, un encono natural hacia el club que arenga la repulsa colectiva bajo el festivo y arrogante desafío de Ódiame Más. En El Nido, por San Valentín, se reparten chocolates rellenos de cicuta.

¿Ha sido Nico Castillo un emblema de Pumas? Ni remotamente. Por el contrario, le recuerdan como un especialista en dinamitar el santuario que debe ser un vestidor.

Pero, las circunstancias, se acomodan para que la tradicional Quema de Judas se adelante a la Cuaresma misma, y el delantero chileno se convierta en el magnético polo de mentadas de madres, cánticos de la pobre ralea y rica imaginación.

Pero a estas alturas, Castillo debe saber que las mentadas de madre, especialmente en el futbol, y más aún en Pumas, son como las llamadas a misa... va el que quiere.

El chileno tiene algo muy claro: nadie le hará daño físico, más allá de los epítomes de Neandertales y Cromañones que pululan en la tribuna de los Pumas, aunque cierto, nadie puede salvaguardarlo de un criminal que le arroje monedas.

Porque, recordemos, uno de los hombres mejor tratados en Pumas, Ricardo Ferretti, ha salido dos veces descalabrado de ese estadio, dirigiendo una vez a Chivas y en su primer ciclo con Tigres. Y si así tratan al que miman, cómo tratarán al que odian.

Veremos pues, ante ese San Quintín voraz, de qué está hecho Nico Castillo y si está a la altura de las exigencias de testosterona que necesita en el América, no sólo en este juego, sino el resto del torneo, si quiere ese Bicampeonato.

Por supuesto que el impacto de lo que ocurra con el chileno este domingo en Ciudad Universitaria, tendrá un impacto directo en el vestuario. Lo verán con respeto o como un objeto decorativo sobre pagado.

Por lo pronto, según reportaba Katia Sofía Castorena en Raza Deportiva de ESPN, Miguel Herrera ya realizó una jugada maestra para atemperar, controlar y tener sujeto con la rienda a este delantero con fama de conflictivo.

El Piojo le ha puesto un ángel de la guarda de lujo. Agustín Marchesín, uno de sus más leales jugadores, y de sus hombres de confianza, se ha convertido en compañeros de concentraciones, y fuera de ellas, de Nico Castillo.

Herrera ahí movió mejor sus piezas que ante el León. Si Castillo empieza a crear situaciones incómodas, Marchesín será un buen catalizador para neutralizarlas.

Por lo pronto, esa será una de las grandes revelaciones: ¿está Castillo a la altura de una camiseta como la del América?

Porque el chileno ya se vistió con una camiseta con la bravata del Ódiame Más. Pero, ataviarse, lo hace cualquiera. Resistirlo, sentirlo y defenderlo con fervor, no cualquiera.